Totus ineptus
El Plan Secreto para Andaluc¨ªa (PSA) volvi¨® a convocar a sus Art¨ªfices en lo m¨¢s profundo del bosque. Una petici¨®n urgente de la Princesa Teofinda, de Gades, les hab¨ªa obligado a reunirse en el Sagrado Templo de las Ciencias Oscuras, Morada de Arte ?ureo, all¨ª donde se logra o persigue la transmutaci¨®n de los m¨¢s burdos metales en reluciente oro y, en su defecto, en pura y simple Supercher¨ªa. Pero la demanda dejaba poco margen a especulaciones: setenta y tres mil miles de ducados, en sustanciosas materialidades, so pena de irritar a los moriscos m¨¢s a¨²n de lo que ya estaban. Ah, y que se les reconociera un sobrante de 383.715 m¨¢s que dec¨ªan ser. -?Pero ducados reales o imaginarios? -demand¨® un Adepto. -Nada ha indicado el Pr¨ªncipe Aznar¨ªn, sino que "fagamos de modo a lo que m¨¢s convenga"-, respondi¨® el Alquimista Mayor. Poco gust¨® la f¨®rmula a los conjurados, entre los cuales pod¨ªanse columbrar, bajo amplias y monacales vestiduras, al Gran Cur¨¢ngano Vascongado y al ?nclito Mercader de Catalunya. Unos y otros di¨¦ronse a rezongar imprecaciones con aire de jaculatorias, tales como: "hideputas-andalus¨ªes-qu¨¦-se-habr¨¢n-cre¨ªdo, les-vamos-a-dar-una bo?iga, a-ver-si-aprenden-a-votar-como-Dios-manda", etc¨¦tera. Tras las preces, el Alquimista Mayor, un tal Ratus el Radiof¨®nicus, se santigu¨® con grandes aspavientos y mand¨® sentar: -Es mi parecer que habremos de enga?ar a la mism¨ªsima Teofinda, como ya hicimos con el fiel escudero Aren¨ªn, El Calcinado. Pero si alguno de los aqu¨ª presentes quebrantase el secreto, sea ahorcado con su propio c¨ªngulo del palo mayor de esta nave invisible. -?Que se atrevan a rodearnos esos ¨ªnfimos sure?os! -desafi¨® el irritable euskald¨²n. -Sosi¨¦guese, hermano Xavier- prudenci¨® el catal¨¢n. Que entre todos hemos de hacer la nao gobernable. -Basta, hermanos, basta- medi¨® el guardador de secretos -Tomemos el camino recto, que no es otro que el de la fantasmagor¨ªa financiera. Mas para ello hemos menester de un nuevo embaucador embaucado. Meditemos. -La sugerencia fue acogida con el mayor de los silencios. Durante unos minutos no se oy¨® sino el ulular del b¨²ho en las tinieblas boscosas. Al cabo, cada cual de los presentes escribi¨® un nombre en un papel. Y en todos los papeles apareci¨® el mismo nombre: Arias Salgado, Totus Ineptus. -?Y un cuerno! -protest¨® la de Gades al serle comunicado, seg¨²n su natural intempestivo-. ?Ese facedor de Carajas, que dicen aeropuerto? ?Y con la ruina que les va a traer a los mesoneros andaluces! ?Ni hablar! ?Total, porque su padre fuera ministro de Franco! -Tranquilizaos y pensadlo bien, alteza-. Cuatro a?os de demora ha impuesto ya a todas las promesas de nuevas v¨ªas andaluzas: C¨®rdoba-Antequera, M¨¢laga-Motril, Motril-Almer¨ªa, Granada-Motril, Sevilla-M¨¦rida... Y en cuanto al artefacto ¨¦se que llaman AVE, nadie como ¨¦l... - ?Para enredarlo tambi¨¦n! -Pues eso, alteza. ?A qui¨¦n mejor podremos endilgar en el tiempo que resta todas las culpas de todo?
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