Una circunstancia, no un partido
El Atl¨¦tico supera al Athletic en un encuentro que sucumbi¨® a sus propias pasiones
El partido estaba dedicado a los sectores m¨¢s profundos del f¨²tbol, aquellos que sufren y se emocionan con el fundamentalismo y deciden por el resultado. En el Athletic, el llamamiento era a las esencias m¨¢s arcaicas: el honor herido y perdido en Mallorca; el el Atl¨¦tico, el asunto era m¨¢s burocr¨¢tico: las esencias son el ¨²nico argumento para la salvaci¨®n. El f¨²tbol era un asunto colateral, casi una excusa para resolver la lucha que cada cual libraba consigo mismo. Una cuesti¨®n de orgullo y necesidad, que no de f¨²tbol, un intercambio de estados pasionales seg¨²n las circunstancias, todos ajenos a la inteligencia.Ni los goles alteraron el medio ambiente. El Athletic que jugaba cual acostumbra, muy frontal, muy desmedido, sin ninguna relaci¨®n entre las presuntas l¨ªneas de su dibujo, se encontr¨® con un gol que naci¨® de un centro mal tocado y un remate manso y colocado. El Athletic ni se inmuto, ni se ajust¨® en defensa, ni rebusc¨® el bal¨®n, ni templ¨® el ¨¢nimo Sigui¨® apostando por el esp¨ªritu an¨¢rquico y desprendido que le conduce al arrebato y le aleja de la inteligencia.
ATHLETIC 1
ATL?TICO 2Athletic: I. Etxeberria; Lacruz, Roberto R¨ªos, Ferreira, Larrazabal; Carlos Garc¨ªa (Joseba Etxeberria, m. 51), Nagore; Javi Gonz¨¢lez (Lasa, m. 70), Guerrero, Alkiza (Ezquerro, m. 64); Urzaiz Atl¨¦tico: Molina; Aguilera (Toni, m.87), Santi, Chamot, Serena; Roberto, Mena, Juninho (Ventur¨ªn, 81), Baraja; Jos¨¦ Mari y Juan Gonz¨¢lez (Solari, m. 70) Goles: 1-0. M. 18. Centro bombeado de Carlos Garc¨ªa que cabecea suave Guerrero, sorprendiendo a Molina. 1-1. M. 45. Imanol Etxeberria repele un disparo lejano de Baraja y Juninho, a placer marca sin oposici¨®n. 1-2- M. 74 Mena sortea a trompicones a R¨ªos y bate de fuerte disparo ?rbitro: L¨®pez Nieto. Expuls¨® por dos tarjetas amarillas a Ferreira y Baraja y amonest¨® a Santi, Chamot, Juan Gonz¨¢lez, Carlos Garc¨ªa, Nagore, R¨ªos, Aguilera, Mena, Lasa, Joseba Etxeberria, Guerrero y al entrenador Luis Fern¨¢ndez. Unos 30.000 espectadores en San Mam¨¦s. Recibimiento a Yeste y Aranzubia, recientes campeones del mundo sub20.
El Atl¨¦tico tampoco frunci¨® el ce?o. Surgi¨® empe?ado en rebuscar el bal¨®n, al amparo de la actividad zigzagueante de Juninho y decidida de Mena. El Atl¨¦tico quer¨ªa y no sab¨ªa, pero no se inmut¨® ni con el cabezazo al travesa?o de Urzaiz que pod¨ªa haberle echado el partido. Acostumbrado a los sustos, encaj¨® mejor los golpes. El gol de Juninho demostr¨® el desastre defensivo del Athletic: todos sus futbolistas lo hac¨ªan dentro del ¨¢rea, una actitud que describe a los equipos menores.
En un partido presuntamente pasional, cualquier fibra revoluciona y rompe el partido. Si los futbolistas no disponen de argumentos, reaccionan a efectos ajenos. Una acci¨®n circense del colegiado en zona de nadie (a favor de uno, luego de otro) encendi¨® al grader¨ªo y fundi¨® las ¨²ltimas gotas de raciocinio rojiblanco. El bal¨®n, hasta entonces pretendidamente cuidado por el Atl¨¦tico, se convirti¨® en un enemigo com¨²n, un elemento inservible.
Ante la ineficiencia previsible de dos colectivos desmejorados, creci¨® el ¨¢rbitro, el calor, las tarjetas, convirtiendo el encuentro en una retahila de decisiones, roturas de ritmo, de nervio. El partido se incendi¨® porque naci¨® con fuego y nada significaban asuntos como la combinaci¨®n, el toque, la pausa, el criterio.
En ¨¦sas estaba cuando Mena, al hilo del partido, se invent¨® una jugada a trompicones que le situ¨® en disposici¨®n de enfrentarse al guardameta. Su zapatazo fue poco est¨¦tico, con la pierna que no deb¨ªa, pero rotundo. Fue un gol atolondrado, vivo ejemplo del partido, pero que resarc¨ªa la urgencia colchonera en la misma medida que condenaba al Athletic a un final de liga intrascendente. Nada tiene que hacer, porque poco ha hecho hasta ahora en cuanto a f¨²tbol se refiere.
El Atl¨¦tico tom¨® aire en un partido sin aliento, sin respiro, de esos que cultivan el fundamentalismo y reconfortan a los amigos de las pasiones sin argumentos, casi un derby de esos que solo se juegan en la grada. Si adem¨¢s se le otorga casi un record de amonestaciones sin que hubiera un mal gesto entre los jugadores, solo enfrentados en choques profusos por falta de capacidad para jugar y exceso de entrega para correr, el plato result¨® indigesto.
Al menos el Atl¨¦tico sac¨® beneficio, gan¨® cuando peor jug¨®, tras haber malgastado algunos atisbos de f¨²tbol al principio. El Athletic se reconfort¨® con su imagen m¨¢s tradicional. Le falt¨® el pa?uelo en la frente para componer una estampa singular. Pero sigui¨® sin jugar al f¨²tbol. Lo suyo es el atropello, la manifestaci¨®n e jugadores (todos atr¨¢s todos adelante), el desprecio del bal¨®n, el malgasto del talento.Y as¨ª le va. Y as¨ª le fue.
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