Mahler antirrom¨¢ntico
Kent Nagano Obras de Debussy y Mahler. Nadja Michael, mezzosoprano. Donald Litaker, tenor. Hall¨¦ Orchestra Manchester. Director: Kent Nagano. Palau de la M¨²sica, Sala Iturbi. Valencia, 20 mayo 1999.No es Kent Nagano una de las batutas mitificadas por la cr¨ªtica o apoyadas por las poderosas multinacionales del disco. Este disc¨ªpulo de Ozawa, Bernstein y Boulez -de quienes participa su modo de hacer m¨²sica- da la sensaci¨®n de encontrarse confinado, desde 1991, a la direcci¨®n de una orquesta como la Hall¨¦ de Manchester que tampoco se cuenta entre las formaciones con mayor resonancia internacional. Y, sin embargo, la carrera de Nagano registra un imparable progreso en la maduraci¨®n de las ideas musicales, hasta el extremo de no contar con un solo fiasco en ninguna de las empresas art¨ªsticas que ha acometido. Tanto desde el foso oper¨ªstico, con t¨ªtulos poco convencionales del rubro de Mahagonny, St. Fran?ois, Wozzeck o Di¨¢logo de Carmelitas, como en el repertorio sinf¨®nico -especial relevancia tiene en su caso la m¨²sica del siglo XX- Kent Nagano ha ido construyendo su prestigio musical sobre la ¨²nica base que a la larga importa: el talento. Se recordaba en el Palau el magn¨ªfico Mahler que Nagano dirigi¨® aqu¨ª hace varias temporadas. Nuevamente con la Hall¨¦ Orchestra, formaci¨®n de sonido un tanto pobre en la cuerda, el maestro insisti¨® el jueves con una de las partituras mahlerianas que mayor conmoci¨®n producen sobre la sensibilidad: La canci¨®n de la Tierra. Fue ¨¦sta una lectura angulosa y descarnada que orill¨® la vertiente m¨¢s rom¨¢ntica de una m¨²sica ¨¢cida y nihilista como pocas. Personalmente prefiero un Mahler despojado de sentimentalismo, por duro y ¨¢spero que parezca, a las versiones recargadas en el aspecto blandengue y cursi, en el que tan f¨¢cilmente se cae con este autor. Los solistas de esta Canci¨®n de la Tierra no fueron excepcionales, ni por calidad vocal ni tampoco por entrega expresiva. El tenor Litaker afront¨® su temible parte con medios mal aprovechados. La mezzosoprano Michael gan¨® conforme avanzaba la obra, si bien no alcanz¨® el ¨¢pice de emoci¨®n que uno siempre espera en el movimiento final, Der Abschied. En ¨¦ste logr¨® Nagano matices orquestales de soberana belleza, a pesar de haber tascado el freno de las emociones en la sublime catarsis de los ewig conclusivos. Dos Nocturnos de Debussy (Nubes y Fiestas) completaron este programa, nada convencional, y en ellos se advirti¨® la imaginaci¨®n del director para extraer de la paleta sonora debussyana toda su turbadora modernidad. La orquesta, con evidentes limitaciones t¨ªmbricas en la redondez del metal, sigui¨® con precisi¨®n las atinadas indicaciones de la partitura.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.