Marsillach y Nuria Espert ya no tienen miedo a Virginia Woolf
?xito en Pamplona de la pieza de Albee
"Despu¨¦s de esta noche ya no tenemos miedo a Virginia Woolf". Adolfo Marsillach, despu¨¦s de 17 a?os, sobre el escenario del teatro Gayarre, de Pamplona, agradec¨ªa las muestras de entusiasmo de un p¨²blico que hab¨ªa asistido a una p¨¢gina de la historia del teatro espa?ol contempor¨¢neo. Nuria Espert hab¨ªa interpretado tambi¨¦n una pieza "intensa y terrible" de Edward Albee que tiene por delante una larga gira con la complicidad de los dos int¨¦rpretes.
S¨®lo entre los dos protagonistas, Nuria Espert y Adolfo Marsillach, que en esta funci¨®n tambi¨¦n es el director y autor de la versi¨®n, suman un siglo del mejor teatro. Pep Munn¨¦ y Marta Fern¨¢ndez Flores, los otros dos actores que acompa?an a los divos, tambi¨¦n tienen muchas horas de buen teatro, as¨ª como el escen¨®grafo Alfonso Barajas y el iluminador Juan G¨®mez Cornejo.A pesar de ello, los seis confiesan haber vivido algo nuevo y diferente cuando salieron a saludar tras el estreno de ?Qui¨¦n teme a Virginia Woolf?, de Edward Albee, el pasado s¨¢bado en el teatro Gayarre, de Pamplona. El p¨²blico en pie, sin fisuras, era uno y no dejaba que se marcharan aquellos seis creadores del escenario. Tambi¨¦n estaba uno de los m¨¢ximos responsables de aquel montaje que dej¨® deslabazadas a cientos de personas que dec¨ªan no dar cr¨¦dito a la lecci¨®n de gran teatro que hab¨ªan visto: el productor Juanjo Seoane.
A¨²n sobre el escenario, Espert dec¨ªa: "Estoy en estado comatoso, hemos tenido lo necesario para que esto llegara a su culminaci¨®n, un ambiente de respeto y de concentraci¨®n muy dif¨ªcil de obtener para algo tan intenso y terrible como es esta funci¨®n".
Complicidad
En el escenario, la complicidad entre los dos int¨¦rpretes es patente. Un escenario que Marsillach no pisaba como actor desde hace 17 a?os. Anoche, tras ese estreno calificado por todos de m¨¢gico, comentaba: "Me he sentido muy c¨®modo, tranquilo, me ha pasado lo mismo que a un pez que le sacan de la pecera, le ponen en una jaula para p¨¢jaros y a los 17 a?os le devuelven a la pecera y recuerda de s¨²bito que ¨¦se es su sitio". "Supongo que hay un resorte en los actores de raza -y yo, independientemente de mi calidad, lo soy- que no se pierde nunca; me he vuelto a encontrar en mi elemento natural y en el fondo he lamentado no haber subido estos 17 a?os a un escenario. Unas veces no lo he hecho por comodidad y otras por decencia, porque no me parec¨ªa bien dirigir compa?¨ªas institucionales e interpretar tambi¨¦n".Marsillach le ha devuelto a Albee lo que hasta ahora se le hab¨ªa robado en las versiones que se han podido ver y leer en Espa?a de esta obra, incluida la pel¨ªcula de Mike Nichols protagonizada por Richard Burton y Liz Taylor. Lo inmediato es pensar que es un texto que trata sobre la locura, el sexo, el alcohol y las desavenencias conyugales. La obra de Albee y la versi¨®n de Marsillach rezuman iron¨ªa y una humor¨ªstica mordacidad por los cuatro costados, que hace que el p¨²blico se convierta en un elemento del cruel juego que hay sobre el escenario, ya que los espectadores son continuamente transportados a velocidad de v¨¦rtigo de la congoja a la carcajada.
"No me he inventado nada, ese punto ir¨®nico est¨¢ en la obra, he escrito un poco en voz alta, aunque no pensaba ni remotamente que lo iba a hacer yo; el que nos parezcamos es algo visceral, reconozco que tengo una zona ir¨®nica, esc¨¦ptica, no tanto c¨ªnica y en absoluto cruel, y las otras cosas s¨ª me van". "Es muy posible que este personaje lo escribiera para m¨ª, pero Albee no lo sabe".
Ahora es Marsillach el que juega, como los personajes de esta obra. Algo que el director ha se?alado en la versi¨®n y puesta en escena. Sobre el escenario, una franja gris y unas luces que recuerdan un ring; presidiendo el centro de la escena, un ajedrez como s¨ªmbolo del juego. La ¨²ltima frase del espect¨¢culo es la primera que a?ade de cosecha propia y dice : "?T¨² juegas?". Marsillach coincide con Huizinga en su Homo ludens y afirma que todos necesitamos jugar, pero ¨¦l a?ade: "Porque le tenemos miedo al lobo". "Despu¨¦s de esta noche ya no le tenemos miedo a Virginia Woolf".
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