Sin Molins AGUST? FANCELLI
Decimotercer d¨ªa. Hoy, mala suerte: la pel¨ªcula, la ¨®pera o lo que sea no tiene t¨ªtulo. De hecho, la funci¨®n ha sido cancelada. ?Y Molins? De repente, caigo en la cuenta de que hasta la fecha no ha tenido su raci¨®n de pat¨¦. No por falta de atenci¨®n del charcutero, oigan, sino porque ¨¦l no se ha presentado. Estuve esper¨¢ndole uno de estos d¨ªas en un baile de gent gran, pero all¨ª s¨®lo vi a Magda Oranich y N¨²ria Feliu, que, francamente, no son lo mismo. Luego me fui a un aperitivo de avis al que el candidato tambi¨¦n deb¨ªa acudir, y ni flowers. Quiz¨¢ es que el hombre es al¨¦rgico a la tercera edad, me digo. Dispuesto a poner remedio al asunto, no vaya a ser que surja una comisi¨®n de control y me meta el puro, hoy me equipo para adentrarme en la espesura del mercado del Ninot, donde tiene anunciada una actuaci¨®n. Por prudencia, llamo antes a la oficina de sus representantes art¨ªsticos, no vaya a ser que... Pues es: Molins ha cancelado. Con Molins me temo que acabar¨¢ por ocurrirme como con el tenor Jussi Bj?rling: dar¨ªa media vida por o¨ªrle en directo y no lo conseguir¨¦ jam¨¢s. Convendr¨¢n en que Molins posee la voz m¨¢s bonita del actual cartel electoral. Es un bajo a lo Ghiaurov, intenso, aterciopelado, envolvente, que en cualquier momento se te puede arrancar con un "ella, giammai m"am¨°!" antol¨®gico por la verdad que le mete al personaje de Felipe II, atrapado entre el desamor de su corte y la f¨¦rula irrespirable de la Inquisici¨®n. Si las cosas no le fueran bien a Molins en estos comicios, no debe preocuparse. Para nada. Tiene a pedir de boca una salida profesional de primera: montar Els matins de Joaquim Molins en la nueva radio del grupo God¨®. ?Se imaginan? Yo dejaba al Bassas y al Cun¨ª pero ya. La seducci¨®n por esta voz me viene de cuando yo ejerc¨ªa de charcutero en Palafrugell, a principios de los ochenta. ?l sol¨ªa acudir al establecimiento. Por aquel entonces todav¨ªa no actuaba en papeles largos, pero ya se anunciaba con un colocad¨ªsimo "s¨®c el diputat senyor Molins" que a m¨ª me volv¨ªa loco y me permit¨ªa predecir, sin riesgo a equivocarme, una exitosa carrera en los mejores teatros. Seguramente se presentaba as¨ª para que el jam¨®n en dulce que iba a ponerle fuera del bueno, pero consegu¨ªa hasta tal punto tenerme a su merced que yo no s¨®lo le serv¨ªa el mejor producto de la casa, sino que adem¨¢s se lo cobraba a precio del peor (la charcuter¨ªa cerr¨®, y siempre me ha quedado un difuso sentimiento de culpa, pues le debo mucho: all¨ª aprend¨ª a hacer pat¨¦s). Me dir¨¢n que mi lamento carece de sentido. Hoy mismo puedo escucharle en directo en un mitin que da en el Palau Nacional. Pero es que no es lo mismo: yo quer¨ªa tenerle en un papel verista, en un mercado o entre la tercera edad, que es donde mejor da, y no en un montaje amplificado al estilo de los tres tenores. En fin, seguir¨¦ esperando, pero no me quito de la cabeza lo que me ocurri¨® con Bj?rling, hoy ya irreparable.
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