De profesi¨®n, inmigrante
Al¨ª es el arquetipo del inmigrante que vive y trabaja en Catalu?a. Nacido en T¨¢nger (Marruecos) hace 22 a?os, este vecino de Ciutat Vella (Barcelona) tiene una jornada laboral de 10 horas seis d¨ªas a la semana y cobra en torno a las 100.000 pesetas sin derecho a pagas extras ni vacaciones, y env¨ªa parte del dinero que gana a su familia, que le espera en la otra orilla del Mediterr¨¢neo. Al¨ª no tiene tiempo para integrarse socialmente ni conocer bien el idioma, y sue?a con regresar alg¨²n d¨ªa a casa con dinero suficiente para dar un empuj¨®n a su vida o, como mal menor, traerse a los suyos y tratar de echar ra¨ªces en un mundo que, si bien no es el para¨ªso que so?aba, al menos le ofrece esperanza. ?l es uno de los muchos inmigrantes que, con papeles o sin ellos, tratan de hacerse un hueco en la sociedad catalana. ?sta es la situaci¨®n de los principales colectivos de inmigrantes: MARRUECOS. El marroqu¨ª es el colectivo m¨¢s numeroso y tambi¨¦n el que tiene m¨¢s personas en situaci¨®n irregular. Sus miembros trabajan fundamentalmente en el campo y la construcci¨®n. Los que ayudan a los payeses viven por el Maresme o las comarcas de Lleida, Girona y el Baix Llobregat. La Asociaci¨®n de Trabajadores Inmigrantes Marroqu¨ªes en Espa?a (Atime) calcula que viven en Catalu?a m¨¢s de 30.000 compatriotas. Atime es un punto de encuentro de los problemas y los anhelos de este colectivo en Barcelona. Tiene asesor¨ªa jur¨ªdica para tramitar los permisos de trabajo y residencia. Al¨ª es un ejemplo. Lleg¨® como poliz¨®n al puerto de Valencia hace dos a?os y ahora trabaja de pe¨®n cualificado, reformando pisos, un oficio que aprendi¨® aqu¨ª para ganarse la vida. El portavoz de Atime clama al cielo por el escaso n¨²mero de permisos que se conceden en Catalu?a: "Son muy insuficientes. Pedimos al menos que se regularice a la gente m¨¢s arraigada, que lleva a?os viviendo aqu¨ª y hasta ha tra¨ªdo a su familia". CHINA. No hay cocinero o camarero de uno de los cientos de restaurantes chinos repartidos por toda Catalu?a que acepte hablar de sus condiciones laborales. "Tienen miedo y falta de costumbre reivindicativa", explica Xia Hang, mediadora cultural de CITE-CC OO. Hang, nacida en Pek¨ªn, ha realizado un informe sobre la inmigraci¨®n asi¨¢tica y el resultado es una radiograf¨ªa muy cruda: salarios de 80.000 pesetas, jornadas de 60 horas semanales -las extras no se pagan- y 12 d¨ªas al a?o de fiesta. Los chinos suelen trabajar en restaurantes y talleres de confecci¨®n. Los taiwaneses -"los m¨¢s ambiciosos", dice Hang-tienen peque?os negocios y algunos importan material inform¨¢tico. Seg¨²n los datos oficiales, en Catalu?a viven 3.564 chinos, de los cuales 1.547 se dedican a la hosteler¨ªa. Sin embargo, el estudio de CITE-CC OO, que suma a los que carecen de papeles, eleva la cifra a 10.000. "Los que tienen regularizada su situaci¨®n suelen tener contratos de media jornada, aunque se pasen todo el d¨ªa en el restaurante", ilustra Hang, que ha colaborado en la traducci¨®n al chino del convenio de la hosteler¨ªa, pero no tiene muchas esperanzas de que cale entre sus compatriotas: "Se crean c¨ªrculos viciosos porque el empresario acoge a trabajadores ilegales a los que explota con su consentimiento y bajo la promesa de que con el tiempo conseguir¨¢n el dinero suficiente para montar su propio negocio". PAKIST?N. Casi todos los paquistan¨ªes que viven en Espa?a se concentran en Barcelona. Es una de las comunidades m¨¢s unidas y a la vez cerradas por su gran fervor religioso. Son unos 2.000 y el hecho de proceder de un lugar tan lejano hace que los que consiguen coger el avi¨®n y comprar los papeles de salida -todo suma un mill¨®n de pesetas- procedan de una clase