Desarbolando Madrid
Los autores consideran que el sistema de poda empleado por los servicios municipales ignora los avances de la arboricultura moderna y ponen en peligro la frondosidad de zonas como la Castellana
El alcalde de Madrid dice que preside una de las ciudades mejor arboladas del mundo. Ser¨¢ por poco tiempo si permite que los servicios municipales sigan destrozando ra¨ªces, troncos y copas de ¨¢rboles.Entre los destrozos de ra¨ªces destaca el atentado cometido en los tramos meridionales de los andenes del paseo de la Castellana contra una de las arboledas emblem¨¢ticas de la ciudad, que, con las de los paseos del Prado y Recoletos, conforma la imagen singular del principal eje urbano de Madrid.
La pavimentaci¨®n de dichos andenes con losas de granito y la remodelaci¨®n de sus parterres entra?an la p¨¦rdida de la mayor parte de las ra¨ªces de los ¨¢rboles, debido al vaciado de la capa superficial de tierra y a la apertura de zanjas para instalaciones. Desgraciadamente, a esta p¨¦rdida se a?adir¨¢ la muerte de parte de las ra¨ªces restantes, provocada por el empeoramiento de las condiciones de aireaci¨®n y humedad del terreno, ya que, al elevar las rasantes de los andenes y sustituir las terrizas por losetas de granito sobre losas de hormig¨®n, se impermeabiliza el suelo y se impide que el aire y el agua de lluvia y de riego de limpieza penetren en ¨¦l; la falta de aire en el terreno dificulta el desarrollo de organismos beneficiosos y de ra¨ªces, que necesitan ox¨ªgeno; la p¨¦rdida del agua superficial, que es conducida al alcantarillado, se pretende suplir con riego localizado en alcorques que, adem¨¢s de no estar centrados con los troncos, son tan peque?os que ser¨¢ necesario destruirlos para extraer tocones de ¨¢rboles muertos.
La destrucci¨®n de ra¨ªces tiene consecuencias graves para los ¨¢rboles, ya que debilita su anclaje en el suelo, incrementando el riesgo de que sean abatidos por el viento, y reduce su sistema de absorci¨®n de agua y elementos del suelo, creando un desequilibrio entre ra¨ªces y hojas que desmejora las ramas y reduce la actividad fotosint¨¦tica.
Las obras se realizan con m¨¢quinas y camiones que compactan el terreno y causan aplastamientos y desgarramientos de tejidos en troncos y roturas en ra¨ªces; las lesiones en troncos provocan la descomposici¨®n de la madera y, a la larga, su ahuecamiento, dando lugar a ¨¢rboles peligrosos.
A todo lo anterior se a?aden las lesiones causadas por podas excesivas de ramas gruesas, que deforman y afean copas, acentuando defectos producidos por podas anteriores. En efecto, las copas de muchos ¨¢rboles de la Castellana est¨¢n deformadas por malas podas repetidas desde el momento de su plantaci¨®n, puesto que los plantones se suelen descabezar para formar copas en candelabro compuestas por varias ramas insertadas en un punto; dichas podas desnaturalizan la estructura arborescente caracter¨ªstica de cada especie, ampl¨ªan la extensi¨®n de las copas y provocan tensiones que favorecen desgarramientos en inserciones, ya que, a partir de las ramas principales, se desarrollan ramas secundarias que crecen m¨¢s hacia el exterior de la copa y acent¨²an la excentricidad de las cargas soportadas por las primeras. Con frecuencia, las ramas principales son terciadas y coronadas por ramas secundarias, que forman un segundo nivel de candelabros insertados en extremos de ramas debilitadas por la pudrici¨®n de madera originada en los cortes. A veces, en cada candelabro se suprimen todas las ramas menos una, dando lugar a codos formados por ramas de distinta secci¨®n cubiertas de lesiones; a su vez, ¨¦stas se mondan, provocando nuevas lesiones a lo largo de ellas o se descabezan, originando un tercer nivel de candelabros.
