El infierno lleva por nombre Kosovo
Los cr¨ªmenes en general, pero sobre todo los grandes cr¨ªmenes, requieren una larga preparaci¨®n. La supresi¨®n del pueblo alban¨¦s, algo de lo hoy est¨¢ siendo testigo el mundo entero, ha sido un antiguo sue?o en Serbia. No resulta ni mucho menos excesivo afirmar que este crimen colosal ha formado parte una y otra vez del programa nacional serbio. Castas pol¨ªticas y militares de ese pa¨ªs, funcionarios encumbrados, incluyendo entre ellos a jefes de Estado, acad¨¦micos, obispos, periodistas, escritores, multitudes enteras de personas, han estado y contin¨²an estando contaminados por el s¨ªndrome antialban¨¦s. Un acad¨¦mico serbio como Vaso Cubrilovic, quien en 1937 escribi¨® un tratado acerca de c¨®mo hacer desaparecer a los albaneses de la faz de la Tierra, un monstruo que cualquier pa¨ªs europeo encerrar¨ªa en la c¨¢rcel por criminal, muri¨® honrado, casi casi como un h¨¦roe espiritual de Serbia, hace unos cuantos a?os. Por si esto no bastara, fue incluso nombrado miembro de honor de la Academia de Ciencias de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Para hacer comprender a qu¨¦ extremos ha podido llegar la enfermedad antialbanesa, podemos recordar que incluso un destacado escritor como Ivo Andric enfang¨® gravemente su propia conciencia firmando un Draft on Albania, en el que negro sobre blanco se dice que "la separaci¨®n (desaparici¨®n) de Albania del mapa de los Balcanes es un mal necesario".
Estos y decenas de ejemplos como estos demuestran que el crimen serbio tiene profundas ra¨ªces y alcanza una gran extensi¨®n. En este contexto, se le puede considerar como una verdadera verg¨¹enza para Serbia, tal como queda ratificado por la solidaridad enfermiza de una parte de ese pa¨ªs con la casta estalinista-fascista de Milosevic. Siempre en este contexto, y sobre todo tras comprobar la ausencia total de sensibilidad ante la tragedia albanesa, tras asistir, adem¨¢s, al ¨¦xtasis perverso que dicha tragedia desata en una parte del pa¨ªs, puede hablarse sin temor de una responsabilidad colectiva de Serbia en ese horror.
Est¨¢n a disposici¨®n todos los testimonios precisos para confirmar que la aniquilaci¨®n de los albaneses de Kosovo ha sido largamente preparada, con brutalidad, con cinismo y una sed bestial de sangre. Se presentaron todas las advertencias necesarias acerca de la masacre antes de que se produjera. Quedaron depositados en despachos de presidentes, en instituciones, libros, redacciones de peri¨®dicos. Pero esas advertencias no fueron tomadas en cuenta. Un silencio vergonzoso ha sido la respuesta a todos los que han intentado despertar la conciencia de Europa y del mundo. He aqu¨ª el resultado.
Ahora en Kosovo el crimen se encuentra en pleno triunfo. El mundo conoce tan s¨®lo la punta del iceberg. Pronto se estremecer¨¢ al tener acceso a la entera verdad. ?sta no tardar¨¢ en llegar, y entonces ser¨¢n muchas las personas que no podr¨¢n dormir tranquilas.
