La contribuci¨®n de los sindicatos a la creaci¨®n de empleo
El autor cree que el pacto de 1997 ha permitido la mejora cualitativa del empleo y un giro respecto a los veinte a?os anteriores
En un excelente gr¨¢fico sobre la evoluci¨®n del desempleo entre 1976 y el primer trimestre de 1999, publicado la semana pasada en estas mismas p¨¢ginas, se establec¨ªa una correspondencia biun¨ªvoca entre los principales acontecimientos pol¨ªticos y sociales de aquel periodo y los altibajos del paro. En ¨¦l pod¨ªa apreciarse que el mayor descenso porcentual de la desocupaci¨®n producido en el menor espacio de tiempo es el registrado desde el Acuerdo Interconfederal para la Estabilidad en el Empleo (AIEE) alcanzado entre CCOO, UGT y CEOE-CEPYME en 1997 hasta el momento actual. Aunque los acuerdos se suscribieron cuando la econom¨ªa llevaba m¨¢s de dos a?os creciendo, los casi cinco puntos porcentuales en que se ha reducido el paro de entonces ac¨¢ contrastan con el punto escaso de su ca¨ªda en la primera fase de este ciclo alcista -presidido por la reforma laboral impuesta en 1994-, y todav¨ªa es mayor la diferencia cuantitativa con periodos expansivos anteriores como el de 1985-91 por ejemplo. Y en cualquier comparaci¨®n a lo largo de los 20 a?os de referencia a¨²n es m¨¢s destacable la diferencia cualitativa a favor de los empleos creados en los dos ¨²ltimos a?os. As¨ª, la mayor¨ªa del empleo neto creado desde la entrada en vigor de los Acuerdos (mayo del 97) es indefinido (84%), porcentaje que se eleva hasta el 92% si nos referimos s¨®lo al sector privado, y los contratos estables han ido ganando terreno en el total de la contrataci¨®n, configur¨¢ndose como el principal contrato de entrada en el mercado laboral y llegando a un r¨¦cord hist¨®rico del 11% durante el pasado mes de abril. Sin embargo, en la anterior etapa de crecimiento todo el empleo creado fue temporal y por cada 100 empleos netos generados se destruyeron 17 puestos de trabajo indefinidos.Y aunque por rigor y con prudencia no quisimos presentar el AIEE como generador directo de empleo, ¨¦ste ha crecido durante la vigencia del acuerdo a un notable ritmo del 5% globalmente, y a¨²n m¨¢s entre los colectivos que se?al¨¢bamos como prioritarios en los Acuerdos, el de mujeres (6,3%) y el de los j¨®venes (5,9%). Simult¨¢neamente, se ha reducido el paro de larga duraci¨®n en una cantidad muy apreciable (291.000 personas). Estos efectos son a fin de cuentas otra demostraci¨®n emp¨ªrica de que el crecimiento econ¨®mico por s¨ª solo no es suficiente para promover la creaci¨®n de m¨¢s y mejor empleo. Pero el vector de fuerza que m¨¢s claramente ha influido en favor del empleo ha sido el generado a ra¨ªz de la concertaci¨®n entre patronales y sindicatos. Porque sin negarle al Gobierno su aportaci¨®n en la medida que respet¨® la autonom¨ªa de los agentes sociales y el subsiguiente soporte legislativo y econ¨®mico al AIEE, hay que denunciar que lo ha incumplido en tanto que empleador en las Administraciones P¨²blicas, donde ha subido la temporalidad rest¨¢ndole fuerza a su reducci¨®n lograda en el sector privado, o que a¨²n no haya traducido en norma el compromiso social de evitar las horas extraordinarias para facilitar su permuta por nuevos empleos.
Sus pol¨ªticas presupuestarias, se han volcado en la fiscalidad regresiva en lugar de canalizar los recursos p¨²blicos hacia la inversi¨®n productiva p¨²blica y privada generadora de trabajo y a la mejora de la protecci¨®n a los desempleados. Ahora que algunos expertos se han extra?ado por los ¨²ltimos datos de la EPA, inquiet¨¢ndose por la ca¨ªda de la productividad general de la econom¨ªa, pod¨ªan haber advertido al Gobierno que desde el segundo semestre del 98 nuestro aparato productivo ven¨ªa mostr¨¢ndose incapaz de abastecer a nuestra demanda final (interna y externa) aun aprovechando su capacidad instalada en un 83% y que, como consecuencia, empezaba a desequilibrarse nuestra balanza comercial en favor de las importaciones. Por tanto, habr¨ªa sido m¨¢s conveniente y prioritario invertir para ampliar y mejorar nuestro tejido productivo creando m¨¢s empleo, que aventurarse por los derroteros de la reforma fiscal, que por cierto, adem¨¢s de los excesivos beneficios concedidos a una minor¨ªa, algo estar¨¢ contribuyendo al repunte de la inflaci¨®n sin que pueda atribu¨ªrsele de manera rigurosa ninguna repercusi¨®n positiva sobre la inversi¨®n y el empleo hasta el momento.
