Toshack y los problemas del ruido
El Madrid ha llegado a la 33? jornada intentando buscar las mismas justificaciones que pretend¨ªa en la 4?. Cada semana obliga a nuevas reflexiones sobre las se?ales que emite el equipo. Veamos: contra el Celta fue un desastre, frente al Valencia se emple¨® con rigor, en Salamanca cay¨® preso de la desidia, ante el Espanyol actu¨® con eficacia, contra la Real cedi¨® por su inestabilidad. Hay explicaciones para todo. Y cuando esto sucede es porque al equipo le falta un trazo reconocible. Tampoco supone una novedad. Lo mismo se dijo en la ¨¦poca de Heynckes y en la de Hiddink. Por lo tanto, Toshack no ha conseguido ning¨²n avance sobre sus antecesores. El Madrid ha sido eliminado de la Copa de Europa y, por ahora, no figura entre los cuatro que disputar¨¢n la pr¨®xima edici¨®n de dicho torneo. Esto por el lado de los n¨²meros.El mayor cambio se aprecia en el incremento del ruido que se escucha en el club. Ese list¨®n parec¨ªa insuperable, pero las ¨²ltimas semanas han sido especialmente estruendosas. Toshack lleg¨® con la intenci¨®n de estar a la altura de su fama de duro, fama que en buena parte procede de la necesidad que tiene la prensa de poner etiquetas a todo el mundo. Y como en estos tiempos todos los famosos hacen m¨¦ritos para estar a la altura de su gui?ol, Toshack ha interpretado ante la prensa el papel del entrenador guas¨®n e intempestivo.
En las ¨²ltimas semanas hemos sabido por su boca que Guti no est¨¢ centrado en su profesi¨®n, que Panucci hab¨ªa sido traspasado al Inter, que Seedorf ni regatea, ni pasa, ni na, que Mijatovic est¨¢ pelead¨ªsimo con el gol y que Suker y Jarni han incumplido unos cuantos c¨®digos de comportamiento. El hombre se ha puesto larg¨®n sin que el efecto de su incontinencia haya sido beneficioso para el equipo.
La autoridad conviene ejercerla en el tiempo y el modo adecuados.No se sabe si Toshack ha acertado en lo primero, pero en lo segundo ha fracasado. El grado de conflicto en el Madrid se ha disparado de manera alarmante, en gran parte por la voluntad de su entrenador de convertir en p¨²blicos los problemas privados, si por tal se entienden aquellos que afectan a su ¨¢rea de trabajo: la relaci¨®n con sus jugadores.
Toshack lleg¨® para arreglar una situaci¨®n que se hac¨ªa insostenible. Con su indiscreci¨®n ha empeorado el panorama. La responsabilidad de los jugadores en las calamidades del Madrid no se cuestiona, pero la tarea de Toshack no consiste en embarrar publicamente a los culpables, no vaya a ser que los futbolistas le devuelvan la moneda y le se?alen como el principal factor de las desgracias del equipo. Estar¨ªan en su derecho. M¨¢s o menos, eso ha sucedido en el turbio asunto entre Suker y Toshack, pol¨¦mica que ha dejado tocados del ala a los dos protagonistas. Uno sale castigado por el club; el otro queda bajo sospecha en sus relaciones con los intermediarios. Toshack no puede quejarse. Quer¨ªa ruido y lo ha obtenido. Pero es un ruido da?ino para ¨¦l, para los jugadores y para un club que siempre est¨¢ dispuesto a avanzar un paso en la direcci¨®n equivocada.O sea, hacia el jaleo.
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