Una conciencia alemana
Las ruinas y la deportaci¨®n en la posguerra, el muro de Berl¨ªn, Willy Brandt arrodillado en el gueto de Varsovia o el canciller Helmut Kohl son las im¨¢genes que mejor simbolizan la Alemania de la segunda mitad de este siglo. Otra, tan imprescindible, es la de este hombre grande fumando en pipa y hablando siempre sin miedo. Es G¨¹nter Grass. Ha escrito miles de p¨¢ginas en un alem¨¢n tan bonito como directo desde que irrumpi¨® en la literatura alemana en 1959 con una obra posiblemente no superada, aquel Tambor de hojalata, el reflejo del alma del ni?o Oskar Mazerath.Grass ha escrito siempre sobre Alemania. Como tantos grandes de las letras y el pensamiento germano, vive dolido el drama nacional de la obsesi¨®n por el bien y la lamentaci¨®n del mal. Desde que muri¨® su amigo Heinrich B?ll, Grass es la conciencia, a veces iracunda, de una naci¨®n que cada vez hace menos caso a las llamadas a la reflexi¨®n. Es un h¨¦roe anacr¨®nico que recuerda a estos tiempos tontilocos los compromisos de la literatura con la historia y con la vida.
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