Mensajes contradictorios
LA MONTA?A pari¨® un rat¨®n: los nacionalistas vascos han necesitado siete meses para convencer a Euskal Herritarrok (EH, marca electoral de HB) de que manifieste por escrito su "apuesta por las v¨ªas exclusivamente pol¨ªticas y democr¨¢ticas". No parece gran cosa, porque resultar¨ªa inimaginable que cualquier partido afirmase lo contrario: que apuesta por la v¨ªa violenta y antidemocr¨¢tica. Pero la experiencia indica que muchas veces la integraci¨®n de las fuerzas antisistema en la vida democr¨¢tica empieza por un mero cambio de terminolog¨ªa. Habr¨¢ que atenerse, pues, a los hechos, y los hechos son, como m¨ªnimo, ambiguos: es mejor que EH diga que apuesta por la pol¨ªtica a que no lo diga, pero es claramente contradictorio con esa declaraci¨®n el gesto pol¨ªtico de incluir en sus listas a terroristas acusados de cr¨ªmenes horribles.El lehendakari dijo que no firmar¨ªa un pacto de legislatura con EH si no hab¨ªa un compromiso claro de renuncia a la violencia. La tortuosa redacci¨®n del compromiso firmado ayer indica una resistencia de EH a decirlo de manera clara. Pero, aunque sea de forma oscura, lo dice: que est¨¢ por la desaparici¨®n de "todas las acciones y manifestaciones de violencia", e incluso por canalizar por v¨ªa democr¨¢tica todas las "energ¨ªas, iniciativas y respuestas". En fin, EH acepta poner su firma en un papel en el que se aboga por la desaparici¨®n de "todo tipo de acciones y reacciones vulneradoras de los derechos individuales y colectivos". Parece una referencia oblicua a la kale borroka.
Es lo que importa del documento. El resto es una apoteosis de la minucia en materia de procedimiento, junto a una serie de garant¨ªas sobre los presupuestos y unos cuantos adornos en materia de euskera, empleo, justicia social y calidad de vida: para cubrir las apariencias por el flanco izquierdo. Ya se sabe que los frentes nacionales se hacen sobre la base de radicalizar el mensaje nacionalista y diluir el izquierdista. Pero tiene raz¨®n Ibarretxe: lo importante del acuerdo no es tanto que garantice la gobernabilidad como que sea un instrumento para la pacificaci¨®n. Y que se plantee en el marco de las instituciones. Es cierto que EH ha dicho que s¨®lo apoyar¨ªa a un Gobierno cuyo objetivo sea "iniciar la transici¨®n hacia un nuevo modelo pol¨ªtico", cuyo marco sea toda Euskal Herria; pero de momento participa en las instituciones emanadas del Estatuto de Gernika.
El acuerdo se produce tres d¨ªas despu¨¦s de que la asamblea de HB aprobara una declaraci¨®n autorizando la participaci¨®n de sus electos en las diputaciones. En realidad, se trata de una vuelta a la pol¨ªtica que practic¨® HB en los primeros a?os de la transici¨®n, hasta que se opuso ETA. Ahora parece estar de acuerdo. En la entrevista aparecida el pasado fin de semana, los encapuchados defienden el paso de la resistencia a la "construcci¨®n nacional". Es un eufemismo que viene a significar que no hay que esperar a la independencia para empezar a trabajar por la patria.
Una reflexi¨®n similar llev¨® al primer nacionalismo de la pura propaganda ideol¨®gica a la pol¨ªtica institucional. ETA y HB -como el IRA y el Sinn Fein- han rechazado siempre la participaci¨®n en las instituciones auton¨®micas por considerar que hacerlo equivale a acatar el marco impuesto por el enemigo. Nunca hubo dudas con los ayuntamientos, pero s¨ª con las diputaciones. La presencia en ellas significa participar en la gesti¨®n de los impuestos: es decir, en el poder. Eso preocupa a muchos, pero la integraci¨®n de los partidos antisistema casi siempre pasa por compartir el poder con ellos. Ah¨ª est¨¢n los verdes alemanes, o la estrategia de paz en Irlanda.
Para que la cosa resulte hace falta que el nacionalismo democr¨¢tico no pierda la cabeza. Que no siga a ese dirigente que ha venido a decir una barbaridad como que consideraba normal que se apedrease a Mayor Oreja en Gernika por ser heredero de los que la bombardearon en 1937. Y, por el contrario, que recuerde a EH, como hizo el s¨¢bado Ardanza, que no todos los vascos son nacionalistas, y que no se puede construir una patria que excluya al 45% de sus ciudadanos.
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