El novio infiel
Alejandro Rojas-Marcos cultiva la ambig¨¹edad como baza pol¨ªtica

Heridos por la p¨¦rdida de la alcald¨ªa de Sevilla en 1991, los socialistas saludaron con mordacidad el pacto entre la popular Soledad Becerril y el andalucista Alejandro Rojas-Marcos al grito de "?Vivan los novios!". Aupado por aquel acuerdo, Rojas-Marcos fue el alcalde que, para mayor repel¨²s del PSOE, present¨® al mundo la Exposici¨®n Universal de 1992. El suyo fue un matrimonio de conveniencia tras un noviazgo fugaz y forzado por las urnas. M¨¢s all¨¢ del "s¨ª quiero" imprescindible para pactar, en 1991 y 1995, entre Alejandro y Soledad perdura una cortes¨ªa g¨¦lida y alg¨²n cruce afilado de navajas cuando se desequilibra su simbiosis pol¨ªtica.En este mandato se ha consagrado el modelo bic¨¦falo y aut¨®nomo en el que cada uno ejerce de virrey en sus respectivas ¨¢reas. El primer teniente de alcalde ha llevado sus delegaciones a su aire y, a veces, sin consultas a su socia. Como en las infidelidades cl¨¢sicas, la alcaldesa ha sido la ¨²ltima en enterarse de algunas decisiones. Ya entrado en campa?a, el propio andalucista lo proclamaba abiertamente al decir que se la hab¨ªa "comido".
A sus 58 a?os, Alejandro Rojas-Marcos de la Viesca, primog¨¦nito de una acomodada familia sevillana, fundador y actual presidente del Partido Andalucista, ha demostrado su capacidad de resistencia ante las bofetadas hist¨®ricas que ha recibido el nacionalismo andaluz. Donde otros se hubieran hundido, dicen sus correligionarios, ¨¦l despliega un optimismo impenitente a la espera de tiempos mejores. Y, cuando ¨¦stos llegan, sus adversarios sostienen que afloran la soberbia y la egolatr¨ªa.
Unos y otros coinciden en su rotunda vocaci¨®n p¨²blica: se estren¨® como concejal en 1966, en el franquismo. Una devoci¨®n pol¨ªtica que le dignifica, a ojos de sus compa?eros, y le convierte en una "m¨¢quina monstruosa", a decir de sus adversarios. El andalucista es un pol¨ªtico pragm¨¢tico, con gui?os visionarios, como su actual campa?a -rupturista con los m¨¦todos-, en la que combina globos aerost¨¢ticos, charangas callejeras y mascotas virtuales.
El mayor impacto ha sido generado por un teatro virtual, en el que conversa con Trajano y el rey Alfonso X y pide el voto para s¨ª con un reclamo que apela a la fibra sentimental. Al finalizar la campa?a, cerca de 25.000 espectadores habr¨¢n asistido a esta funci¨®n de tecnolog¨ªa punta que proclama que nadie ama Sevilla como el PA. Unos mimbres electorales llamativos, en los que el medio es el mensaje. Tal despliegue ha alentado cr¨ªticas de los restantes candidatos, que cuestionan el gasto electoral del PA. Una "rabieta", seg¨²n Rojas-Marcos, ante su "¨¦xito".
La oposici¨®n sostiene que peregrina a buen ritmo hacia sus or¨ªgenes de oligarca sevillano despu¨¦s de romper con ellos, ya licenciado en Derecho, en los a?os 70 -le cost¨® una estancia en la c¨¢rcel y un destierro en ?cija.
El pragmatismo, en cualquier caso, salta a la vista teniendo en cuenta que el PA ha pactado con los socialistas en el Gobierno andaluz y con el PP en el Ayuntamiento de Sevilla. Un juego a lo convergente. Sus rivales pol¨ªticos aprecian incluso una tendencia creciente de Rojas-Marcos a confudirse con Sevilla y, en l¨ªnea con el pujolismo, a interpretar los ataques personales como embestidas hacia la ciudad.
Pero el l¨ªder andalucista elude el enfrentamiento directo, el cuerpo a cuerpo. Sus armas electorales residen en una llamativa puesta en escena, un repaso a logros como el estadio de la Cartuja, fruto casi de un empe?o personal, y un don de gentes propio de los extravertidos. Su af¨¢n por cuidar su imagen populariz¨® el mote de Kodak-Marcos, pero ¨¦l se lo tom¨® con tal guasa que lleg¨® a proponer a la firma un patrocinio.
El 13-J ser¨¢ decisivo para ¨¦l. Un resultado adverso le condenar¨ªa a la oposici¨®n tras ocho a?os en el gobierno, aunque Rojas-Marcos, habilidoso y previsor, es de las personas que ponen una vela a Dios y otra al diablo. Por si acaso.
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