Los curas obreros acusan a la Iglesia de poco compromiso con los pobres
42 sacerdotes trabajadores inician en Madrid su 12? Encuentro Europeo
Los pobres, a callar. Medio centenar de curas obreros de los principales pa¨ªses cat¨®licos europeos se re¨²nen este fin de semana en Alcobendas (Madrid) con sensaci¨®n de semiclandestinidad. El otrora floreciente movimiento obrero eclesial, que fue bendecido por el Concilio Vaticano II en 1965, se enfrenta ahora a su pr¨¢ctica desaparici¨®n, arrinconado por la jerarqu¨ªa, a la que ayer acusaron de ocuparse poco de los pobres.
"Nosotros no nos hemos movido de nuestros principios, se han desplazado ellos", dijo ayer Julio Pinillos, uno de los sacerdotes trabajadores que coordina el 12? Encuentro Europeo de Curas Obreros, que comenz¨® anoche en el convento de los Dominicos de Alcobendas, a las afueras de Madrid, con presencia de delegados de Francia, Italia, B¨¦lgica y Espa?a, entre otros pa¨ªses.Pinillos se refiere a la actitud de la jerarqu¨ªa ante los curas obreros, a los que pr¨¢cticamente se les proh¨ªbe compaginar sus tareas parroquiales con un trabajo en la f¨¢brica. "Somos pr¨¢cticamente clandestinos porque el modelo de cura, hoy, es el de ense?ar la palabra m¨¢s que compartir o vivir y sufrir con los problemas de los m¨¢s necesitados".
Los curas obreros creen que "un sacerdote debe estar donde est¨¢ su pueblo". "Llevar a los trabajadores la palabra de la Iglesia y escucharles, no esperar a que vengan a los templos. Y, sobre todo, compartir y sufrir sus problemas para comprenderlos mejor", dice Pinillos. A un cura se le considera obrero cuando gana un salario fuera de la Iglesia y comparte y participa en los movimientos sociales y culturales tradicionales del mundo trabajador.
Pero la proliferaci¨®n de sacerdotes que no dependan econ¨®micamente de la Iglesia cat¨®lica provocar¨ªa que surgiera en su interior una base social m¨¢s cr¨ªtica hacia las decisiones de la jerarqu¨ªa. ?sta ser¨ªa una de las claves, seg¨²n los asistentes al encuentro de Alcobendas, del "acoso" a que han sido sometidos en los ¨²ltimos a?os, en paralelo, tambi¨¦n, con el evidente retroceso de los movimientos sindical, obrero y vecinal.
En Francia hab¨ªa 800 curas obreros hace una d¨¦cada y hoy no llegan a 500, la mayor¨ªa jubilados. Y en Espa?a, de los 200 sacerdotes trabajadores convocados al primer encuentro de 1982 apenas quedan 70, muchos de ellos marginados en sus di¨®cesis despu¨¦s de algunos a?os de gran actividad y presencia en los medios eclesiales y de comunicaci¨®n.
Al encuentro de curas obreros que empez¨® ayer en Madrid han acudido 42 curas obreros, a los que, por solidaridad, acompa?a el vicario general de una di¨®cesis belga, el ¨²nico s¨ªmbolo del pasado conciliar de este movimiento eclesial.
Un fen¨®meno importante
Fundado en Francia por el cardenal Emmanuel Suhard, promotor en 1944 del Seminario de la Misi¨®n Obrera de Par¨ªs, el movimiento de curas obreros, tras unos comienzos turbulentos, recibi¨® su impulso principal del Concilio Vaticano II en 1965, pero en la actualidad apenas cuenta con apoyo de la jerarqu¨ªa. "Ha sido el fen¨®meno m¨¢s importante de la Iglesia cat¨®lica en el siglo XX", afirma Julio Pinillos. Su irrupci¨®n cancela, adem¨¢s, la ofensiva del catolicismo tradicional contra los movimientos obreros, incluso los promovidos por sacerdotes cat¨®licos, a finales del siglo XIX, con el papa Le¨®n XIII como s¨ªmbolo de aquellas convulsiones.
Pero cerrar los ojos a los problemas no los hace desaparecer. Por eso los curas obreros reunidos en Madrid creen que el compromiso con la pobreza y la marginalidad tiene que ser tan intenso como reclamaba el cardenal Suhard a los sacerdotes de los barrios obreros de Par¨ªs.
Julio Pinillos, como portavoz de la Coordinadora Estatal de Curas Obreros, que organiza el encuentro de Alcobendas, declar¨® ayer que su objetivo es "analizar c¨®mo ser cura sirviendo a las capas m¨¢s marginadas de la sociedad: los pobres, los parados, los drogodependientes o los habitantes de los barrios perif¨¦ricos de las grandes ciudades". "Un tercio de las personas que viven en las sociedades capitalistas est¨¢n excluidas. La Iglesia no puede vivir de espaldas a esta realidad, sin tenerla en cuenta en la evangelizaci¨®n", dice.
El problema es que cada d¨ªa hay menos vocaciones sacerdotales, y a las pocas que hay se les ense?a la doctrina tradicional sobre evangelizaci¨®n. La jerarqu¨ªa cat¨®lica "cree que, ante la escasez de vocaciones, es mucho mejor atender una parroquia que el que un cura se vaya a trabajar", denuncia Pinillos. De hecho, en algunas di¨®cesis los curas tienen prohibido compaginar el ministerio parroquial con el trabajo en una f¨¢brica. Pero no en la universidad, por ejemplo, o en campos de la ense?anza media o la sanidad. "Tradicionalmente, se ha dado por admitido que los curas pod¨ªan estar en las c¨¢tedras pero no en las f¨¢bricas", lamenta Pinillos.
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