Los c¨®mplices del crimen
Ning¨²n crimen de estas proporciones puede llevarse a cabo sin un entero ej¨¦rcito de colaboradores. Y el brutal nacionalismo serbio ha dispuesto de ellos, tanto en el interior de su pa¨ªs como fuera de ¨¦l. Al igual que en otros casos en que se han producido masacres y exterminio de pueblos, al igual que en los a?os treinta y cuarenta, cuando el exterminio de los jud¨ªos adquiri¨® la forma de una doctrina, el crimen de asesinato nacional en Kosovo ha requerido de sus propios abogados. Una multitud de intelectuales y pseudointelectuales, con apariencia de pol¨ªticos, escritores, miembros de comisiones, presidentes de subcomisiones, etc¨¦tera, etc¨¦tera, ofrecieron sus servicios a la barbarie. Las razones de semejante comportamiento no pueden ser m¨¢s oscuras, comenzando por la nostalgia estalinista, el racismo cuidadosamente enmascarado, el odio contra otras creencias, las recompensas econ¨®micas, hasta incluir las inclinaciones criminales, ¨¦sas que la gente oculta m¨¢s celosamente que ninguna otra cosa. De otro modo no puede explicarse la insensibilidad de esa gente ante las masacres y las deportaciones en Kosovo. Est¨¢n viendo aldeas y ciudades abrasadas y callan. Est¨¢n viendo caravanas interminables de deportados, como en los trenes del holocausto, y no abren la boca. Est¨¢n viendo mujeres y ni?os masacrados y contin¨²an sin dejarse o¨ªr. Y el silencio es s¨®lo la mitad del mal. Despu¨¦s de su vergonzoso silencio algunos levantan la voz para defender... a los verdugos. A estas alturas ya resultan intolerables los desfiles por la televisi¨®n de una caravana de supuestos opositores serbios de ayer, con la declaraci¨®n aprendida de memoria: "Yo era hasta ayer contrario a Milosevic, pero ahora estoy al ciento por ciento con ¨¦l a causa de los bombardeos de la OTAN".
A las personas que declaran tales cosas se les debe decir: se?ores, ustedes no han sido nunca contrarios al dictador. Ustedes han estado siempre a su servicio, s¨®lo que han venido formando parte del contingente de reserva y, el d¨ªa en que se les ha ordenado, han aparecido con la nueva cara. A nadie puede enga?ar ya la hipocres¨ªa de los Draskovic o los Comnenic de hoy, sobre cuyas conciencias pesan los cr¨ªmenes de la Serbia actual, de igual modo que sobre la conciencia de toda la nomenklatura estalinista.
Nadie puede dejarse enga?ar ya por el bonito nombre de "estudiante" cuando se trata, por ejemplo, de la brutalidad de los estudiantes serbios de Pristina. Gozosos ante el hecho de que, no siendo m¨¢s que el 10% de la poblaci¨®n, se hubieran convertido en due?os de la Universidad con la expulsi¨®n de los estudiantes albaneses, no s¨®lo no realizaron en ning¨²n momento el m¨¢s leve gesto de solidaridad, sino que cuando se plante¨® el caso de que, por fin, les fueran entregadas dos facultades a los albaneses, esta suerte de estudiantes se convirtieron en bestias salvajes, acusaron a Milosevic de "traidor que hace concesiones a los albaneses", y destruyeron las facultades.
Despu¨¦s de semejante salvajismo, las informaciones que llegan de Kosovo acerca de que los estudiantes de Pristina toman parte en las masacres contra los albaneses junto a los paramilitares no tienen por qu¨¦ dejar de resultar cre¨ªbles.
Especulaciones con la historia
El etnocidio serbio contra los albaneses, la m¨¢s negra mancha en la historia de Europa despu¨¦s del genocidio contra los jud¨ªos, como un crimen de tipo medieval que es, requer¨ªa sin remedio el concurso del medievo. Se ha producido a este respecto un extra?o fen¨®meno: como un microbio procedente de otra ¨¦poca que encuentra condiciones adecuadas de desarrollo en el tiempo actual, el enga?o medieval serbio, difundido por todos los medios electr¨®nicos de hoy, ha logrado desorientar a una parte de la opini¨®n p¨²blica. Este enga?o en forma de cuento para ni?os (Kosovo, cuna de la naci¨®n serbia; la batalla de Kosovo, la nostalgia serbia), repetido decenas de miles de veces como subt¨ªtulo de cada noticia, de cada informaci¨®n o an¨¢lisis sobre Kosovo, ha desempe?ado un papel de primera importancia en la preparaci¨®n del crimen que ahora tiene lugar. Los testimonios de la historia fueron despreciados, se dejaron a un lado las cr¨®nicas, las enciclopedias, los hechos, para sustituirlos por un pastel azucarado. Como sucede a menudo cuando la civilizaci¨®n retrocede ante la arrogancia vulgar, la historia seria retrocedi¨®, o m¨¢s precisamente se desconcert¨® ante este ataque masivo de la vulgaridad. No pocas veces se hicieron preguntas como la siguiente: ?C¨®mo es posible que la nostalgia de una batalla perdida hace 600 a?os sea argumento para aplastar a un pueblo? Pero este interrogante, al igual que otros parecidos, no consiguieron disipar la bruma del cuento serbio. La historia seria se repleg¨® as¨ª ante la charlataner¨ªa.
