El agua tiene un precio
PARTIENDO DEL hecho de que el agua es un bien natural escaso y de que en Espa?a, adem¨¢s, est¨¢ irregularmente repartida, hay que celebrar cualquier iniciativa normativa que pretenda racionalizar su uso. ?se es el objetivo del proyecto de reforma de la Ley de Aguas de 1985 que el Gobierno ha remitido al Congreso, previo acuerdo con sus socios nacionalistas y que contar¨¢ previsiblemente con la oposici¨®n del Grupo Parlamentario Socialista en el debate parlamentario.La medida m¨¢s llamativa, al tiempo que controvertida, es el establecimiento de un mercado regulado del agua que permita la venta temporal de los derechos concesionales entre unos usuarios y otros. Si este mercado entre particulares sirve para que los consumidores tomen conciencia de que este bien p¨²blico no es totalmente gratuito, sino que tiene un valor econ¨®mico que hay que costear, se habr¨¢ dado un paso importante para acabar con su despilfarro. Cada vez resulta m¨¢s insostenible que Espa?a sea uno de los pa¨ªses del mundo que gastan m¨¢s agua por habitante. Acabar con el despilfarro constituye un leg¨ªtimo y deseable objetivo pol¨ªtico, aunque habr¨¢ que estar vigilantes para que los avispados de siempre no hagan negocio a su amparo.
Pero junto al despilfarro -fruto de la creencia err¨®nea de que su bajo precio, casi su gratuidad, equivale a la sobreabundancia- existe el peso de los usos tradicionales del agua, que a veces dificultan su utilizaci¨®n en los sectores punteros y m¨¢s rentables de la econom¨ªa. Si ese mercado regulado sirve tambi¨¦n para agilizar esa transferencia, sobre todo en ¨¦pocas de sequ¨ªa, se habr¨¢ puesto fin a una de las deficiencias m¨¢s graves de la gesti¨®n del agua en Espa?a.
El proyecto de reforma apunta otros detalles y recoge muchas de las inquietudes medioambientales asumidas hoy por la sociedad -se ampl¨ªa el r¨¦gimende control de los vertidos contaminantes-, pero deber¨ªa reforzar m¨¢s los ¨®rganos de gesti¨®n y vigilancia del consumo para no abrir un portillo por el que puedan colarse los especuladores siempre al acecho. Son aspectos que merecen debatirse a fondo en el Parlamento. El agua va a ser, si no lo es ya, uno de los problemas m¨¢s graves de Espa?a a corto plazo. Su regulaci¨®n exige un amplio acuerdo entre los partidos y tambi¨¦n entre las diversas comunidades.
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