El Madrid pone las cosas en su sitio

Dec¨ªa en la v¨ªspera el entrenador del Fuenlabrada, ?scar Quintana, que lo l¨®gico era que el Madrid consiguiera un 3-0 en la eliminatoria. Conseguido est¨¢. Su equipo resisti¨® hasta donde buenamente pudo, que fue mucho, y se despidi¨® de la competici¨®n con la cabeza alta, como corresponde a un grupo de profesionales que han hecho historia en el club fuenlabre?o. Pero la l¨®gica puede pesar demasiado incluso en un deporte tan lleno de sorpresas como el baloncesto.Y la l¨®gica grita que el Madrid tiene cuatro jugadores extraordinarios y el Fuenlabrada s¨®lo uno. Y grita tambi¨¦n que el banquillo de aqu¨¦l, con todas sus limitaciones, es superior al de ¨¦ste. Y dice, en fin, que los milagros est¨¢n por demostrar. A¨²n as¨ª, el todopoderoso tuvo que esperar al tramo final del choque para derribar a un rival que quer¨ªa alargar la fiesta lo m¨¢s posible, hasta el cuarto o el quinto partido y que, m¨¢s all¨¢ de lo que dicta un marcador concluyente, muri¨® con las botas puestas. Sirva como prueba de ello que el Madrid tuvo que echar mano de sus mejores virtudes, que las tiene aunque a ratos las esconda, para poner las cosas en su sitio. Se vio obligado a atar en corto a Perasovic para que ¨¦ste no consiguiera 50 puntos. Y se vio obligado a que su cuarteto de lujo, Herreros, Angulo, Tanoka y Struelenes, crisparan el gesto. As¨ª, s¨®lo as¨ª, logr¨® que el Fuenlabrada se diera por vencido.

El partido naci¨® a oscuras, con ambos conjuntos esmer¨¢ndose en defensa e invent¨¢ndose un pu?ado de desprop¨®sitos en ataque. Nada dec¨ªa el 3-11 que el Madrid acumul¨® a los siete minutos y tampoco el parcial de 9-1 con el que el Fuenlabrada recuper¨® terreno (12-12, m.10). Luyk orden¨® a Santos perseguir a Perasovic y el croata tard¨® m¨¢s de lo acostumbrado en encontrar la salida del laberinto. Pero la encontr¨®, vaya si lo hizo.

El Madrid se encomend¨® a Struelenes para escaparse de una de sus habituales par¨¢lisis atacantes. El belga ejecut¨® una primera parte espectacular (13 puntos y ocho rebotes) y permiti¨® que el Madrid se fuera vivo al descanso (34-33). Sigui¨® so?ando el Fuenlabrada (47-42, m.27), con Luyk manejando una defensa zonal 1-4, en la que sacrificaba al hombre de fuera en busca de Perasovic. Pero lleg¨® el momento en que a Struelenes se le unieron en aquello del acierto Tanoka y compa?¨ªa, y la compa?¨ªa incluye a Victoriano. La artiller¨ªa del Fuenlabrada depend¨ªa ya, en exclusiva, de un Perasovic al que persiguieron primero Santos, luego Luyk, luego Victoriano y luego Angulo. Gan¨® Perasovic, que no el Fuenlabrada.

Porque aqu¨¦l no encontr¨® aliados entre los suyos. A¨²n quedaban dudas en el marcador cuando ocurri¨® lo inesperado: Victoriano entr¨® de nuevo por un Lasa que no daba una y el rodillo madridista se puso en marcha. El argentino levant¨® la cabeza, se puso coherente, encest¨®, asisti¨® e incluso caz¨® seis rebotes. En vista de los hechos, Herreros y Angulo se animaron y Tanoka comenz¨® su paticular recital, ¨¦se que le lleva a sembrar el terror en ambas zonas. S¨®lo entonces las diferencias se fueron hasta donde el Madrid quiso, hasta un resultado que pone el punto y final a la inolvidable temporada del Fuenlabrada, un equipo al que jam¨¢s le vino grande la competici¨®n. Lo que le vino grande fue la l¨®gica.