Finalmente, cuando el salvajismo serbio se tornaba cada vez m¨¢s evidente, se le hizo una concesi¨®n a la parte albanesa. En los medios electr¨®nicos se admiti¨® que "la verdad es que los ilirio-albaneses estaban en Kosovo cuando los eslavos del sur llegaron all¨ª en el siglo VII".
Esta afirmaci¨®n es fundamental y, sin embargo, acostumbrada al cuento serbio, la propaganda no tuvo el valor de apartarse de ¨¦l. Porque en caso de que se acepte esto, es decir, en caso de que se acepte que Kosovo es el enclave primero de los albaneses, ?c¨®mo puede aceptarse que otro pueblo, los serbios, declare su propia cuna la casa de otro?
Precisamente en este punto da comienzo una nueva y repulsiva historia. En cuanto alguien menciona esta verdad, finalmente "aceptable", los abogados de los serbios a¨²llan a coro: "?Qu¨¦ manipulaci¨®n de la historia es ¨¦sta, qu¨¦ es este acto primitivo de aducir qui¨¦n estaba antes en un territorio y qui¨¦n ha llegado despu¨¦s!".
Es el colmo de la hipocres¨ªa y la deshonestidad. Se cometen asesinatos y horrores en nombre de la historia, y se renuncia de inmediato a ella en cuanto la historia no les viene bien a los criminales.
No es en modo alguno excesivo afirmar que si Europa, por medio de sus instituciones culturales, sus archivos, sus academias, sus historiadores y analistas, etc¨¦tera, hubiese prestado atenci¨®n al esclarecimiento, aunque s¨®lo fuera en sus l¨ªneas maestras, de la historia de los Balcanes, bastantes desgracias se habr¨ªan evitado a tiempo y el curso de los acontecimientos podr¨ªa ser hoy bien distinto.
El problema de Kosovo est¨¢ en fase de desarrollo. Nunca es tarde para hacer lo que se deber¨ªa haber hecho antes, con mayor motivo cuando el estatuto de Kosovo contin¨²a apareciendo en el horizonte como una cuesti¨®n de primera importancia. Y en las conversaciones sobre el futuro estatuto de Kosovo, la historia volver¨¢ a ser invocada. Por eso, con m¨¢s raz¨®n que nunca, el mundo tiene, de una vez, necesidad de conocer la verdad sobre ello.
Dos versiones de la historia
La visi¨®n serbia de su propia historia, en consecuencia, de una parte de los Balcanes, est¨¢ completamente falsificada. Grosso modo, se presenta as¨ª: Kosovo es la cuna de la naci¨®n serbia. En 1389, los serbios libraron all¨ª una gran batalla, la batalla de Kosovo. Esta batalla defendi¨® pretendidamente a la cristiandad europea del avance otomano. Tras la derrota serbia en dicha guerra, los albaneses, aliados de los turcos, convertidos en musulmanes, penetraron en Kosovo. Los serbios, postrados bajo la doble bota: otomana y albanesa, disminuyen en n¨²mero. Kosovo forma parte de Albania durante casi seis siglos. En 1918, por fin, la injusticia secular es reparada: Kosovo es entregada a Yugoslavia. He aqu¨ª la otra versi¨®n, que puede verificarse en todos los libros de historia. Kosovo, hasta el siglo VII en que los eslavos llegan a los Balcanes, es territorio ilirio-alban¨¦s. Bajo la presi¨®n eslava se convierte en territorio com¨²n de sus primitivos habitantes, los albaneses, y de sus nuevos habitantes, los serbios. Los albaneses, primeros pobladores, contin¨²an siendo mayor¨ªa en todo momento.
