Pollos peligrosos
El caso de los pollos criados en granjas belgas con piensos compuestos contaminados por dioxina, un producto cancer¨ªgeno, se ha disparado en casi todas direcciones, ha generado una gran inquietud en Europa y se ha cobrado ya algunas bajas pol¨ªticas. Los ministros de Salud, Marcel Colla, y de Agricultura, Karel Pinxten, han pagado con su dimisi¨®n inmediata la negligencia de una Administraci¨®n que ha tardado tres meses en verificar las primeras denuncias y retirar del mercado los productos intoxicados. Los m¨¢ximos responsables de la empresa Verkest, fabricante de los piensos t¨®xicos, han sido detenidos. Pero la mancha de la dioxina se extiende ya peligrosamente por toda B¨¦lgica y ha pasado de los pollos a los cerdos. El Gobierno belga ha detectado en 500 granjas porcinas la existencia de las mismas harinas y piensos contaminados. La primera y urgent¨ªsima tarea que tiene el Gobierno belga es delimitar cu¨¢l es el per¨ªmetro que ha alcanzado en la cadena alimentaria la contaminaci¨®n con dioxina.Mientras se calcula el alcance de esta cat¨¢strofe, el fantasma de las vacas locas brit¨¢nicas sacude la memoria reciente de los consumidores. La Comisi¨®n Europea ha ordenado retirar del mercado todos los productos av¨ªcolas y derivados procedentes de B¨¦lgica; y a la vista de los ¨²ltimos datos, probablemente tendr¨¢ que hacer lo mismo con la carne de cerdo procedente de aquel pa¨ªs. Tampoco descarta la aplicaci¨®n de sanciones al Gobierno de Dehaene si se confirma que las autoridades belgas informaron con retraso a la UE.
Hay que reconocer que la Comisi¨®n Europea ha reaccionado con rapidez, aunque probablemente se suscitar¨¢n cr¨ªticas por no haber prohibido inmediatamente las exportaciones a Europa de dichos productos. Si, como asegura Franz Fischler, comisario europeo de Agricultura, el objetivo inmediato es garantizar la seguridad de los consumidores, una cuarentena exportadora hubiera transmitido una mayor sensaci¨®n de seguridad. Ahora es urgente determinar si los piensos contaminados han llegado a granjas de ovejas o vacas.
Peor calificaci¨®n tiene el comportamiento de las autoridades belgas en este desastre alimentario. Los ministros cesantes afirman que actuaron de buena fe y correctamente; pero un retraso de casi tres meses en un asunto que afecta directa y peligrosamente a la salud p¨²blica tiene dif¨ªcil justificaci¨®n. M¨¢s bien puede interpretarse como una demora producida por el temor a generar alarma social o a lesionar los intereses econ¨®micos afectados. Cuando la salud de los ciudadanos est¨¢ en juego, cualquier otra consideraci¨®n resulta secundaria; y deben tomarse de forma inmediata las oportunas medidas de cuarentena sanitaria. Las quejas de las autoridades comunitarias por este retraso refuerzan la sospecha de que los responsables del Gobierno belga actuaron de forma negligente y peligrosa para los ciudadanos; y que no cumplieron con la obligaci¨®n de informar al resto de la Uni¨®n Europea.
Es pronto para saber si el caso de los pollos envenenados alcanzar¨¢ la importancia sociol¨®gica y pol¨ªtica del de las vacas locas. La contaminaci¨®n por dioxina parece un foco m¨¢s localizado, y su naturaleza y efectos, aunque muy peligrosos, son mejor conocidos que el s¨ªndrome de Creutzfeldt-Jacob, que tantas investigaciones exigi¨® para determinar el origen de la enfermedad. No est¨¢ de m¨¢s pedir a las autoridades comunitarias que extraigan las conclusiones adecuadas de tan inquietante precedente y, como ejercicio m¨ªnimo de responsabilidad pol¨ªtica, mantengan una informaci¨®n concreta de la evoluci¨®n del problema.
En Espa?a, el Gobierno ha respondido a la amenaza de la carne de pollo contaminada con alg¨²n desconcierto y no poca confusi¨®n. Es verdad que los ministros de Agricultura y Sanidad se han apresurado a asegurar que los consumidores no corren riesgo alguno; pero ni uno ni otro, y tampoco sus respectivos equipos, han sido capaces de ofrecer informaci¨®n precisa que confirme sus palabras. No es de recibo que se asegure primero que a Espa?a s¨®lo han llegado 140 patos belgas "para exposici¨®n" y un d¨ªa despu¨¦s se reconoza que se han importado 5.600 pollos para consumo en varias regiones. Los consumidores se merecen seriedad e informaci¨®n contrastada; no es mucho pedir que el Gobierno y las comunidades aut¨®nomas coordinen esfuerzos para ofrecer a la opini¨®n p¨²blica una informaci¨®n precisa y, sobre todo, cre¨ªble. No hay otro mecanismo eficaz para evitar las reacciones colectivas de p¨¢nico en una sociedad adulta.
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