Las lesiones se suelen agravar con el emplazamiento de los cortes: unos, enrasados con el tronco, que suprimen los cuellos de las ramas y, con ellos, la protecci¨®n del tronco contra la penetraci¨®n de infecciones desde ramas muertas o podadas correctamente; y otros, alejados de los cuellos o entre nudos, que dan lugar a garrones de madera descompuesta, que dificultan el cierre de las lesiones. ?stas se disimulan, a menudo, con pinturas "protectoras", a pesar de que diversas investigaciones demuestran la inutilidad, cuando no los inconvenientes, de dichas pinturas, que, incluso, pueden favorecer la pudrici¨®n de la madera.
La poda dr¨¢stica es contradictoria con el fin para el que se plantan ¨¢rboles de sombra: embellecer y proteger espacios. Dicha poda convierte las tracer¨ªas formadas por las ramas desarrolladas al viento que embellecen sus siluetas invernales en mu?ones repletos de chupones y reduce la sombra y el fresco proporcionados por los ¨¢rboles en meses calurosos y, por tanto, la calidad ambiental de los espacios abiertos y el bienestar de los ciudadanos. La poda excesiva tambi¨¦n provoca una importante merma patrimonial, ya que reduce el valor de los plant¨ªos de modo proporcional a su severidad; seg¨²n la Norma Granada, utilizada en Espa?a para valorar ¨¢rboles ornamentales, la p¨¦rdida del 80% de la copa, frecuente con la poda descrita, equivale a perder el 100% del valor del ¨¢rbol, es decir, a talarlo. Las lesiones causadas a los ¨¢rboles tambi¨¦n son un contraejemplo pedag¨®gico, ya que es dif¨ªcil ense?ar a ni?os y adolescentes a respetar los ¨¢rboles viendo c¨®mo los maltratan los servicios municipales.
La eliminaci¨®n de ra¨ªces y ramas entra?a la p¨¦rdida de la energ¨ªa almacenada en ellas, en la madera descompuesta y en la que intenta detener el avance de organismos pat¨®genos desde las lesiones. La poca energ¨ªa que generan los ¨¢rboles da?ados es desviada para cerrar lesiones, aislar infecciones y rehacer ra¨ªces y ramas, lo que provoca un desmejoramiento progresivo, conducente a su muerte prematura. As¨ª se puede privar a la Castellana de su principal atributo ambiental, alterando profundamente su imagen y su funcionalidad, ya que el enlosado de granito sin sombra de ¨¢rboles ser¨¢ dif¨ªcilmente utilizable en meses calurosos y en d¨ªas de luz intensa; la frondosidad de la Castellana puede dar paso a descampados semejantes a los de la M-30, como tambi¨¦n ilustra el tramo del paseo inmediato a la plaza de Castilla, desarbolado para construir el paso inferior.
La degradaci¨®n de arboledas es reprobable, en fin, desde el punto de vista ¨¦tico, ya que constituyen un patrimonio excepcional e irreemplazable que nos han legado nuestros mayores y que debemos conservar y mejorar para transmitirlo a generaciones futuras. Por eso resulta hiriente ver c¨®mo se desgracian innecesariamente ¨¢rboles a?osos; as¨ª, en el paseo de la Florida se ha dejado sin ramas a una hilera de falsas acacias de gran porte para construir edificios a un metro de sus troncos. Es de temer que el paso subterr¨¢neo sugerido por el Ayuntamiento para remodelar el paseo del Prado tenga consecuencias graves en su arbolado, como las ha tenido el estacionamiento de la plaza de Oriente en los pl¨¢tanos lim¨ªtrofes, cuyas ramas han sido mutiladas para "equilibrarlas" con las ra¨ªces cortadas.
Todo lo anterior resulta de pr¨¢cticas rutinarias que ignoran los conocimientos de la arboricultura moderna divulgados por la International Society of Arboriculture y, en Espa?a, por la Asociaci¨®n Espa?ola de Arboricultura. En consecuencia, parece aconsejable promover un debate para o¨ªr la opini¨®n de expertos cualificados y erradicar las pr¨¢cticas que atentan contra uno de los patrimonios m¨¢s valiosos de la ciudad.
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