El ¨¢ngulo de refringencia
Todo cuanto dice o hace Van Gaal se distorsiona o interpreta mal, hasta el punto de que se le trata de incompetente sin atender a razones
Donde uno es fiel a sus principios, Van Gaal es inflexible; donde uno tiene buen gusto en la elecci¨®n de jugadores, Van Gaal es un simple importador de futbolistas holandeses; donde uno es valiente por utilizar tres defensas, Van Gaal es un suicida; donde uno propone un f¨²tbol de posesi¨®n y ataque, Van Gaal es previsible; donde uno gusta de jugar con dos extremos muy abiertos, Van Gaal es un dogm¨¢tico. Est¨¢ claro que, a tenor de la unanimidad que despierta en la desaprobaci¨®n de sus m¨¦todos, debemos de estar ante uno de esos fen¨®menos ¨®pticos de distorsi¨®n severa de la imagen en los que, probablemente, haya que concluir que el ¨¢ngulo de refringencia, es decir, el causante de la deformaci¨®n de la imagen, es alto.El resultado de tan curioso fen¨®meno es que Van Gaal se nos presenta como un perfecto incompetente adem¨¢s de ser un personaje que tiene la rara habilidad de causar la indignaci¨®n general cada vez que suelta una frase. Sus indiscutibles y numerosos defectos, a la luz de cuanto se ha dicho y escrito sobre su persona, no han impedido que este hombre sume dos t¨ªtulos de Liga y uno de Copa en sus dos primeros a?os como t¨¦cnico del Barcelona. De ah¨ª la distorsi¨®n, fen¨®meno digno de estudio.
Es el caso de lo que sucedi¨® con Piojo L¨®pez, de cuya experiencia puede deducirse, por los comentarios al efecto, que Van Gaal dict¨® un curso acelerado de incompetencia t¨¦cnica. ?Qu¨¦ problema m¨¢s sencillo para cualquier entrenador que evitar que un solo jugador se convierta en un factor decisivo? Van Gaal no hizo nada para evitarlo y en esa inacci¨®n demostr¨® su falta de conocimientos. Fracas¨®. De haber hecho algo (jugado con cuatro defensas, establecido alg¨²n tipo de marcaje individual, algo, cualquier cosa), es seguro que Van Gaal habr¨ªa fracasado igualmente. De haber hecho algo, Van Gaal habr¨ªa sido indigno por modificar el esquema del equipo, traicionar sus ideas y dar al equipo un mensaje de desconfianza en su sistema. Van Gaal no ten¨ªa salida: la distorsi¨®n genera incomprensi¨®n.
Fuera de los terrenos de juego, Van Gaal fracasa cada vez que aparece en escena. Por ejemplo, cuando critica a Jordi Pujol. Debi¨® entender que en Espa?a nadie critica a Pujol, al menos desde fuera de Catalu?a. No satisfecho con el error, incurri¨® en otro m¨¢s severo al reprochar un comentario del presidente del Gobierno, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar. Aznar no sabe de f¨²tbol, seg¨²n Van Gaal, ?se puede aceptar impunemente semejante reproche?
Cuando Van Gaal humill¨® en p¨²blico a ?scar, hiri¨® la sensibilidad de cualquier aficionado que se precie, aficionado que suele recibir con honda preocupaci¨®n que los clubes fichen a entrenadores de hierro. As¨ª sucedi¨® en el Madrid cuando se busc¨® a Capello, o m¨¢s recientemente cuando se contrat¨® a Toshack. El p¨²blico rechaza ese modelo: p¨²blico y dirigentes buscan en el mercado hombres razonables y simp¨¢ticos. Nadie le iba a reclamar a Toshack, ni exigirle por lo m¨¢s remoto, que humillara a las estrellas (ahora vedettes) del Madrid.
Si el Barcelona gan¨® una Liga y una Copa el a?o pasado con Van Gaal fue producto de la desidia de sus oponentes. Lo verdaderamente cierto es que no gan¨® la Copa de Europa, que fue precisamente lo que hizo el Real Madrid, dando un ejemplo de gesti¨®n y despidiendo al t¨¦cnico que lo hizo posible (los ciclos se agotan y hay que ser clarividentes para advertirlo). Si el Barcelona mete m¨¢s goles que nadie es porque tiene a Rivaldo, si el Barcelona ha recuperado posiciones tras las navidades es porque se reforz¨® con los hermanos De Boer y tir¨® de talonario, cosa que no hicieron los dem¨¢s (el Madrid fich¨® el a?o pasado a Karembeu, pero sin tanto ruido). Basta observar su juego para concluir que no tiene estilo: si juega bien es por la suma de sus talentos y si lo hace mal es porque Van Gaal ha metido mano en el equipo. El equipo que merece todo nuestro respeto es, sin embargo, el Celta, que juega al f¨²tbol como hay que hacerlo, un club que utiliza a jugadores espa?oles en su alineaci¨®n titular (Michel Salgado y ?scar Vales). El Barcelona juega plagado de extranjeros (Abelardo, Luis Enrique, Guardiola y Sergi son minor¨ªa en la alineaci¨®n titular y poco menos que jugadores marginales). Y de la limpieza ¨¦tnica de jugadores catalanes no puede haber duda alguna: Sergi, Celades, Xavi y Guardiola apenas intervienen a lo largo de la temporada. Es m¨¢s, lo que Van Gaal est¨¢ haciendo con Xavi (el ¨²nico jugador de la selecci¨®n sub 20 que ha jugado minutos en Primera Divisi¨®n) no tiene nombre: cuando no juega con el primer equipo, le hace jugar con el Barcelona B, para que est¨¦ siempre en activo. ?No es eso una humillaci¨®n injustificable? ?No ser¨ªa lo l¨®gico dejarle compartir plaza en el banquillo con las dem¨¢s estrellas para que se vaya fogueando bien sentado?
Con Van Gaal el Barcelona parece querer inclinarse por ganar las Ligas con antelaci¨®n, con excesiva antelaci¨®n habr¨ªa que decir. Para un club que gan¨® una Liga en 11 a?os (de 1974 a 1985), que soport¨® estoicamente las cinco Ligas consecutivas del Real Madrid (de 1985 a 1990, cuatro de ellas ganadas con la antelaci¨®n que s¨ª gusta en la Casa Blanca), esta forma de ganar no llega a su p¨²blico. Si ser¨¢ as¨ª que, de las cuatro Ligas de Cruyff, apenas se recuerda aquella que gan¨® sobradamente. El p¨²blico quiere emoci¨®n y Van Gaal no lo entiende. Visto desde fuera de Catalu?a, se comprende que un club como el Barcelona disfrute tan poco de esta manera de ganar.
Puede ser que todo haya sido un triste malentendido, qui¨¦n sabe si un defecto en la traducci¨®n: debi¨® construir el Ajax catal¨¢n y no el Barcelona holand¨¦s. No hab¨ªa prisa, la paciencia es norma de conducta en el f¨²tbol espa?ol. De ah¨ª, quiz¨¢, el origen de la distorsi¨®n que nos ocupa. De ah¨ª sus consecuencias: ahora, en consecuencia con todo lo dicho y escrito, habr¨¢ que darle el p¨¦same al Barcelona por este su segundo t¨ªtulo consecutivo con Van Gaal, t¨¦cnico incompetente donde los haya.
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