JES?S TORBADO ESCRITOR "La mujer de un "topo" dijo que era puta para justificar su embarazo"
Cuando estall¨® la Guerra Civil, muchos republicanos se escondieron para salvar la vida, pensando que todo acabar¨ªa pronto. Pero pasaron treinta a?os. Y luego, m¨¢s. Jes¨²s Torbado (Le¨®n, 1943) se dedic¨® durante un tiempo a recoger y guardar a buen recaudo sus voces de aislamiento y miedo. Escribi¨® junto a Manu Leguineche Los Topos, un libro documental que cuenta las historias de encierro de hombres de toda Espa?a. Se public¨® en 1977 con mucho ¨¦xito, y se tradujo a nueve idiomas. Ahora, El Pa¨ªs Aguilar lo reedita. Pregunta. ?C¨®mo llegaron a esto? Respuesta. Cuando Manu y yo ¨¦ramos j¨®venes reporteros, en los ¨²ltimos a?os de la dictadura, le¨ªmos la noticia de un hombre que llevaba 30 a?os encerrado y que acababa de salir a la luz. Nos pusimos a buscar m¨¢s gente en la misma situaci¨®n y estuvimos siete a?os dando vueltas por Espa?a. No fue nada f¨¢cil. Hasta nos hicimos pasar por otras personas en cuarteles de la Guardia Civil. Encontramos un centenar. P. ?Qu¨¦ ten¨ªan en com¨²n los topos? R. Eran hombres muy solitarios y muy asustados. Y su miedo estaba perfectamente justificado, porque muchos como ellos murieron. Huyendo, se met¨ªan en s¨®tanos, desvanes, despensas o cuartos ocultos al fondo de la casa. Incluso en el monte. Uno de San Fernando se encerr¨® en una tumba vac¨ªa. P. ?Hubo muchos topos andaluces? R. S¨ª, entre los 20 hombres que narran su historia hay ocho andaluces, cinco de ellos malague?os. Est¨¢n los hermanos Hidalgo, de Benaque, que se pasaron 30 a?os encerrados en sus casas. Tambi¨¦n hubo casos en Mijas y en Alhaur¨ªn. En el norte de Espa?a era m¨¢s f¨¢cil llegar a la frontera francesa y salir del pa¨ªs; desde Andaluc¨ªa hab¨ªa menos opciones. P. ?C¨®mo pod¨ªan sobrevivir? R. En todas estas historias hay mujeres heroicas. Las esposas, las novias o las hermanas les llevaban comida, ropa, tabaco, las cosas m¨¢s b¨¢sicas. Cuando se pon¨ªan enfermos en su escondite, ellas iban al m¨¦dico y reproduc¨ªan sus s¨ªntomas lo mejor que pod¨ªan para traerles medicinas. Una de ellas, embarazada de su marido escondido, se hizo pasar por puta para justificar su estado. P. ?No se volv¨ªan locos? R. No. Eso demuestra lo que puede aguantar una persona. Hubo uno en Guadalajara que perdi¨® el habla, pero este tipo de secuelas no era lo m¨¢s com¨²n. Lo que s¨ª ten¨ªan todos era mucho deterioro f¨ªsico. Casi siempre se mor¨ªan poco despu¨¦s de salir a la luz. Y sufr¨ªan un choque muy fuerte cuando se ve¨ªan libres. Pablo Hidalgo, por ejemplo, vio Estepona treinta a?os despu¨¦s de encerrado y le pareci¨® otro mundo. P. ?Fue dif¨ªcil entrevistarlos? R. S¨ª, claro. Desconfiaban. ?bamos a verles muchas veces, hasta que empezaban a vernos como amigos, y ya sab¨ªan que ¨ªbamos a respetarles; a ellos, a su historia y a su manera de hablar.
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