Esquizofrenia entre "blues" y m¨²sica latina

V¨ªctima siempre de un tipo de esquizofrenia art¨ªstica que afecta de modo habitual a muchos m¨²sicos europeos nacidos en un ¨¢mbito no anglosaj¨®n y que consiste en tratar de conciliar la adoraci¨®n por la tradici¨®n del blues y sus posteriores desarrollos y derivaciones est¨¦ticas, con las propias ra¨ªces y limitaciones expresivas, este italiano de Reggio Emilia cuenta, al menos, con la voluntad de tratar de poner su espect¨¢culo en directo a la altura de los de sus mitos. Hijo natural -art¨ªsticamente hablando- de Joe Cocker y Springsteen, pero sin renunciar a su personalidad de cantante mel¨®dico a la italiana, el orondo Zucchero volvi¨® a demostrar en la presentaci¨®n en vivo de su noveno ¨¢lbum, Blue sugar, por qu¨¦ es uno de los pocos artistas del Viejo Continente con el que las estrellas del pop internacional no dudan en colaborar.

Con un perchero lleno de sombreros y haci¨¦ndose acompa?ar por una extraordinaria banda en la que hay que destacar el trabajo de la bajista de color Gail-Ann Dorsey -toda una delicia como cantante- y el fogoso int¨¦rprete de ¨¢rmonica Mark Feltham, Zucchero irrumpi¨® en la escena con humor socarr¨®n y felicidad por estar de nuevo tocando en Espa?a. Partiendo con un sonido regular, el cantante fue hilvanando piezas nuevas en las que brillan las viejas influencias, pero que han sufrido un proceso de estandarizaci¨®n importante, con los viejos ¨¦xitos de siempre, que son los que animan un concierto. De las primeras cabe destacar Blu, colaboraci¨®n entre Zucchero y la cantautora canaria Rosana, en la que pesa ostensiblemente m¨¢s el modo de hacer de la segunda. De las ¨²ltimas, la extraordinaria ejecuci¨®n de Diavolo in me, Il Volo y la balada que le abri¨® el mercado anglosaj¨®n: Senza una donna. Fue un concierto correcto y agradable de un artista que, sin llegar a despertar el inter¨¦s de un Van Morrison, tiene tambi¨¦n su pu?adito de fieles.Zucchero.