Y la OTAN par¨® la guerra
La OTAN ha librado su primera guerra en 50 a?os de existencia, y la ha ganado. Sin una sola baja propia. Entr¨® por razones de principio: detener la limpieza ¨¦tnica en Kosovo. Pero hubo en su estrategia al menos un error de c¨¢lculo que dio a Milosevic el pretexto para acelerar y extender esa pol¨ªtica. Ello cambi¨® la naturaleza y los objetivos de la intervenci¨®n. Del otro lado, Milosevic, especialista en organizar derrotas y sobrevivir a ellas, tambi¨¦n calcul¨® mal al dar por supuesto que los aliados no ser¨ªan capaces de mantener el ataque m¨¢s all¨¢ de algunas semanas y que se dividir¨ªan bajo la presi¨®n de sus opiniones p¨²blicas. La determinaci¨®n y unidad de los aliados ha acabado imponiendo al r¨¦gimen serbio su capitulaci¨®n. Para que la victoria sea efectiva es necesario ahora desactivar las bombas demogr¨¢ficas que ha sembrado este aprendiz de brujo en la zona. Garantizar el regreso de los deportados antes de que se conviertan en un factor de desestabilizaci¨®n en Macedonia o Albania es ahora el objetivo m¨¢s urgente. La guerra simplifica. Pasada la fase b¨¦lica del conflicto, es el momento de reconocer que, aunque las cosas han salido bastante bien, ello ha ocurrido a un precio m¨¢s alto y por caminos diferentes a los previstos. La idea de que bastaba la amenaza de bombardear para hacer ceder a Milosevic era pol¨ªticamente ingenua; y tambi¨¦n lo fue la suposici¨®n de que bastar¨ªan los bombardeos selectivos sobre objetivos militares. Hubiera sido contradictorio con el tipo de liderazgo de Milosevic: un nacionalista populista que hab¨ªa construido su poder sobre la paranoia de un complot internacional contra la naci¨®n serbia. Cuando lo comprendi¨®, la OTAN vari¨® su t¨¢ctica y pas¨® a atacar objetivos que afectasen a la vida cotidiana de los ciudadanos serbios -televisi¨®n, agua, luz, gasolina, suministros-, con el prop¨®sito de suscitar una presi¨®n de la poblaci¨®n sobre sus dirigentes. El procesamiento de Milosevic y unos pocos colaboradores como criminales de guerra ha favorecido, parad¨®jicamente, movimientos internos del r¨¦gimen a favor de un acuerdo: no quieren compartir esa condici¨®n. Pero el entendimiento de que la cosa era m¨¢s complicada de lo previsto jug¨® tambi¨¦n a favor de la b¨²squeda de salidas diplom¨¢ticas mientras se manten¨ªa la presi¨®n b¨¦lica. Se implic¨® as¨ª en la soluci¨®n a Rusia, que viv¨ªa su propio calvario interno, y se preserv¨® la cohesi¨®n de los aliados ante unas opiniones p¨²blicas que comenzaban a rechazar la extensi¨®n de la guerra a objetivos no militares. De los dos ¨²nicos desenlaces posibles -el desplome del r¨¦gimen o un compromiso con Milosevic- se fue imponiendo el segundo. Para ello ha sido necesario incluir en el acuerdo algunas diferencias con Rambouillet que permitan a Rusia y al propio Milosevic presentar la capitulaci¨®n de ¨¦ste como un acuerdo pol¨ªtico. El problema de legalidad se intenta resolver de modo retrospectivo. Ciertamente, el veto ruso-chino imped¨ªa un apoyo del Consejo de Seguridad al uso de la fuerza por la OTAN contra Milosevic. Pero hay que felicitarse de que el final de esta guerra y el inicio de la fase de reconstrucci¨®n se hayan hecho al amparo de la resoluci¨®n que finalmente vot¨® ayer el Consejo de Seguridad. Precisamente porque se ha sentado el precedente de una intervenci¨®n de la Alianza en una guerra civil, es preciso reforzar los mecanismos de garant¨ªa: construir una nueva legalidad que regule la injerencia por razones humanitarias.
