Dinamitero Yeltsin
CHERNOMIRDIN, KIRIYENKO, Primakov... Yeltsin despierta de tanto en tanto de su sedado sue?o crepuscular y echa al primer ministro. El drama es que Rusia, el segundo arsenal nuclear del planeta, no es desde ning¨²n punto de vista una rep¨²blica bananera. Su estabilidad o su desgobierno afectan profundamente a vastas zonas del mundo. Con su ¨²ltima decisi¨®n, que los mentideros moscovitas ven¨ªan anticipando a medida que crec¨ªa el poder de Primakov, el enfermo y err¨¢tico presidente ruso, cuyo mandato expira a mediados del a?o pr¨®ximo, sume de nuevo a su arruinado y enorme pa¨ªs en una crisis pol¨ªtica de envergadura.Yeltsin ha contado a los rusos que el cese de Primakov y su sustituci¨®n por el ministro del Interior, Sergu¨¦i Stepashin, obedece a que el Gobierno no ha sabido capear la grave crisis econ¨®mica que padece el pa¨ªs. Pero tanto el perfil del sucesor -un militar notorio por su contundente actuaci¨®n en Chechenia, sin especiales conocimientos econ¨®micos-, como el momento elegido para provocar el relevo, justamente la v¨ªspera de que el Parlamento abra el debate sobre la destituci¨®n del propio Yeltsin a instancias de los diputados comunistas, desmienten esta explicaci¨®n. Se trata claramente de un nuevo envite a la Duma, que aprob¨® ayer una declaraci¨®n no vinculante en la que ped¨ªa su dimisi¨®n. La decisi¨®n de Yeltsin adquiere tintes a¨²n m¨¢s surrealistas si se tiene en cuenta que el presidente necesita el voto de los diputados que apoyan a Primakov para hacer efectivo el nombramiento de Stepashin. Salvo que el oblicuo prop¨®sito de Yeltsin sea disolver la C¨¢mara baja y anticipar las elecciones generales previstas para diciembre, algo que el presidente estar¨ªa obligado a hacer en el caso de que la Duma rechazara al nuevo primer ministro en tres votaciones consecutivas. De esta forma desactivar¨ªa a un Parlamento que inicia hoy el debate sobre la destituci¨®n del propio Yeltsin, al que puede, al menos te¨®ricamente, privar de algunos de sus formidables poderes mientras se desarrolla el largo y complejo proceso de impeachment. El enfrentamiento, pues, aumenta la probabilidad de elecciones anticipadas, y en todo caso dibuja un escenario de par¨¢lisis institucional y desgobierno.
Mosc¨² pretende recobrar a los ojos del mundo estatura de gran potencia. V¨¦ase su papel en la guerra contra Milosevic. Pero ning¨²n Estado que se respete puede permitirse crisis recurrentes de la magnitud de las que sacuden a Rusia, que, por lo dem¨¢s, sobrevive econ¨®micamente gracias a los pr¨¦stamos que -ya con los ojos cerrados- le siguen otorgando las instituciones internacionales. El mejor regalo que Yeltsin puede y debe hacer a sus conciudadanos es dejarles de una vez por todas elegir libremente su futuro.
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