Campa?a
La mayor¨ªa parlamentaria que lidera el PP ha conseguido que el debate sobre el estado de la naci¨®n y los trabajos de la comisi¨®n encargada de investigar las ayudas al cultivo del lino no tengan lugar hasta despu¨¦s de las elecciones de junio. ?Argumento? Evitar que distorsionen la campa?a electoral. Curiosa concepci¨®n de la pol¨ªtica democr¨¢tica que considera que un debate parlamentario entre Gobierno y oposici¨®n para hacer balance del ¨²ltimo ejercicio pol¨ªtico y unas comparecencias en comisi¨®n para clarificar el oscuro caso de los cazaprimas y sus complicidades pol¨ªticas son contraindicados con la campa?a electoral.Las campa?as electorales deber¨ªan ser un tiempo solemne en el ritual democr¨¢tico. Precisamente para realzar el momento en que el ciudadano ejerce su cuota de soberan¨ªa, las campa?as electorales est¨¢n marcadas en rojo en el calendario pol¨ªtico. Y, sin embargo, la pr¨¢ctica de campa?a va cada vez m¨¢s por caminos de confusi¨®n y ruido. Las campa?as empiezan a ser un problema. Cuando llega la cita, los pol¨ªticos decretan una especie de estado de excepci¨®n en el que se suspenden las m¨¢s elementales normas de conducta pol¨ªtica y los sistemas de control parlamentario y se aplaza cualquier proyecto o actividad que no tenga inmediata transmisi¨®n en votos.
En campa?a vale todo, y lo dicen sin ning¨²n rubor. En este todo se incluye, por supuesto, la mentira y el insulto, porque forma parte del juego, dicen, y ya se sabe que las palabras pronunciadas en campa?a se las lleva el viento. Es decir, ellos mismos nos invitan a no escucharles. En campa?a se vende el producto, porque al elector se le trata como un consumidor. Y para conseguir cuota de mercado, ya se sabe: hay que acabar con el competidor. Lo dice la ideolog¨ªa dominante.
Los propios pol¨ªticos reconocen que en campa?a no se trata de hablar sino de gritar. Los m¨¢s profesionales incluso encuentran gusto en el ejercicio, quiz¨¢s porque la pol¨ªtica por lo general recluta entre gentes con m¨¢s vanidad que orgullo. Las almas sensibles se lamentan de tener que soltar enardecidas soflamas que les producir¨ªan verg¨¹enza si las oyeran en una tertulia de amigos, pero van, disciplinados, al mitin que les ha preparado el jefe de campa?a.
Es obvio que al ciudadano que debe decidir si vota o no a Loyola de Palacio en las europeas le ser¨ªa m¨¢s ¨²til disponer de informaci¨®n sobre el asunto del lino que o¨ªr los ruidosos intercambios a distancia, perfectamente imaginables, entre la voz populista del PP y la traviesa candidata socialista Rosa D¨ªez. Como es obvio tambi¨¦n que un debate parlamentario podr¨ªa aportar muchos m¨¢s elementos sobre la concepci¨®n de Europa que cada uno defiende o sobre el papel que cada cual otorga a los municipios en el entramado institucional, que las lindezas que van a dedicarse unos y otros. Los debates televisados eran lo m¨¢s ilustrador que las campa?as aportaban porque el cara a cara siempre ofrece alg¨²n resquicio por d¨®nde se escapa la verdad. Van a menos, porque los aspirantes los quieren pero los titulares los reh¨²yen.
Joaqu¨ªm Molins ha hecho, quiz¨¢s sin pensarlo, la aportaci¨®n definitiva a las campa?as electorales. Su genial idea de pasear un gui?ol con sus contrincantes como protagonistas por las calles de Barcelona es como una met¨¢fora sobre el destino de las campa?as. Bien pensado, podr¨ªa decidirse por consenso, por supuesto, que los partidos pol¨ªticos delegaran en los mu?ecos de Canal+ la campa?a electoral. Ser¨ªa m¨¢s divertido y quiz¨¢s conseguir¨ªamos incluso enterarnos de alguna cosa.
Alexander Zinoviev, que fue disidente en la Uni¨®n Sovi¨¦tica, advert¨ªa en un art¨ªculo reciente de que los europeos hablan mucho de la sociedad poscomunista pero no se dan cuenta de que estamos entrando tambi¨¦n en la sociedad posdemocr¨¢tica. Los primeros que deber¨ªan defender la democracia son los pol¨ªticos. Con actitudes como esta devaluaci¨®n voluntaria de las campa?as electorales o como la minimizaci¨®n del papel del Parlamento o como el traslado sistem¨¢tico de los enfrentamientos pol¨ªticos al Poder Judicial, est¨¢n allanando el terreno para que la democracia se vaya desactivando hasta que un d¨ªa haya perdido definitivamente el pulso, sin que nadie quiera ser responsable de lo ocurrido. ?Est¨¢ comprobado que esta forma de hacer campa?a es la m¨¢s rentable para los partidos pol¨ªticos? Porque de ser as¨ª, tambi¨¦n el ciudadano tendr¨ªa su parte de responsabilidad.
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