Bailando bajo la lluvia
La primera noche de la Fiesta de la Diversidad estuvo pasada por agua, pero no import¨®. Una vez m¨¢s, ese ambiente de distensi¨®n y de lo que com¨²nmente se define como buen rollo marc¨® una fiesta en la que nada, o casi nada, pod¨ªa cortar las ganas de diversi¨®n. La m¨²ltiple oferta musical, salpimentada con un sinn¨²mero de dispares chiringuitos en los que era posible encontrar de todo, mantuvo inc¨®lumes las ganas de desparrame de la clientela, que, llegada la fiesta anual de la tolerancia, no est¨¢ dispuesta a perd¨¦rsela por nada del mundo. En el escenario principal abrieron fuego los gallegos Berrogueto, una formaci¨®n de creciente popularidad que hunde las ra¨ªces de su m¨²sica en los sonidos populares. Su actuaci¨®n estuvo lastrada por una todav¨ªa tibia presencia de p¨²blico; pero, con todo, la riqueza instrumental de la banda, el impecable registro vocal de su cantante femenina y el tono alegre de su m¨²sica lograron caldear un ambiente que todav¨ªa distaba muy mucho de ser espl¨¦ndido. Pese a que el comienzo de la actuaci¨®n sufri¨® un retraso de 45 minutos, pareci¨® claro que las ganas de baile de los asistentes a esta fiesta no alcanzan su apogeo hasta pasada la medianoche, momento en el que Berrogueto concluy¨® su actuaci¨®n. Y mientras Mayte Mart¨ªn desgranaba boleros en el escenario peque?o, las primeras gotas de lluvia se sumaron a la fiesta. Al comienzo eran t¨ªmidas, pero suficientes como para impedir una actuaci¨®n en el escenario descubierto que ocupaba la flamenca. Por suerte, estas gotas aparecieron cuando Mayte enfilaba los bises, de suerte que apenas acortaron un ¨¢pice su concierto. Poco despu¨¦s las gotas se convirtieron en goterones, y Dusminguet, la banda festiva de La Garriga, justo comenzaba la actuaci¨®n central de la noche. Unos espectaculares rel¨¢mpagos hac¨ªan prever lo peor; pero, lejos de amedrentar al p¨²blico, consegu¨ªan que de sus gargantas surgiesen v¨ªtores de celebraci¨®n. Estaba claro que s¨®lo un hurac¨¢n matar¨ªa la fiesta. Mientras los de Dusminguet le daban a su mestizaje bailable la lluvia arreci¨®, y como fuere que el p¨²blico no quer¨ªa marchar, se produjo la estampa de la noche: un mar de cuerpos bailando bajo una lluvia m¨¢s que anecd¨®tica. La alegr¨ªa de Dusminguet no se fren¨® y la lluvia se cans¨® antes que el p¨²blico, dispuesto a bailar con ellos hasta la hora que fuese precisa. Ya sin mojarse, el grupo se aplic¨® a mezclar polcas, cumbias, reggae y dem¨¢s sonidos bailables en esa batidora estil¨ªstica que les ha hecho populares, y de esta manera se convirtieron en los reyes de la noche.
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