"En Kosovo, mi ni?a estar¨ªa muerta"
Viola Bucol'i, nacida el jueves, se convierte en la primera hija espa?ola de refugiados kosovares
Shukrije, de 21 a?os, embarazada de ocho meses, pas¨® varias noches a la intemperie bajo la lluvia y el fr¨ªo en el paso fronterizo de Blace, entre Kosovo y Macedonia. Ayer miraba sonriente hacia la ventana de una habitaci¨®n del Hospital General de Guadalajara con su ni?a en brazos. "Viola estar¨ªa muerta en Kosovo". Sadik Bucol"i, de 31 a?os, es uno de los 102 refugiados albanokosovares que se alojan en el seminario de Sig¨¹enza desde el pasado 25 de abril. Viola es su hija, la primera ni?a de desplazados kosovares que nace en Espa?a.Sadik, de pelo oscuro, con alguna cana que otra en las cejas, vestido con la ropa vaquera que le han proporcionado en el centro de acogida, habla con una mezcla de nostalgia y alegr¨ªa de su pa¨ªs y de su peque?a. Viola lleg¨® al mundo el pasado jueves por la noche, a las 21.24, con 3.100 gramos de peso y 50 cent¨ªmetros de longitud, despu¨¦s de que su madre, Shukrije, ingresara de urgencia poco antes de las doce de la ma?ana. El Ayuntamiento de Sig¨¹enza est¨¢ tramitando que sea considerada hija predilecta.
El padre de Viola recuerda, en la cafeter¨ªa del hospital de Guadalajara, el inici¨® del itinerario que le ha conducido hasta aqu¨ª. Comenz¨® el 15 de abril. Oy¨® disparos, explosiones de granadas, el crujido de las ventanas al estallar y el estruendo de las puertas abatidas. "Est¨¢bamos preparados, sab¨ªamos que iban a venir por nosotros en cualquier momento". Y no fallaron esas impresiones: "Entraron los paramilitares en nuestra casa y nos dieron media hora para salir".
La pareja abandon¨® su ciudad natal, Gilan, a 45 kil¨®metros de Pristina, sin m¨¢s compa?¨ªa que el futuro beb¨¦. Iban solos, sin amigos ni familiares, pero les rodeaban los cientos de desplazados que poblaban los caminos. Anduvieron 30 kil¨®metros hasta la estaci¨®n de tren m¨¢s pr¨®xima, en la localidad de Ferizaj. Lo primero "era salvar la cabeza y huir de los asesinos serbios", repite una y otra vez. "?No hab¨ªamos preparado ni la habitaci¨®n ni la cuna, sab¨ªamos que era muy dif¨ªcil tener a la peque?a!" Pero lo han conseguido y la felicidad les hace olvidarse de lo penoso del trayecto.
El nacimiento de Viola no fue del todo f¨¢cil -ya que el parto fue por ces¨¢rea-, pero sus padres no reparan en ese inconveniente, porque recuerdan el calvario de mujeres embarazadas compatriotas suyas. "En el tren que nos llevaba a la frontera con Macedonia alguien pidi¨® una cuchilla, algo afilado", cuenta Sadik. "Acababa de nacer un ni?o en el vag¨®n atestado de gente y necesitaban cortar el cord¨®n umbilical. No recuerdo el sexo del reci¨¦n nacido, pero s¨ª que hubo que reunir ropa a toda prisa porque no hab¨ªa con qu¨¦ abrigarle".
El viaje result¨® penoso: "Shukrije fue de las pocas embarazadas que no entraron en el vag¨®n por la ventana; ¨ªbamos como animales", recuerda con seriedad, mientras bebe de su refresco de naranja. Una vez en Blace, el paso fronterizo, estuvieron retenidos hasta llegar al campamento de refugiados de Stankovic (Macedonia). "Pasamos varias noches a cielo raso, llov¨ªa y hac¨ªa fr¨ªo". Com¨ªa una vez al d¨ªa, pero no recuerda haber pasado hambre: "No piensas en la comida, se te quita el apetito". Cuando Sadik fue expulsado de su casa, el 15 de abril, le quedaban dos asignaturas para ser licenciado en medicina. Su mujer, Shukrije, cursaba estudios de secundaria. Viv¨ªan gracias a las ayudas de la familia. Una familia que permanece en Kosovo y que todav¨ªa no sabe de la existencia de Viola. "Les est¨¢n buscando para traerles a Espa?a", asegura ilusionado.
Tampoco sabe cu¨¢l ser¨¢ su pr¨®ximo lugar de residencia ni cu¨¢ndo podr¨¢ regresar a su pa¨ªs. Ni siquiera conoce la condici¨®n jur¨ªdica de Viola. Tanto el Ministerio de Asuntos Sociales como los de Interior y Justicia no supieron aclarar ayer si la peque?a puede adquirir la nacionalidad espa?ola.
Pero tampoco le preocupa. Ahora s¨®lo piensa en Viola, en Shukrije y en volver a Kosovo cuando la expulsi¨®n de los albanokosovares haya terminado y los paramilitares serbios hayan dejado de romper puertas y cristales.
En ese momento ya no quedar¨¢n tanques rodeando unos hospitales vaciados de enfermos y doctores, una imagen que guarda de cuando abandonaron su ciudad. Sadik tiene la idea de volver, terminar la carrera, ejercer como m¨¦dico y que Viola crezca sana y en paz.
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