Silencios

Silencios en la plaza. Significativos, y mucho, trat¨¢ndose de la de Valencia siempre alegre, bullanguera y orejista donde las haya. Pero la biso?ez de dos de los debutantes y lo justito de la casta de los de Mar¨ªa del Carmen Camacho dieron con la novillada al traste. Como ser¨ªa, ?en Valencia!, que el silencio, o sea la nada, fue la r¨²brica a los cuatro trasteos que llevaron a t¨¦rmino el valenciano ?scar Sanz y el sevillano Antonio Saavedra. Pero quien se llev¨® la mejor parte, entre otras cosas porque los rivales de terna no lo fueron nunca, fu¨¦ el lisboeta Mario Coelho. Entre las otras cosas est¨¢ que el portugu¨¦s demostr¨® estar much¨ªsimo m¨¢s puesto y enterado de qu¨¦ va esto del toreo. Y, adem¨¢s, del ¨²ltimo toreo; el que ha revitalizado en la suerte de capa El Juli, con permiso de la historia de la Tauromaquia. Y tambi¨¦n Mario Coelho dio un paso m¨¢s all¨¢ de la ver¨®nica y la chicuelina y lance¨® delantales, serpentinas, tafalleras y otras suertes de capa que muchos, espectadores sobre todo, han descubierto ahora. Coelho es adem¨¢s gran rehiletero, su padre tambi¨¦n lo fue y de fama, y ayer pare¨® con derroche de facultades y reuniendo en terrenos tambi¨¦n inusuales. A todo esto clav¨® en un duro. A su segundo, honor a la tierra, lo recibi¨® a porta gayola y se luci¨® por gaoneras. Con la franela tambi¨¦n anduvo templado y ligando los pases. Al natural hizo tragarse, al noble oponente, una tanda derrochando mando. Pero donde destac¨® el lusitano fue en dos estocadas de ley que entraron por el hoyo de las agujas y de efectos fulminantes. As¨ª que entre tantos silencios y carencias, de los otros dos debutantes, Coelho dio dos vueltas en su primero, tras fuerte petici¨®n, y se gan¨® una oreja que al p¨²blico le supo a poco y oblig¨® al espada a dar otra vuelta.