Guerra y soberan¨ªa
Las Constituciones de todos los pa¨ªses son muy cuidadosas en la regulaci¨®n de las funciones que el Estado desarrolla en torno a algo que va unido a la soberan¨ªa, en cuanto se dirige al exterior: declarar la guerra, hacer la paz, dirigir los ej¨¦rcitos, pararlos, relanzarlos, gastar m¨¢s o menos en el empe?o. Los distintos poderes del Estado se reparten, de un modo u otro, las consiguientes competencias. Pero esta guerra peculiar en que nos encontramos comprometidos y modestamente intervinientes no es la de un Estado contra otro, ni tampoco la de varios Estados contra otros; es la de una organizaci¨®n supraestatal, la OTAN, contra un Estado. Se da la circunstancia, por ejemplo, de que Espa?a no ha roto formalmente las relaciones diplom¨¢ticas con el Estado atacado, Serbia; ni tampoco otros miembros de la Alianza.Y aqu¨ª se producen ciertas chocantes consideraciones que vemos todos los d¨ªas. Espa?a, dicen, es un pa¨ªs beligerante, y desde luego parece un acto beligerante enviar seis aviones entre centenares para bombardear. En tiempos de la II Guerra Mundial, Espa?a envi¨® a combatir a la Divisi¨®n Azul, a territorio ruso; y Espa?a era, sin embargo, un pa¨ªs jur¨ªdicamente neutral, y no estuvo en estado de guerra con la URSS; y ahora, con seis aviones, estamos en guerra; misterios de la cosa internacional.
Pero no es s¨®lo este burdo criterio cuantitativo; los ¨®rganos constitucionales espa?oles, y en concreto las Cortes, piden cuentas al Gobierno, y ¨¦ste las da m¨¢s o menos; y as¨ª sucede en otros pa¨ªses de la OTAN; pero no piden cuentas de la manera coherente con una situaci¨®n de guerra del Estado espa?ol (o franc¨¦s, o brit¨¢nico, o lo que sea) porque los gobiernos respectivos no hacen, de suyo, la guerra; ¨¦sta es de la Alianza; por tanto, es una guerra de ninguno, aunque tambi¨¦n es una guerra de todos. Incluso hay pa¨ªses que han acordado la intervenci¨®n (la unanimidad), pero que no han enviado ni un avi¨®n, y tampoco prestan colaboraci¨®n estrat¨¦gica. Y el Gobierno de turno puede decir, con m¨¢s o menos entusiasmo o distancia, que ¨¦l participa, pero que la guerra es de la OTAN. Otra cosa es la actuaci¨®n coherente con la funci¨®n democr¨¢tica exigible, aunque las cosas de la guerra son menos transparentes siempre.
Por la v¨ªa de la OTAN, hemos hecho una cesi¨®n permanente de soberan¨ªa en materias de seguridad y defensa, o, si se quiere, compartimos soberan¨ªa con otros. Claro que esa entidad supranacional requiere unanimidad, y tiene algunos, escasos, ¨®rganos de decisi¨®n. As¨ª que no es una entelequia, pero tampoco la suma de los miembros de la Alianza. Una situaci¨®n de cierta fluidez, en la que todos acuerdan, pero parecen no responder.
La OTAN como alianza defensiva va m¨¢s clara; eso de que el ataque a uno se entender¨¢ como ataque a todos y al conjunto se entiende bastante bien. Pero cuando emprende acciones ofensivas (no mera respuesta a un ataque) la cosa se complica. Creo que est¨¢ bien que la OTAN ejerza ciertas funciones de vigilancia y que trate de pararles los pies a indeseables genocidas pr¨®ximos, pero la realidad es ambigua, no en lo que respecta a la intervenci¨®n en s¨ª, decidida por unanimidad, sino en cuanto a la conducci¨®n, manejo y cese de la misma; parece complicado llevar una guerra sin un mando ¨²nico y ¨²ltimamente responsable de sus avatares; as¨ª, asistimos a este raro espect¨¢culo de que miembros de la OTAN se pronuncien de maneras divergentes, mirando a sus respectivos electores u opiniones p¨²blicas, mientras a la vez est¨¢n colaborando activamente en la batalla (Italia, sin ir m¨¢s lejos, con su base de Aviano y otras). Y, por otro lado, cada Gobierno responde ante sus ¨®rganos constitucionales de lo que ¨¦l haya hecho, que es, a lo sumo, aprobar algo, una acci¨®n, pero nada m¨¢s. Y, adem¨¢s, ya es conocido que en los ¨®rganos colectivos la responsabilidad se diluye, y no se sabe a qui¨¦n exigir la responsabilidad, y las decisiones se toman en el amparo mutuo.
No estamos acostumbrados a estos l¨ªos. La OTAN no hab¨ªa emprendido nunca acciones de guerra, sino que, en s¨ª, era un amenazante mecanismo disuasorio. Quiz¨¢ sea m¨¢s necesario perfeccionar los sistemas internos de toma de decisiones que "organizarse mejor". Mientras tanto, ni estamos en guerra ni dejamos de estarlo. Y los responsables de la acci¨®n no tienen un cuerpo claro ante el que responder. Situaciones que ya conocemos de antiguo, en la UE. Tampoco aqu¨ª los Estados son lo que eran.
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