La batalla de Kosovo, en 1389, es la confrontaci¨®n de una coalici¨®n cristiana balc¨¢nica con el imperio otomano. En ella combatieron juntos los serbios, los bosnios, los albaneses, los valacos (rumanos) y otros pueblos de los Balcanes. Ni un solo alban¨¦s se encuentra en el bando turco; por el contrario, una parte del ej¨¦rcito serbio, comandado por Marko Krajlovic, traiciona a los Balcanes y combate contra los suyos del lado de los turcos.
La guerra de Kosovo no frena, por el contrario impulsa, la invasi¨®n otomana. La retirada otomana provisional se produce a consecuencia del golpe por la espalda de Tamerl¨¢n (1400). Los turcos reemprenden la ocupaci¨®n de los Balcanes en el siglo XV. He aqu¨ª las fechas principales:
Batalla de Kosovo: 1389. Los turcos ganan la guerra.
Batalla de Ankara: 1400. Los turcos son derrotados por los mongoles.
Inicios del siglo XV: los turcos se recuperan y se lanzan de nuevo sobre los Balcanes.
A?o 1444: los albaneses, encabezados por Jorge Castriota Escanderbeg, se rebelan.
A?o 1448: segunda batalla de Kosovo. Extra?amente, tiene lugar entre los turcos y los h¨²ngaros, dirigidos por Hunyadi. Los aliados de los h¨²ngaros, los albaneses, llegan tarde. En cuanto a los serbios, reh¨²san combatir por la cuna. Los h¨²ngaros, al igual que los balc¨¢nicos medio siglo antes, son derrotados. De todos modos, ellos no proclaman Kosovo como la cuna de Hungr¨ªa.
A?o 1450: el sult¨¢n Murad II (Murad I muri¨® en Kosovo) pone cerco a la capital albanesa, Kruja.
A?o 1453: Mehmet II ocupa Constantinopla.
A?os 1453-1460: prosigue la ocupaci¨®n de los Balcanes. Rumanos, h¨²ngaros y otros pueblos balc¨¢nicos son derrotados uno tras otro.
A?o 1462: el sult¨¢n Mehmet II marcha sobre Albania contra Castriota. La Europa cristiana intenta organizar una defensa com¨²n. Castriota es nombrado por el Papa Atleta de Cristo.
A?o 1478: el sult¨¢n Mehmet II marcha por tercera vez sobre Albania. Cae la fortaleza albano-veneciana de Shkoder.
A?o 1499: cae la ¨²ltima fortaleza albano-veneciana de Durres. El imperio otomano domina en todos los Balcanes.
Acerca del colaboracionismo balc¨¢nico
Una parte del expediente de Kosovo, seg¨²n la versi¨®n serbia, lo constituye la denominada "colaboraci¨®n con los otomanos". Las especulaciones son de sobra conocidas. La verdad es bien diferente. Contrariamente a las descripciones de los escritores nacionalistas balc¨¢nicos, las relaciones Balcanes-imperio otomano no fueron ni de color de rosa ni siempre heroicas. La totalidad de los pa¨ªses balc¨¢nicos, unos menos y otros m¨¢s, colaboraron con el imperio. Esa colaboraci¨®n adopt¨® diferentes formas: casamientos y entroncamientos de los pr¨ªncipes con los ocupantes, acuerdos, compromisos, concesiones, privilegios, puestos elevados. Lo hicieron los griegos, los albaneses, los hebreos, los armenios (hasta el momento de la masacre), los b¨²lgaros, los rumanos, e incluso aquellos que resultaron los m¨¢s oprimidos, los serbios.
En 1453, s¨®lo unos d¨ªas despu¨¦s de la toma de Constantinopla, uno de los primeros decretos del sult¨¢n Mehmet II fue el relativo al estatuto de la Iglesia griega. El poderoso patriarcado griego de Estambul estuvo siempre all¨ª, en el centro del imperio otomano, defendido por ¨¦l. Jam¨¢s ese hecho ha sido mencionado como acto de colaboraci¨®n.