social media-alta. "Pero cuando llegamos aqu¨ª hemos de aprender toda clase de oficios", explica uno de ellos. Se les conoce por la venta ambulante de rosas en los restaurantes. Tras el brillo de sus enormes ojos negros suele encontrarse el hijo de una familia de comerciantes que quiere dejar atr¨¢s un pa¨ªs del que desconf¨ªa por su alto grado de corrupci¨®n. Los paquistan¨ªes se concentran en el barrio del Raval, donde tienen sus mezquitas y hasta pueden encontrar en alg¨²n videoclub pel¨ªculas dobladas al urdu. Pero la venta de flores no es su primera ocupaci¨®n. Muchos trabajan fregando platos en restaurantes: "Doce horas diarias por salarios de miseria", explica uno de ellos. La segunda ocupaci¨®n m¨¢s habitual es el reparto de butano. El anuncio de Repsol Butano que pregona Se lo traemos hasta la puerta de casa es el de un negocio en el que la empresa subcontrata con transportistas la distribuci¨®n de las bombonas, los cuales cuentan a su vez con dos o tres paquistan¨ªes por cami¨®n que suben el butano hasta las casas y cuya ¨²nica ganancia son las propinas que reciben. En invierno pueden llegar a ganar 150.000 pesetas, pero en verano apenas 50.000. PER?. Los peruanos, unos 20.000 en Catalu?a, tambi¨¦n suelen proceder de familias de clase media que han conseguido reunir el dinero suficiente para pagarse un vuelo de miles de kil¨®metros. La primera oleada de peruanos data de antes de los a?os ochenta, y eran hijos de familias acomodadas que ven¨ªan a estudiar en la Universidad. Pero cada vez m¨¢s emigran por causas de tipo econ¨®mico, aunque muchos tienen estudios secundarios e incluso superiores. Este colectivo es principalmente femenino y trabaja en el servicio dom¨¦stico y el cuidado de ancianos. Algunas han de cambiar de mentalidad, porque un d¨ªa tuvieron en su pa¨ªs servicio dom¨¦stico. ?ste es el caso de Sumac Cangalaya, de 22 a?os, una bella peruana de rasgos incas que ya ha pasado por su primer trago amargo: demandar a una familia acaudalada del barrio de Sarri¨¤ en la que trabaj¨® durante dos a?os y que la ech¨® sin derecho a finiquito. Estas mujeres suelen cobrar 100.000 pesetas brutas al mes. Como muchas viven en las casas en las que trabajan, su jornada laboral es de 24 horas al d¨ªa. Se las acostumbra a contratar a media jornada para pagar menos a la Seguridad Social, que se costean ellas mismas del sueldo que perciben. Con el tiempo, las peruanas que llegan a Barcelona, generalmente procedentes de la ciudad de Trujillo -las de Lima van a Madrid- , consiguen regularizar su situaci¨®n en Espa?a. Env¨ªan dinero a su familia y se debaten entre volver o traerse a sus hijos y maridos. "Desde que gobierna Fujimori", explica Boris K. R¨ªos, de la asociaci¨®n cultural Alma Peruana, "la emigraci¨®n ha descendido un poco, pero sigue viniendo mucha gente". REP?BLICA DOMINICANA. Es otro colectivo eminentemente femenino que trabaja en el servicio dom¨¦stico. La Asociaci¨®n de Dominicanos Residentes en Catalu?a, que ultima un estudio financiando por el Ayuntamiento de Barcelona, calcula que son entre 7.000 y 8.000 dominicanos, de los cuales un 83% tiene la residencia legalizada. S¨®lo hay un 21% de hombres, ¨ªndice que ha subido en los ¨²ltimos a?os "porque las mujeres quieren quedarse aqu¨ª y se traen a sus maridos", explica Juan Castillo, un ingeniero agr¨®nomo de 50 a?os que, pese a realizar un master en la Universidad de Barcelona, se ha visto abocado a trabajar de vigilante en la discoteca Antillas, en el Paral.lel. Es la misma situaci¨®n que vive Jos¨¦ Manuel Col¨®n, de 34 a?os, que ha encontrado un puesto de transportista. "Los hombres a¨²n tenemos m¨¢s dificultades que las mujeres para trabajar", explican.
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