EEUU cede la iniciativa a Europa, Rusia y la ONU
El autor considera que la OTAN busca ahora c¨®mo unir la legitimidad euroatl¨¢ntica a la legalidad internacional.
Las graves dudas que se expresan en todas partes sobre la eficacia de los ataques a¨¦reos y la certeza de que se corre el riesgo de prolongar durante mucho tiempo una guerra en los Balcanes: estas dos cosas acaban de llevar a Estados Unidos, que tiene el mando militar de las operaciones, a dejar a los europeos, a los rusos y a la ONU las iniciativas pol¨ªticas. El hecho de que el secretario general de la ONU haya asistido a los trabajos de la Uni¨®n Europea tiene una importancia simb¨®lica. Se?ala un giro diplom¨¢tico y constituye una especie de regreso a una moral internacional violentada. He aqu¨ª porqu¨¦. 1. Desde el principio, el espectro de una evidencia atormenta a las mentes m¨¢s dispuestas a los bombardeos destinados a hacer retroceder o capitular al presidente Milosevic. Esta evidencia se resume en la siguiente pregunta: ?qui¨¦n, en nuestro planeta, est¨¢ cualificado para juzgar el grado de nocividad de un dictador y la oportunidad de castigarle, a ¨¦l antes que a otro? Sobre todo, ?qui¨¦n est¨¢ cualificado para juzgar si se puede autorizar la violaci¨®n de la soberan¨ªa de un pa¨ªs e inmiscuirse en sus asuntos internos hasta el punto de declararle la guerra?
En principio, no hay m¨¢s que una instituci¨®n capaz de pronunciar un juicio semejante: la Organizaci¨®n de Naciones Unidas y su Consejo de Seguridad. La legitimidad puede poner de relieve una apreciaci¨®n subjetiva seg¨²n el espacio y el tiempo. Pero la legalidad depende de la ONU. Es verdad que, en un primer momento, los franceses se empe?aron en perfilar un marco de cierta legalidad. Dieron cr¨¦dito a la idea de que hab¨ªa un nuevo espacio europeo, con su civilizaci¨®n y sus valores. Y que este espacio se transformaba en una especie de entidad supranacional y soberana. En nombre de esta soberan¨ªa en proyecto, afirmaron el derecho a oponerse a aquellos que, en este espacio, eran culpables de actos b¨¢rbaros. En parte era convincente.
Pero solamente en parte, claro est¨¢, porque no es Europa la que interviene y bombardea, sino la OTAN. No son los ej¨¦rcitos de una defensa com¨²n europea los que se manifiestan, sino los de una organizaci¨®n denominada atl¨¢ntica, con fuerte dominio de los norteamericanos, destinada en un principio a oponerse al bloque sovi¨¦tico y cuyos objetivos, hoy d¨ªa, se han vuelto inciertos. Desde el momento en que, en efecto, desaparece la amenaza comunista, la OTAN o bien defiende valores universales, y entonces se confunde con la ONU, o bien defiende intereses y valores en un marco regional, y se atribuye entonces una legitimidad ilegal.
2. Era absolutamente necesario y urgente impedir a Milosevic perpetrar sus matanzas en el marco de una depuraci¨®n ¨¦tnica en Kosovo. Pero conven¨ªa obtener la autorizaci¨®n del Consejo de Seguridad. ?Por qu¨¦ no se solicit¨®? Sencillamente porque el Consejo de Seguridad la habr¨ªa negado. ?Por qu¨¦? Porque los rusos, por solidaridad eslava con los serbios, la habr¨ªan vetado. ?Se sab¨ªa, pues, que se divid¨ªa a la comunidad internacional? Es evidente. Pero hab¨ªa que hacerlo en nombre de la moral europea. Y para hacerlo se necesitaba a los norteamericanos. Por tanto, a la OTAN. Ahora precisamente, la OTAN andaba en busca de una identidad transatl¨¢ntica. La campa?a militar de los aliados en Kosovo tend¨ªa a probar para Estados Unidos que la OTAN pod¨ªa ampliar su papel en Europa manteniendo su unidad. En Washington se felicitaron de ello, ahora que la Alianza Atl¨¢ntica festeja su quincuag¨¦simo aniversario. Henry Kissinger no se anduvo por las ramas. En su opini¨®n, la OTAN se juega su credibilidad como gendarme de Europa. "No sobrevivir¨¢ si renuncia a su campa?a de incursiones a¨¦reas sin haber conseguido poner fin a la matanza de albaneses de Kosovo".
Mejor a¨²n: al acoger el pasado 12 de marzo a tres nuevos miembros en la Alianza Atl¨¢ntica (Polonia, Hungr¨ªa, Rep¨²blica Checa), la secretaria de Estado norteamericana, Madeleine Albright, subray¨® que la OTAN, en otro tiempo muralla contra una invasi¨®n sovi¨¦tica, deb¨ªa, a partir de ahora, "responder a toda la gama de amenazas contra los intereses y los valores de sus miembros". "Y cuando respondemos a ello", a?adi¨®, "es l¨®gico que utilicemos los medios que llevamos desarrollando desde hace 50 a?os: una estructura militar unida y h¨¢bitos de trabajo en com¨²n". Madeleine Albri-ght, checa de nacimiento, marcada por la capitulaci¨®n de M¨²nich y segura de ver en Estados Unidos la tierra prometida de los derechos del hombre, no tiene estados de ¨¢nimo: Estados Unidos es, afortunadamente para ella, una "potencia europea".