Para no extendernos, en todos los Balcanes ha habido formas sin fin de compromiso. La mayor parte de la alta administraci¨®n otomana la dirig¨ªan balc¨¢nicos: albaneses, griegos, hebreos. La parte principal del ej¨¦rcito y la diplomacia, igualmente. A mediados del siglo XVII, el imperio entreg¨® a albaneses el cargo de primer ministro, que mantuvieron con algunas interrupciones durante casi un siglo. Este hecho, acompa?ado de la sed de carrera y de gloria, proverbial entre los balc¨¢nicos y sobre todo entre los albaneses, desempe?¨® un importante papel en el impulso de la conversi¨®n de ¨¦stos a la fe musulmana.
A estas alturas nos encontramos a 270 a?os de la batalla de Kosovo y la mayor¨ªa abrumadora de los albaneses son todav¨ªa cristianos. A lo largo de tres siglos la conversi¨®n har¨¢ musulmanes a la mitad de los albaneses. Pero al mencionar este proceso pretende olvidarse que esa misma conversi¨®n ha tenido lugar en la mayor parte de los Balcanes. Se convierten a la fe musulmana partes de la poblaci¨®n griega, b¨²lgara (los cretenses se convirtieron en su totalidad durante dos siglos), as¨ª como otros eslavos del sur. Pero, como con casi todo en la historia de los albaneses, tambi¨¦n con su religi¨®n se han hecho falsificaciones tremendas.
Especulaciones con la religi¨®n
Una de las bases de la estrategia serbia contra los albaneses ha sido su religi¨®n. Seguros de que la Europa cristiana, de cualquier forma, se colocar¨ªa del lado de los serbios ortodoxos contra los "albaneses musulmanes", hicieron todo lo posible porque la coloraci¨®n musulmana de los albaneses se resaltara al m¨¢ximo. Ello iba acompa?ado del esfuerzo contrario: minimizar, y en lo posible hacer desaparecer, la coloraci¨®n de la fe original de los albaneses: el cristianismo. Es preciso decir antes de continuar adelante que aun cuando los albaneses fueran al ciento por ciento musulmanes, aun cuando fueran tambi¨¦n musulmanes cl¨¢sicos, ning¨²n genocidio podr¨ªa legitimarse en nombre de esto, ni contra ellos ni contra nadie.
Claro que para la mentalidad primitiva del nacionalismo serbio bastaba con que Europa se convenciera de que los albaneses eran verdaderos musulmanes para que les abandonara a merced del hacha serbia.
El hecho de que ni Europa ni Estados Unidos hayan ca¨ªdo en esta trampa b¨¢rbara constituye una victoria de la civilizaci¨®n occidental, la cual se ha desvinculado con coraje del crimen serbio, salvando as¨ª la conciencia de la cristiandad europea de una grave m¨¢cula. Este acto emancipador europeo-norteamericano tendr¨¢ apreciables consecuencias positivas en las relaciones del Occidente actual con todo el mundo musulm¨¢n. Tal vez no sea casual que el generador de este acto haya sido el pueblo alban¨¦s, ese pueblo que puede ser criticado por muchas cosas, pero que nunca podr¨¢ dejar de ser ensalzado por una maravillosa: la tolerancia religiosa, en cuanto a la que, al parecer, ocupa el primer puesto en el mundo.
Los albaneses tienen tres religiones: son cat¨®licos, musulmanes y ortodoxos. Es sabido que la cosa m¨¢s f¨¢cil en los Balcanes es la pendencia, con motivo o sin ¨¦l. Los albaneses, como aut¨¦nticos balc¨¢nicos que son, pueden haberse peleado por cualquier cosa, pero jam¨¢s por la religi¨®n. Han vivido juntamente y en armon¨ªa los cat¨®licos que portaban la fe primera con los ortodoxos, que se hicieron tales tras el cisma, y, por fin, con los musulmanes, que se convirtieron en su totalidad a lo largo de los tres ¨²ltimos siglos.
