"Es el final de una parte de mi vida"
Juan Oiarzabal relata sus primeras sensaciones despu¨¦s de coronar en Annapurna su 14? "ochomil" y entrar en la leyenda
La voz de Oiarzabal son¨®, por fin, en el radiotransmisor del campo base: "Los dem¨¢s que tomen sopa y caf¨¦ cuando lleguemos, pero yo necesito una cerveza. Espero una cerveza, ?eh?". Era el primer deseo del h¨¦roe del Annapurna, el sexto hombre que hab¨ªa conquistado los 14 ochomiles. Despu¨¦s pas¨® a informar sobre la situaci¨®n del grupo. Habl¨® de la debilidad de Eneko Pou, que le obligaba a ralentizar el descenso, de la necesidad de alimentos -en el campo 2 se hab¨ªan quedado sin comida y descend¨ªan sin ingerir alimentos, ni bebida alguna-, de la dificultad del retorno marcado por el hielo, el fr¨ªo y del cansancio, consecuencia de los muchos d¨ªas de escalada.Oiarzabal, 43 a?os, no es un hombre proclive a las declaraciones po¨¦ticas cuando consigue sus objetivos. Pero instantes despu¨¦s de coronar la cima del Annapurna, Oiarzabal confes¨® que esta haza?a era diferente. "He llegado a llorar por la emoci¨®n. Es el final de un ciclo y de una parte de mi vida". Se sent¨ªa relajado despu¨¦s de culminar una aventura so?ada muchos a?os atr¨¢s y que en los ¨²ltimos meses le lleg¨® a producir estr¨¦s. Despu¨¦s como si tal cosa volvi¨® a la rutina. Retom¨® su labor de coordinador general del descenso.
La noticia del ¨¦xito de la expedici¨®n le hab¨ªa correspondido darla a Juan Vallejo, el m¨¢s fuerte de los expedicionarios. Oiarzabal, mientras, se recuperaba y reflexionaba sobre lo conseguido. Despu¨¦s llam¨® a Araceli, su compa?era, que en Vitoria esperaba noticias, y a su amigo Mart¨ªn Fiz de quien dice es quien mejor le entiende, su alma gemela.
En el hotel Gaurishankar de Katmand¨² se ha seguido minuto a minuto la haza?a. Los recepcionistas recuerdan a Juan Oiarzabal como ese barbudo con gesto enfurru?ado que sacude la mesa del comedor a pu?etazos mientras discute. En el refugio los que esperan relatan las horas previas al ascenso. Las peque?as escenas cotidianas. La mirada perdida sobre el plato de fabada que los expedicionarios devoraban antes de partir o las bromas al coreano Hom, que sudaba a mares por culpa de los efectos del picante de su dieta.
Tambi¨¦n hubo momentos de tensi¨®n antes de partir. Juan Vallejo, Eneko Pou y Ferran Latorre discreparon con Oirazabal sobre el d¨ªa elegido para atacar la cumbre. Ellos cre¨ªan que deb¨ªa de ser el 26 de abril, un d¨ªa despu¨¦s de lo planeado por su jefe. El malhumor de Oiarzabal se dej¨® entonces notar. Porque en el grupo las jerarqu¨ªas funcionan. En esta empresa la muerte siempre ronda, est¨¢ en la mente de todos aunque nadie quiere dramatizar. La soluci¨®n es cuidar al m¨ªnimo todos los detalles.
La tensi¨®n se rompe cuando llega el correo. Juanito irrumpe en la tienda comedor emocionado, apretando en su mano derecha un pu?ado de cartas y dibujos enviados por los alumnos de un colegio de Vitoria. Entonces Oiarzabal ironiza y recuerda a otro monta?ero, Benoit Chamoux: "Mira que si me pasa como a ¨¦l y me muero en el ¨²ltimo ochomil...".
Entre el campo 1 y el campo 2 , Oiarzabal y sus compa?eros pasan momentos de peligro: deben superar un embudo de hielo expuesto. "El embudo, joder con el embudo". Es la ¨²nica referencia del pensamiento de Oiarzabal en esos momentos, una obsesi¨®n engordada por las implacables estad¨ªsticas: 102 ascensiones, 62 fallecidos en el Annapurna.
Entre el 26 y 29 de abril, la expedici¨®n se ha propuesto alcanzar la cima. El campo base vive pegado al radiotransmisor instalado en el comedor. Se trata de reconocer por la voz el estado f¨ªsico de los que arriba deben derretir nieve para beber y mordisquear ins¨ªpidas chocolatinas para mantener los niveles de glucosa. Toda la tarde, con ayuda de unos prism¨¢ticos, los que estamos m¨¢s abajo seguimos la ascensi¨®n. Son 10 puntitos negros en una pala de hielo. Los fuertes avanzan desesperantemente lentos, los menos fuertes parecen clavados en la nieve. Est¨¢n a 800 metros de desnivel, a 25? bajo cero, a ocho horas del ¨¦xito. Por fin llega el mensaje esperado: "Cima a campo base". Juan Oiarzabal ha tocado techo.
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