007, al servicio de Escocia
Sean Connery, el m¨¢s famoso int¨¦rprete de James Bond, debuta como pol¨ªtico en su tierra natal
Nervioso pero sonriente, Sean Connery, el esp¨ªa de ficci¨®n m¨¢s elegante y descarado de la historia del cine, se ha estrenado a los 68 a?os como orador. El deb¨², al que asistieron el pasado lunes en Edimburgo 300 simpatizantes del Partido Nacionalista Escoc¨¦s (SNP), le ha valido las cr¨ªticas m¨¢s variadas de su fruct¨ªfera carrera. Para los dirigentes pol¨ªticos que le arroparon, se trata de su m¨¢s famoso representante. Una celebridad que aboga, como ellos, por la independencia de su tierra. Para buena parte del p¨²blico tiene buenas intenciones y credenciales, pero lleva demasiados a?os viviendo en el extranjero. Para la prensa sensacionalista de la zona, como el rotativo Daily Record, es un ap¨¢trida que ha hecho su carrera en Estados Unidos. Su opini¨®n, por tanto, no cuenta en la ardua b¨²squeda de un Parlamento para los escoceses. Muy molesto por esta ¨²ltima descripci¨®n de s¨ª mismo, Connery acudi¨® a la cita de Edimburgo con unas notas manuscritas que prepar¨® sin ayuda. Ha pasado la mayor parte de su vida adulta en Marbella o las Bahamas, es cierto, pero no est¨¢ dispuesto a recibir lecciones de patriotismo. Est¨¢ muy orgulloso de su apodo Big Tam (boina escocesa) y no piensa permitir que nadie manche por las buenas su reputaci¨®n de hijo favorito de Escocia.
"Voy a leer mi discurso porque no me f¨ªo de mis emociones ni de mi vocabulario en el estado en que me encuentro", advirti¨® a una audiencia entregada. Para un personaje acostumbrado a ganar siempre la partida sin pesta?ear, Connery se mostr¨® emocionado, furioso casi, al rechazar las cr¨ªticas period¨ªsticas que le presentaban como un extra?o de la causa escocesa. "Todo lo que he hecho o tratado de hacer ha sido por Escocia y no en beneficio propio", dijo. A continuaci¨®n a?adi¨® una advertencia que son¨® tan sincera como amenazadora: "Emplazo a cualquiera a que demuestre lo contrario".
Una vez saldadas las cuentas con sus adversarios de la prensa, dedic¨® sus esfuerzos a recordar, con frases bien claras, sus anhelos pol¨ªticos. "Pienso lo mismo desde hace 30 a?os. Escocia merece estar a la altura del resto de las naciones". La frase le vali¨® una cerrada ovaci¨®n de la sala y las miradas de aprobaci¨®n de Alex Salmond, l¨ªder del SNP, quien necesitaba un golpe de efecto como ¨¦ste para recortar los 18 puntos de ventaja que le sacan sus rivales laboristas de cara a las elecciones auton¨®micas del 6 de mayo.
Connery vapule¨® a los que le llaman escoc¨¦s de pacotilla. "Hemos esperado 300 a?os a tener un Parlamento propio y espero que sus miembros se comporten dignamente y reflejen la nueva voz de Escocia", dijo de un tir¨®n para deleite de la sala. Sus ¨²ltimas palabras no pudieron ser m¨¢s evocadoras. "Si me preguntaran qui¨¦n ganar¨¢ las elecciones les dir¨ªa: Escocia, espero".
Ni el pol¨ªtico m¨¢s curtido lo hubiera hecho mejor en cuatro minutos escasos, pero no todos los presentes sucumbieron a sus palabras. "A la hora de votar no apelar¨¦ al coraz¨®n, sino a la raz¨®n", dijo un convidado. Otros no pod¨ªan olvidar los para¨ªsos fiscales habitados por un artista que, de todos modos, segu¨ªa sinti¨¦ndose tan escoc¨¦s como ellos.
Apagados ya los aplausos y las cr¨ªticas, han empezado a llegar los an¨¢lisis de su ins¨®lita intervenci¨®n. Desde las p¨¢ginas de The Times, Magnus Linklater recordaba ayer la bajeza que supuso negarle el t¨ªtulo de sir (caballero) s¨®lo porque no se apea de su visi¨®n nacionalista. "Cuando el pasado a?o le ignoraron, el partido laborista sum¨® su cota m¨¢s baja de popularidad", escribi¨®. En su opini¨®n, el actual Gobierno debi¨® haberse fijado m¨¢s en lo ocurrido con Sean Connery en 1993. Ese a?o fue nombrado ciudadano de honor de Edimburgo ante un p¨²blico arrebatado y que llenaba la sala del Ayuntamiento. "Dijo unas pocas palabras, bail¨® unos pasos de danza t¨ªpica y se meti¨® a todo el mundo en el bolsillo", sigue Linklater.
Otros escoceses de pro, la cantante Sheena Easton o el tambi¨¦n actor Billy Connolly, no tienen seguidores tan fervientes entre el pueblo llano. Si tanto derroche de carisma acabar¨¢ llenando las urnas de votos en mayo est¨¢ a¨²n por ver. El SNP as¨ª lo espera. Una vez cumplida su misi¨®n, Sean Connery, el orador aguerrido, ha devuelto el estrado a los pol¨ªticos. Esta vez los h¨¦roes deben ser ellos.
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