En las cifras sobre el paro m¨¢s recientes tambi¨¦n se refleja una buena contribuci¨®n que lograron los sindicatos, esta vez sin el concurso de las organizaciones empresariales, acordando con el Gobierno una muy aceptable transposici¨®n de las directivas comunitarias sobre el trabajo fijo a tiempo parcial. Este contrato congruente con el equilibrio entre flexibilidad y estabilidad laboral construido en el AIEE parece estar funcionando bien pese a las objeciones patronales.
No obstante, hay objetivos del AIEE que presentan un balance deficiente.
La tasa de temporalidad se reduce muy lentamente y la rotaci¨®n laboral incluso ha aumentado. Lacras que siguen afectando principalmente a mujeres y j¨®venes.
Aunque ya se ha se?alado el contradictorio y negativo comportamiento del Gobierno del PP frente a la precariedad laboral, hay que reconocer la influencia de otros factores. Unos escapan a la concertaci¨®n social, como la madeja de subcontrataciones que caracterizan la estructura productiva de algunos sectores como el de la construcci¨®n, donde se registra un injustificable 62% de eventualidad (44 puntos por encima de la media europea). Otros, como la precipitada y chapucera legalizaci¨®n de las Empresas de Trabajo Temporal, escapaban de la esfera de competencias de los agentes sociales y es ahora cuando hemos podido abordarlo con el Gobierno y las correspondientes patronales, con resultados muy insatisfactorios por cierto.
Y finalmente hay deficiencias que nos son achacables a los firmantes, si bien con diferentes grados de responsabilidad, y que debemos superarlas compartiendo nuevos esfuerzos. Por ejemplo, con un desarrollo m¨¢s audaz del Acuerdo sobre Negociaci¨®n Colectiva que, adem¨¢s de racionalizar la estructura de convenios, incorpore en ellos una mayor intensidad en la transformaci¨®n de contratos temporales en indefinidos y frente la utilizaci¨®n abusiva de la contrataci¨®n eventual para actividades productivas estables.
Los m¨¢s interesados en el m¨¢ximo aprovechamiento, desarrollo y difusi¨®n de los acuerdos deber¨ªamos ser los sindicatos. Porque hasta la fecha han sido beneficiosos para los trabajadores y es nuestra obligaci¨®n que lo sean todav¨ªa m¨¢s en la segunda mitad de su vigencia que tenemos por delante. Porque los tiempos econ¨®micos que nos depare el futuro son inciertos y la mejor manera de prevenirse es mejorando la calidad de los empleos y los derechos socio-laborales. Porque los tiempos pol¨ªticos que se avecinan pueden endurecer algunos de los perfiles m¨¢s conservadores de la pol¨ªtica econ¨®mica. Y porque el vac¨ªo que dejemos los sindicatos lo empezar¨¢n a ocupar otros -si no han empezado ya- propugnando la vuelta a la precarizaci¨®n laboral.
Cuando todav¨ªa hay muchos trabajadores que creen que por fin les han hecho un contrato fijo -?"gracias a una norma que ha dado el Gobierno"!- tenemos que reflexionar y reaccionar sin dilaci¨®n desde UGT y CCOO, uniendo nuestras capacidades y fuerzas hasta que en el ¨²ltimo rinc¨®n de Espa?a sepan los trabajadores que tras a?os de lucha por el empleo conseguimos un buen acuerdo con la patronal gracias al cual han mejorado sus condiciones laborales y que la norma ha sido la consecuencia de nuestro esfuerzo y no la causa de sus nuevos contratos.
La imagen del di¨¢logo entre sindicatos y patronal nunca ha tenido m¨¢s fundamento real que en este periodo. Su exceso no es lo que m¨¢s nos deber¨ªa inquietar ya que son sus defectos y par¨¦ntesis prolongados los que o bien se aprovechar¨¢n contra los intereses de los trabajadores o bien servir¨¢n para que nuestras aportaciones las capitalicen otros.
Que los trabajadores asocien inequ¨ªvoca e incluso gr¨¢ficamente, la mejora de sus empleos con el espacio de negociacion social aut¨®nomamente construido por los sindicatos CCOO y UGT con los empresarios y que su ensanchamiento hacia la reducci¨®n de la jornada, en la perspectiva de las 35 horas semanales, a la mejora de las condiciones de seguridad y salud en el trabajo o a la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres se deba al constante empe?o unitario de los sindicatos no har¨¢ m¨¢s que reforzar nuestra legitimidad y nuestra fuerza.
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