Yugoslavia: razones de una sinraz¨®n
El bombardeo de Yugoslavia es una sinraz¨®n que puede desembocar en una sinraz¨®n de mayor calibre, la de una guerra terrestre. Que el r¨¦gimen de Milosevic es una dictadura racista y ultranacionalista que ha practicado y practica la limpieza ¨¦tnica y el terrorismo de Estado como formas de dominaci¨®n est¨¢ fuera de toda duda. Pero la guerra desencadenada por la OTAN es una sarta de dislates. Pretendiendo ayudar a los kosovares se ha agravado considerablemente su suerte, permitiendo y estimulando su expulsi¨®n masiva. Tal vez Milosevic estuviera planeando algo semejante, aunque parece dudoso: su estrategia parec¨ªa encaminada m¨¢s bien al exterminio del peque?o n¨²cleo resistente y a la reorganizaci¨®n administrativa de Kosovo. Pero eso nunca lo sabremos porque la historia no se reescribe. Lo que s¨ª sabemos es que los kosovares se han convertido en desplazados y refugiados y que su retorno al hogar es problem¨¢tico, puesto que implica la costosa ocupaci¨®n militar de Kosovo durante largo tiempo. Otra sinraz¨®n: los bombardeos de objetivos civiles en Yugoslavia adem¨¢s de los da?os colaterales (o sea v¨ªctimas civiles) de los ataques a objetivos militares, que han causado cientos de v¨ªctimas y causaran muchas m¨¢s. Con esta l¨®gica, si la televisi¨®n, los puentes y las centrales t¨¦rmicas son objetivos militares, la casi totalidad de las infraestructuras del pa¨ªs deber¨ªa ser destruida —y probablemente lo ser¨¢—. El castigo as¨ª infligido a toda una ciudadan¨ªa ha creado un abismo de rencor entre los serbios y el resto de Europa. Si el objetivo era debilitar o destituir a Milosevic, las haza?as b¨¦licas de la OTAN han conseguido lo contrario. De momento, ni siquiera han podido destruir a las fuerzas yugoslavas, entrenadas desde hace 50 a?os exactamente para este tipo de guerra, primero contra los nazis, luego en previsi¨®n de una invasi¨®n sovi¨¦tica. Lo esencial era separar a Milosevic del pueblo serbio. Es obvio que se ha conseguido lo contrario. Nunca Milosevic hab¨ªa conseguido encarnar la identidad serbia como hasta ahora. Y nunca hubiera so?ado con alcanzar un tal nivel de popularidad: un pueblo bajo las bombas no rechaza a sus dirigentes —se agrupa en torno a ellos—. Pero la sinraz¨®n va m¨¢s all¨¢ de los Balcanes. Tras una d¨¦cada de esfuerzos para integrar a Rusia en el sistema de seguridad occidental, alejando para siempre el fantasma de una confrontaci¨®n con quien es todav¨ªa el segundo poder militar nuclear del planeta, unas semanas de ceguera pol¨ªtica (o de arrogancia irresponsable) han bastado para suscitar una masiva ola antioccidental en la opini¨®n p¨²blica rusa, un rasgo que se constituye en dato funda mental y duradero de la pol¨ªtica interior y exterior rusa, en el preciso momento en que se abre la su cesi¨®n de Yeltsin. Si esta Rusia de la triste figura no est¨¢ en condiciones econ¨®micas ni militares de oponerse a la OTAN/FMI en estos momentos, la pol¨ªtica occidental del tr¨¢gala no ser¨¢ olvidada. La historia recordar¨¢ probablemente como esta guerra fue el momento en que Rusia sent¨® las bases para su reconstrucci¨®n como potencia militar operativa. La alarma rusa ante la nueva agresividad de la OTAN es compartida en la opini¨®n p¨²blica de muchos pa¨ªses, y en algunos gobiernos, al rededor del planeta. China ha dejado clara su oposici¨®n a esta intervenci¨®n militar, sobre todo si se la argumenta en t¨¦rminos de derechos humanos y de minor¨ªas nacionales. ?O es que el T¨ªbet es menos que Kosovo? Y en Am¨¦rica Latina, por ejemplo, en Colombia, se suscita la pregunta de qui¨¦nes el pr¨®ximo, el d¨ªa en que, por ejemplo, a alguien se le ocurra resolver a bombazos el problema de la narcoguerrilla. Pero tal vez la mayor sinraz¨®n, a corto plazo, es el callej¨®n sin salida en que se ha metido la OTAN y, de paso, nos ha metido a todos Tan s¨®lo si Milosevic negocia, con la mediaci¨®n de Rusia y de la ONU, se puede evitar el desastre, porque la OTAN ha proclamado que se juega su credibilidad (esencial para una alianza militar disuasoria) y, por tanto, no va a dar su brazo a torcer. Pero, a menos de sufrir una derrota militar total, Milosevic no va a ceder m¨¢s all¨¢ de una autonom¨ªa provincial supervisa da por Naciones Unidas, con un contingente ruso, tras haber desarmado a la guerrilla kosovar. Algo que hubiera podido obtenerse sin guerra. La imposici¨®n de otra soluci¨®n a Milosevic pasa por la destrucci¨®n de Yugoslavia desde el aire y/o la invasi¨®n terrestre de Kosovo. El coste humano de ambas opciones ser¨¢ enorme y el resultado ¨²ltimo es enquistar en suelo europeo una situaci¨®n de tensi¨®n y violencia semejante a la que existe entre Israel y Palestina desde hace medio siglo. O sea que la hip¨®tesis deseable, por