Viajes con mi qu¨ªmica
Cuando la droga s¨®lo sal¨ªa en los libros no hab¨ªa muertos. La ¨¦lite fumaba pipas de kif y manten¨ªa el pulso para escribir a continuaci¨®n poemas de visiones evanescentes, y en alguna novela el protagonista combat¨ªa la angustia vital con tomas de un producto vegetal triturado que despu¨¦s todos aprendimos a llamar coca¨ªna. La tragedia ha llegado con la generalizaci¨®n del consumo, con la conversi¨®n del drogadicto en personaje de la p¨¢gina de sucesos de los peri¨®dicos. ?Otro mal de la democracia?Mientras los desesperados del mundo se matan y nos matan con tal de disfrutar moment¨¢neamente un trozo de para¨ªso artificial, y las autoridades persiguen con m¨¢s sa?a la mera existencia del cielo que a sus celadores abusivos, un grupo menos llamativo de gente sigue experimentando por su propia cuenta y riesgo aquello que Aldous Huxley llam¨® "vacaciones qu¨ªmicas" en un libro c¨¦lebre, Las puertas de la percepci¨®n (ahora reeditado por Edhasa). Huxley tom¨® su famosa dosis de mescalina y vivi¨® largamente para contarlo, y tampoco parece que la ingesti¨®n frecuente de sustancias prohibidas por la ley da?ase la salud de grandes longevos como Conan Doyle, Thomas de Quincey, Cocteau o J¨¹nger. Aun as¨ª, sigue estando mal visto el derecho individual a tomarse esas vacaciones, y no otra puede ser la raz¨®n del poco ruido comparativo que ha hecho un libro de la calidad e importancia de Historia general de las drogas, de Antonio Escohotado, que Espasa public¨® hace unos meses.
Escohotado lleva a?os escribiendo seriamente sobre la droga y, frente a otros tolerantes de boquilla, tom¨¢ndola. ?l mismo lo dice de manera modosa en su pr¨®logo: "No ha sido muy com¨²n aunar lo te¨®rico y lo pr¨¢ctico en materia de drogas". Por desgracia, la polic¨ªa y los jueces no supieron apreciar esta doble capacidad del fil¨®sofo, quien, como es sabido, cay¨®, ejercitando de pac¨ªfico y solvente comprador, en una trampa policiaca, y pag¨® su culpa con dos a?os en un penal, donde la mayor parte de este volumen de 1.500 p¨¢ginas fue escrito. Monumental Balada de la c¨¢rcel de Cuenca, que, al contrario que la de Wilde, no finaliza con la muerte de la cosa que se ama.
La originalidad del libro radica en su mixtura, nada estupefaciente. Para quien, como me ha sucedido a m¨ª, lo consulta antes de probar un nuevo f¨¢rmaco "de energ¨ªa" o "visionario" (as¨ª los divide el autor; la primera clase, "de paz", me atrae poco), Escohotado informa cient¨ªfica y claramente, nunca hurtando lo racional del riesgo que algunos conllevan pero tampoco, claro, su funci¨®n placentera. No s¨®lo por eso deber¨ªa ser un libro imprescindible en todos los hogares. El autor tambi¨¦n nos da la historia universal de las drogas, su simbolizaci¨®n literaria, el an¨¢lisis de la miserable "paz farmacr¨¢tica" impuesta por los legisladores, a la vez que una aut¨¦ntica enciclopedia qu¨ªmico-social y, en ap¨¦ndice, una gu¨ªa pr¨¢ctica para el usuario que llama Fenomenolog¨ªa de las drogas. Magn¨ªficamente ilustrado y con unos ¨ªndices y referencias cruzadas ins¨®litas en nuestro sistema editorial, pocas veces la expresi¨®n "libro de cabecera" estar¨¢ m¨¢s justificada.
Queda una pregunta en el ¨¦ter. ?Prestigia el arte a la droga? Una frase del libro de Huxley, "El artista est¨¢ cong¨¦nitamente equipado para ver todo el tiempo lo que los dem¨¢s vemos ¨²nicamente bajo la influencia de la mescalina", parece confirmarlo. Por mucho que el mescal, sobre todo si te lo tomas con un ser amado lis¨¦rgico, te lleve a ver moradas de un mundo cerrado en d¨ªas laborables, no se trata, a mi juicio, de eso. Nadie se droga para tener mirada de artista, sino, m¨¢s bien, para llegar euf¨®rica o apaciguadamente al salvaje pa¨ªs que la imaginaci¨®n de algunos grandes escritores -sobrios o ebrios- ha sabido prefigurar. De ah¨ª el justo empleo de la palabra trip (viaje). Hay viajeros qu emprenden "vacaciones qu¨ªmicas del intolerable yo y de un ambiente repulsivo" y no regresan. Otros abren las puertas en el muro de la vida opaca y a fuerza de mirar al otro lado se vuelven instruidos de su propia realidad. Escribe Huxley: "Si vamos a Nueva Gales del Sur veremos marsupiales desplaz¨¢ndose a saltos por el campo. Y si vamos a las ant¨ªpodas de la mente consciente de s¨ª misma, encontraremos toda clase de seres tan raros, por lo menos, como los canguros". ?se es un buen motivo para tomarse cosas: el deseo de conocer a unos seres raros como nosotros mismos que son nuestros m¨¢s ¨ªntimos ant¨ªpodas.
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