Esta imagen de civilizaci¨®n resultaba excesivamente fastidiosa para los proyectos antialbaneses de los serbios. Por eso hicieron todos los esfuerzos posibles para quebrarla. La falsificaci¨®n de las cifras fue la primera cosa. En ausencia de estad¨ªsticas a lo largo de 70 a?os, se inventaron o se manipularon cifras antiguas, que no ten¨ªan la menor relaci¨®n con el momento. Al ser Albania un pa¨ªs en el que los matrimonios mixtos se vienen celebrando desde hac¨ªa casi un siglo, nadie puede saber hoy la proporci¨®n num¨¦rica de las creencias entre sus habitantes. En Kosovo ha sido distinto: desde hace tres siglos la mayor¨ªa viene siendo all¨ª musulmana; la minor¨ªa, cat¨®lica. Esta diferencia ha tra¨ªdo consigo la desaparici¨®n de los ortodoxos kosovares, los cuales, como muestra de diferenciaci¨®n, con el fin de no tener la misma religi¨®n que los serbios, prefirieron el islam.
Para la propaganda serbia, por la razones que se han mencionado m¨¢s arriba, resultaba ¨²til presentar a Albania como un pa¨ªs musulm¨¢n. As¨ª que hizo cuanto estuvo en su mano para conseguirlo. Por desgracia, esos clich¨¦s consiguieron cuajar con frecuencia a prop¨®sito de la imagen de los albaneses. La b¨²squeda del exotismo desempe?¨®, asimismo, su papel, para que las c¨¢maras de los medios de comunicaci¨®n se concentraran mucho m¨¢s en las mezquitas de Albania, y no en sus iglesias, que son bien antiguas y numerosas.
Para poner en duda esta homogeneidad musulmana bastaba con que los analistas y periodistas se hubieran hecho una sencilla pregunta: ?por qu¨¦ los albaneses, presentados enteramente como musulmanes, habr¨¢n elegido como h¨¦roe nacional absoluto y simb¨®lico a un pr¨ªncipe cat¨®lico, Jorge Castriota Escanderbeg, cuyo t¨ªtulo figuraba por doquier como Se?or de Albania, Atleta de Cristo?
La misma pregunta podr¨ªa hacerse acerca del jefe del Estado alban¨¦s en los a?os veinte, el obispo ortodoxo Fan Noli, uno de los personajes m¨¢s queridos de los albaneses (traductor de Shakespeare y de Cervantes en Albania), y finalmente, sobre la l¨ªder espiritual de los albaneses de hoy, la cat¨®lica Madre Teresa.
La sa?a serbia contra el catolicismo alban¨¦s es de doble condici¨®n: primero, es sa?a tradicional religiosa, y segundo, porque sirve de obst¨¢culo para una falsificaci¨®n. Precisamente esa sa?a se ha manifestado hace pocos d¨ªas contra la segunda ciudad de Kosovo, Peja (Pec), centro principal del catolicismo en Kosovo. Por desgracia, los medios de comunicaci¨®n, tan sensibles en ocasiones para asuntos de religi¨®n en los Balcanes, no pusieron de relieve este hecho.
Herodiada contra los ni?os albaneses
Tras la masacre de Ra?ak se produjo uno de los hechos m¨¢s exasperantes para la conciencia humana: con un cinismo sin parag¨®n Serbia, la misma que hab¨ªa matado a aquellas personas, nombr¨® sus propios m¨¦dicos para que hicieran la autopsia a las v¨ªctimas. Y los m¨¦dicos serbios, despu¨¦s de despedazar por segunda vez los diecis¨¦is cad¨¢veres, llegaron a la conclusi¨®n de que "?no ha habido ninguna clase de masacre"! La intervenci¨®n destinada a interrumpir la autopsia serbia fue en exceso tard¨ªa y carente de energ¨ªa. Tras la insistencia serbia, se introdujo en el grupo de m¨¦dicos de la ONU a dos "hermanos eslavos". Dichos dos m¨¦dicos, en esta ocasi¨®n bielorrusos, se apresuraron igualmente a declarar que "no ha habido ninguna clase de masacre". La solidaridad entre los hermanos serbios y bielorrusos se reactiv¨® de este modo tras tal acci¨®n, por la que los doctores Mengele de ambas partes se lavaron las manos con la sangre de las v¨ªctimas. Ya veremos si tambi¨¦n Rusia se une a esta confraternidad. El grupo finland¨¦s de m¨¦dicos de la ONU se desvincul¨® de la citada declaraci¨®n, nuevamente con retraso y torpeza. La vacilaci¨®n en denunciar la masacre, la lentitud, la ausencia de celo, las declaraciones equ¨ªvocas resultan cada vez m¨¢s indignantes en la hora presente, cuando la barbarie serbia est¨¢ sobradamente testimoniada.