3. Aparte de esta concepci¨®n de Europa y de la Alianza Atl¨¢ntica (a la que muchos europeos, sobre todo los reci¨¦n llegados, se incorporar¨ªan de buena gana), hay otra m¨¢s rebelde. Es la de todos los pa¨ªses que se resignan provisionalmente a la inexistencia de una defensa com¨²n y a la necesidad, en caso de guerra, de recurrir a las fuerzas norteamericanas para guiar y dirigir las operaciones. Pero estos pa¨ªses, entre los que Francia querr¨ªa asegurarse el liderazgo, buscan cualquier ocasi¨®n para hacer o¨ªr su voz y modificar, si es preciso, una orientaci¨®n. Y hoy d¨ªa, en todo caso, para lanzar esta advertencia: no se puede dejar ni a Rusia ni a la ONU fuera de los acuerdos y de los proyectos de reglamento.
4. Los norteamericanos y sus aliados anglosajones se han mostrado reticentes. Ve¨ªan en las iniciativas demasiado exclusivamente europeas una disoluci¨®n de su autoridad. Opinaban que ellos hac¨ªan la guerra y que, adem¨¢s, lo que hab¨ªan hecho en Bosnia no les hab¨ªa salido demasiado mal. Si Estados Unidos se ha aliado de nuevo a la apertura de un frente diplom¨¢tico al margen de la guerra es por diversas razones. La principal es el temor a que los bombardeos tarden demasiado tiempo en vencer la resistencia de Milosevic y a una poblaci¨®n marcada desde ahora por el complejo numantino que ciertos observadores brit¨¢nicos han llamado complejo de Masada, recordando el suicidio colectivo de los jud¨ªos sitiados por los romanos. Los norteamericanos han cre¨ªdo ver en sus aliados europeos estados de ¨¢nimo y sobre todo una voluntad absoluta de hacer que los rusos entren en las instancias de decisi¨®n. A decir verdad, si Bor¨ªs Yeltsin hubiera estado en condiciones de desafiar la falta de popularidad, Jacques Chirac le hubiera pedido, tambi¨¦n a ¨¦l, que asistiera a la conferencia de la Uni¨®n Europea.
Hay que saber lo que se espera de los rusos. Si Madeleine Albright ha ido a Oslo para reunirse con Bor¨ªs Yeltsin, no es ni mucho menos porque crea que el presidente ruso sea seriamente amenazador, ni porque tema la gesticulaci¨®n demag¨®gica a la que se ve obligado en raz¨®n de las exigencias "eslavistas" proserbias de la Duma. Los representantes de Estados Unidos dicen estar muy precisamente informados sobre la poca autoridad que los rusos tienen ahora sobre sus aliados. El primer ministro Primakov no ha tenido m¨¢s ¨¦xito en Belgrado que en Irak. Milosevic le ha decepcionado, igual que Sadam Husein. Pero lo m¨¢s importante para Rusia es volver al escenario internacional, aunque tenga que trocar un papel de mediador por una ayuda econ¨®mica mayor. En estas condiciones, lo que se quiere de los rusos es muy sencillo: que participen en la elaboraci¨®n de un reglamento que acepte no desafiar con su veto en el Consejo de Seguridad, o, mejor a¨²n, que propongan ellos mismos a la ONU un proyecto de reglamento que consiga la unanimidad de Naciones Unidas. En resumen, Europa y la comunidad atl¨¢ntica buscan una garant¨ªa internacional para unir por fin la legitimidad euro-atl¨¢ntica y la legalidad internacional.
5. ?En qu¨¦ consistir¨ªa este proyecto de reglamento? Incluir¨ªa, claro est¨¢, las disposiciones de las negociaciones de Rambouillet con cl¨¢usulas adicionales muy importantes relativas a los refugiados. Los m¨¢s audaces piensan en poner a Kosovo bajo un protectorado y en la constituci¨®n de un verdadero Plan Mars-hall para el desarrollo de la regi¨®n. Los norteamericanos han pensado en la divisi¨®n. Esto supondr¨ªa la existencia de dos Kosovos, uno incorporado a Yugoslavia y el otro independiente. Ahora bien, semejante soluci¨®n, que por otra parte se cree que podr¨ªa ser aceptada por Milosevic, reunir¨ªa todos los inconvenientes posibles. Consagrar¨ªa una independencia que nunca ha constituido un objetivo de guerra de los aliados, ser¨ªa contraria al esp¨ªritu de los acuerdos de Dayton, que defendieron una soluci¨®n multi¨¦tnica en Bosnia, e incitar¨ªa a todas las minor¨ªas, en Macedonia, en Bulgaria, en Montenegro, en Albania, a sublevarse para obtener un Estado independiente.
?Qui¨¦n piensa en la divisi¨®n aparte de los partidarios de Milosevic? Todos los que, en este fin de siglo, han perdido la esperanza en los hombres, sobre todo si son vecinos y a¨²n m¨¢s si son hermanos. Contemplan, desconcertados, la incapacidad de ciertas sociedades para superar su historia y su irreprimible inclinaci¨®n a encontrar en el nacionalismo y en la confesi¨®n religiosa razones para no vivir juntos. Es una desesperanza intermitente que afecta a un gran n¨²mero de personas: nadie est¨¢ a salvo de esta funesta tentaci¨®n.
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