Plomo en las alas

IBERIA ES una empresa que desempe?a un papel fundamental en la econom¨ªa espa?ola. En primer lugar, por su volumen. Pocas empresas espa?olas alcanzan una facturaci¨®n de 650.000 millones de pesetas anuales y emplean a 20.000 trabajadores. Despu¨¦s, por la relevancia de la tarea de gestionar el transporte a¨¦reo en una zona vital para las relaciones comerciales y personales entre Europa y el continente americano.En los ¨²ltimos a?os, Iberia se hab¨ªa recuperado de un prolongado periodo de p¨¦rdidas en su cuenta de resultados, y gracias a la reactivaci¨®n de la econom¨ªa, el aumento del turismo y la recuperaci¨®n de la capacidad de gasto de los espa?oles, hab¨ªa conseguido enhebrar dos ejercicios seguidos con beneficios; de 53.000 millones de pesetas en 1998. El primer trimestre del a?o, tradicionalmente negativo, ha visto crecer las p¨¦rdidas hasta los 4.000 millones. Mal momento para que se instalen los n¨²meros rojos -aunque la compa?¨ªa mantiene una expectativa de beneficios en el conjunto del a?o-, con una privatizaci¨®n en ciernes y una delicada red de operaciones montada en torno a la financiaci¨®n de la empresa.

No es dif¨ªcil responsabilizar de este brusco empeoramiento de las cuentas de la empresa todav¨ªa p¨²blica a factores como la ca¨®tica situaci¨®n del tr¨¢fico a¨¦reo, a la que con tanto ah¨ªnco han contribuido la incapacidad de gesti¨®n del Ministerio de Fomento, los fracasos encadenados de Aeropuertos Nacionales y Navegaci¨®n A¨¦rea (AENA) para corregir la deplorable actuaci¨®n de los controladores en Barajas, o la esperp¨¦ntica predisposici¨®n del SEPLA a utilizar la huelga (de celo o de brazos ca¨ªdos) para aumentar indefinida e ilimitadamente los ingresos de los pilotos y bloquear cualquier posibilidad de flexibilizaci¨®n laboral que acabe con sus privilegios dentro de la compa?¨ªa. El efecto acumulado de estas causas se puede evaluar en t¨¦rminos globales en la diferencia negativa de m¨¢s de 10.000 millones entre el beneficio real del grupo en 1998 y el estimado para 1999.

El ministro Arias rechaz¨® el s¨¢bado cualquier responsabilidad en los retrasos, atribuy¨¦ndosela a Industria, de quien depende Iberia. Al margen de la vocaci¨®n de este ministro de eludir sus responsabilidades, es cierto que tambi¨¦n la direcci¨®n de la compa?¨ªa es responsable. Los problemas planteados por los pilotos no han aparecido por generaci¨®n espont¨¢nea. En parte se deben a una cultura de consentimiento y halago de la empresa con sus empleados m¨¢s privilegiados, que los gestores han sido incapaces de enmendar.

Es evidente que esta situaci¨®n no puede mantenerse por m¨¢s tiempo. El empeoramiento del tr¨¢fico a¨¦reo en Espa?a, hasta l¨ªmites grotescos e impropios de un pa¨ªs europeo, est¨¢ produciendo un sentimiento social de rechazo a las actitudes de extorsi¨®n de los pilotos que deben aprovechar los gestores de Iberia para resolver con la dureza legal que sea necesaria el problema que tienen planteado en su propia casa. El ministro Piqu¨¦ ha advertido de que podr¨ªa llevar el asunto a los tribunales. Al menos en eso contar¨¢ con el apoyo de muchos ciudadanos.