Diez a?os atr¨¢s, en 1989, en Kosovo se produjo un hecho aterrador. Antes de que los alumnos albaneses fueran expulsados de las escuelas, los kosovares hicieron sonar la alarma acerca de un envenenamiento masivo de aqu¨¦llos. Comisiones tras comisiones acudieron a Kosovo procedentes de Europa. Se hicieron investigaciones, an¨¢lisis, sin ninguna conclusi¨®n clara. Una parte de los m¨¦dicos y los especialistas declararon que hab¨ªa habido envenenamiento con gas sarin. El resto se opuso dando a entender que aquellos cientos de ni?os albaneses que se convulsionaban entre v¨®mitos ?estaban haciendo teatro! En aquel tiempo Yugoslavia ten¨ªa muchos amigos en el mundo, y consigui¨®, si no cerrarlo plenamente, s¨ª paralizar este negro expediente.
Esta actitud elusiva ante el crimen ha constituido una verdadera tragedia. Ha envalentonado a los criminales. Para ellos ese gesto estaba cargado de significaci¨®n.
Hoy, dentro del cuadro general del genocidio que se est¨¢ produciendo en Kosovo, es preciso que se vuelva a abrir el Expediente del Envenenamiento de los ni?os. Deben hacerse p¨²blicas las razones de quienes llegaron a la conclusi¨®n de que hubo envenenamiento. Y los nombres de los pol¨ªticos occidentales que dieron carpetazo al expediente, en el caso de que se confirme tal hecho.
Los ¨²ltimos acontecimientos han puesto en evidencia que los ni?os albaneses son toda una obsesi¨®n para los criminales serbios. Es una verdadera herodiada, s¨®lo que de proporciones colosales en comparaci¨®n con la persecuci¨®n de los ni?os por parte del rey b¨ªblico Herodes. Dicha acci¨®n ha sido y es alimentada por declaraciones supuestamente ingenuas del tipo de las de Patrick Besson, acerca de que "los albaneses tienen muchos ni?os". Esta afirmaci¨®n queda despojada de toda ingenuidad cuando se realiza despu¨¦s de una matanza de ni?os, tal como en efecto sucedi¨®. Su verdadero significado en tales condiciones es: no os preocup¨¦is demasiado por la muerte de ni?os. Los albaneses engendrar¨¢n m¨¢s...
Quienes hayan visto en las pantallas de televisi¨®n la deportaci¨®n de los albaneses no pueden haber dejado de observar que esta inmensa tragedia es antes que nada una tragedia de los ni?os. Eran un cuarto de mill¨®n de ni?os hasta hace unos d¨ªas, golpeados corporal y psicol¨®gicamente, los que trataban de escapar del infierno. Ma?ana pueden ser medio mill¨®n. Y otro tanto padece en el interior de Kosovo, a salvo de que les vea ojo humano alguno, de que ning¨²n o¨ªdo les escuche.
Como resultado de una simetr¨ªa y una l¨®gica funestas, el crimen serbio, alimentado desde las simas de la Edad Media, est¨¢ golpeando el futuro: a los ni?os. Esto est¨¢ sucediendo cada d¨ªa y a cada hora, mientras en alg¨²n lugar, en la distancia, a¨²n hay gente que discute ?si la palabra genocidio es prematura para Kosovo!
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