absurda que sea, es la de una salida formalmente honrosa para todos que deje las cosas m¨¢s o. menos como estaban. ?Cu¨¢les son las razones de una tal sinraz¨®n? La primera es la incompetencia profesional de nuestros dirigentes pol¨ªticos y de sus servicios de inteligencia y estrategia militar. Creyeron poder asustar a Milosevic con un bombardeo limitado en el tiempo y en el espacio, algo as¨ª como la operaci¨®n que puso fin a la guerra de Bosnia. ?C¨®mo pudo pensarse que Milosevic, que hab¨ªa subido al poder en base a su defensa de los serbios en Kosovo, pondr¨ªa en cuesti¨®n su soberan¨ªa de facto sobre el lugar que es la Covadonga de los serbios? ?C¨®mo se puede seguir menospreciando la fuerza de la identidad, reducida a atavismos irracionales por unas ¨¦lites que han olvidado lo que existe m¨¢s all¨¢ de sus modelos inform¨¢ticos? La decisi¨®n del bombardeo se tom¨® a la ligera y en medio de distracciones pol¨ªticas, tales como el proceso de destituci¨®n contra Clinton, como ha documentado The New York Times en un extraordinario reportaje. Y como Milosevic no se rindi¨®, sino que hab¨ªa preparado sus fuerzas para la resistencia, la guerra a¨¦rea contra las fuerzas serbias en Kosovo se hizo inoperante. Como los sat¨¦lites y misiles pueden destruir m¨¢s f¨¢cilmente lo que se ve desde arriba y lo que no se mueve, ¨¦sa fue la estrategia. Castigar a la ¨¦lite serbia a bombazos contra edificios. Como si sus cuentas en Suiza y sus acciones en Wall Street fueran vulnerables a las explosiones. La ignorancia de cu¨¢les son las fuentes del poder en una econom¨ªa globalizada de redes hace que el instrumento cree la funci¨®n. O sea, como lo ¨²nico que se puede es bombardear hay que bombardear lo que se puede. ?Es la raz¨®n la defensa de los derechos huma nos, como creo que cree sinceramente Javier Solana? Si eso es as¨ª y si a esos principios hay que sacrificar la soberan¨ªa de los pa¨ªses, las consecuencias de dicha pol¨ªtica se r¨ªan la desestabilizaci¨®n del mundo, porque el mundo est¨¢ repleto de abusos de derechos humanos y de pisoteo de los derechos de las minor¨ªas ¨¦tnicas o nacionales, desde Chiapas al T¨ªbet, pasando el Kurdist¨¢n (territorio OTAN).
Por eso se restringe la esfera de intervenci¨®n a Europa. O sea, que la OTAN, de ahora en adelante, se encargar¨¢ de que toda Europa respete unos principios. Los peligros de ese principio sobre los principios (una vieja historia del expansionismo revolucionario de Napole¨®n) son inmensos. Imag¨ªnese un Pa¨ªs Vasco o una Catalunya que, por refer¨¦ndum mayoritario en sus territorios, aprueban la independencia de Madrid y empiezan a ejercer el autogobierno de forma pac¨ªfica. Imag¨ªnese un Gobierno de Madrid que se pone duro y elimina las instituciones regionales/nacionales temporalmente. Imag¨ªnese que una nueva ETA, con mayor apoyo popular, inicia una guerrilla urbana. ?La OTAN deber¨ªa entonces intervenir? ?En favor de qui¨¦n? ?D¨®nde se establece la l¨ªnea divisoria? ?Por qu¨¦ un Estado como el yugoslavo, reconocido internacionalmente, ve retirado su poder de decisi¨®n aut¨®nomo? ?Por ejercer la limpieza ¨¦tnica? Pero entonces, antes de construir una polic¨ªa internacional (la OTAN), hay que establecer un tribunal internacional reconocido (?el de La Haya?), con poder vinculante de sus decisiones. Y una legislaci¨®n internacional de derechos humanos que pueda aplicar dicho tribunal. Lo contrario es darle a la polic¨ªa el poder de decidir a qui¨¦n le pega, cu¨¢ndo, c¨®mo y por qu¨¦. En ¨²ltimo t¨¦rmino, las razones de la sinraz¨®? son simples, viejas y tristes. El ejercicio del poder por quien lo tiene para evitar que otros levanten la cabeza. La Uni¨®n Europea, el gigante econ¨®mico-cultural con complejo de enano pol¨ªtico-militar, fue humillado por la atroz guerra de Bosnia y decidi¨® que nunca m¨¢s. Estados Unidos tiene que buscar uso a su m¨¢quina militar, sin enemigo real que lo justifique, y si los europeos le siguen pidiendo protecci¨®n contra Yugoslavia, como antes contra la Uni¨®n Sovi¨¦tica, tanto mejor. As¨ª queda claro qui¨¦n manda.
Y las fuerzas armadas de todos los pa¨ªses est¨¢n felices de poder al fin hacer la guerra, que es su oficio, con sus nuevos videojuegos. Se trata de un ejercicio de poder intimidatorio que calcul¨® mal la jugada y ahora no quiere perder esa capacidad de intimidaci¨®n. No hay proyecto estrat¨¦gico, ni designios imperiales, ni mucho menos imperativo categ¨®rico de la defensa de los derechos inalienables de los kosovares. Lo que hay es ignorancia, torpeza, peque?as ambiciones pol¨ªticas. Pura miseria humana. Y un enorme d¨¦ficit democr¨¢tico entre la vida nuestra de cada d¨ªa y las decisiones irresponsables que se toman en nuestro nombre.
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