Legado

Hace apenas una semana que la prueba del embarazo confirm¨®, con dos rayitas fucsias, lo que mi esposa y yo dese¨¢bamos. A partir de ese momento se han despertado diversas sensaciones que distraen mi atenci¨®n.Pero no teman, no les voy a aburrir contando lo que pasa por la cabeza de un novel en estos asuntos, al menos no con ese tipo de sentimientos, cuya explicaci¨®n es casi imposible, y el intento puede quedar en simple cursiler¨ªa. Sin embargo, hay algo que empa?a el car¨¢cter alegre de la noticia, y que tengo la necesidad de manifestar antes de que mi hijo nazca.

Que no traer¨¢ un pan bajo el brazo lo tengo claro, ser¨¢ alegr¨ªa lo que traer¨¢; sea como sea, su llegada, sea cual sea su sexo, su tama?o, su aspecto, traer¨¢ alegr¨ªa entre sus brazos, nos deslumbrar¨¢ con la paz del reci¨¦n nacido y, en alg¨²n momento, nos preguntaremos con qu¨¦ le recibimos, y acabaremos pensando en otros ni?os, en otros padres, en ¨¦xodos y bombardeos; entonces, r¨¢pidamente, correremos un tupido velo para ocultarle lo que m¨¢s tarde o m¨¢s temprano acabar¨¢ conociendo. Estoy seguro de que heredar¨¢ de sus padres el amor por la vida, pero tambi¨¦n la bruma que producen estas atrocidades. A los Milosevic y los que no son Milosevic, a tantos salvadores que se encuentran a salvo, les debo la verg¨¹enza que me produce ofrecer como legado un mundo en continua reparaci¨®n, donde la paz es la eterna asignatura pendiente.-