La recuperaci¨®n de la ONU
La limpieza ¨¦tnica ya iniciada en Kosovo, y que contaba con antecedentes verificados en Bosnia y Croacia, es la raz¨®n que justificaba la intervenci¨®n. La depuraci¨®n masiva y las atrocidades producidas tras la intervenci¨®n, s¨®lo parcialmente conocidas, refuerzan la operaci¨®n, aunque algunos aspectos de la misma ser¨¢n objeto de intensos debates. La discusi¨®n sobre lo que hubiera sido capaz de hacer Milosevic carece de sentido a la vista de lo que ya sabemos que ha hecho. Pero, una vez pagado el precio atroz del destierro de casi un mill¨®n de personas, renunciar a la ofensiva habr¨ªa significado convalidar la pol¨ªtica criminal de depuraci¨®n ¨¦tnica. Milosevic ha cedido cuando los rusos han dejado de apoyarle de forma incondicional y le han convencido de que los aliados estaban dispuestos a seguir bombardeando, o incluso a invadir. Cabe plantear la cuesti¨®n de si era necesario para ello destruir la econom¨ªa yugoslava. Aunque no ha evitado algunos graves errores, la moderna tecnolog¨ªa ha permitido precisar los ataques y reducir las p¨¦rdidas humanas, especialmente de no combatientes, pero la econom¨ªa serbia ha retrocedido casi 50 a?os, seg¨²n ciertos c¨¢lculos. Ning¨²n balance podr¨¢ ignorar ese dato a la hora de asumir responsabilidades en la reconstrucci¨®n del pa¨ªs. En otro aspecto son responsables los pa¨ªses occidentales: no s¨®lo no impidieron, sino que en algunos casos alentaron la implosi¨®n de Yugoslavia sobre bases ¨¦tnicas, dando alas a los proyectos de Belgrado de reunificaci¨®n de todos los serbios en la gran patria com¨²n. Y cuando Occidente quiso cortarle las alas demor¨® excesivamente la toma de medidas contundentes. ?sta ha sido la primera guerra de la OTAN. No es seguro que libre otras de este tipo. Debe haber aprendido que prevenir es mucho menos costoso, en vidas y en valores econ¨®micos, que intervenir, lo que previsiblemente har¨¢ que el despliegue militar en Kosovo y en los pa¨ªses lim¨ªtrofes sea duradero. La Alianza Atl¨¢ntica ha ganado credibilidad, lo que es importante para el futuro de la seguridad y la estabilidad en el conjunto de Europa. Este resultado tranquilizar¨¢ a muchos pa¨ªses de la zona, que ven que la OTAN ha servido para poner orden y disuadir a otros Milosevic en el futuro. Pese a algunas tensiones en los pa¨ªses miembros y en el seno de algunos de sus Gobiernos -es una Europa mayoritariamente de centro-izquierda la que ha librado esta guerra-, la OTAN se ha mantenido unida, y ¨¦se es, junto a su labor pedag¨®gica en momentos sumamente dif¨ªciles, el principal activo acumulado en esta crisis por Javier Solana al frente de la Alianza. La prioridad es ahora asegurar el regreso de los refugiados. Hay que intentar tambi¨¦n que los serbios que habitaban en Kosovo permanezcan en el territorio. Aunque los riesgos de movimientos panalbaneses son evidentes, la fase transitoria -en la pr¨¢ctica, un protectorado internacional- deber¨ªa servir para ensayar una f¨®rmula auton¨®mica nueva, por la que ahora aboga Milosevic y que no ha tenido empacho en presentar el final de esta guerra como una victoria ?de la ONU! Si ha sido EE UU el que ha llevado el principal peso del conflicto b¨¦lico, a Europa le toca realizar el mayor esfuerzo para el despliegue de la fuerza internacional de paz y para la reconstrucci¨®n no s¨®lo de Kosovo, sino del conjunto de los Balcanes. La estrategia de la UE -con un pacto de estabilidad general y una especie de Plan Marshall- parece bien encaminada tras la reuni¨®n del G-8 y los pa¨ªses de la zona. Queda por determinar c¨®mo se financia, una dificultad en la que la UE debe demostrar que existe como comunidad. Pues, aunque las cuentas var¨ªan a¨²n mucho -entre 5.000 y 30.000 millones de euros, sin contar el coste de la guerra y de la fuerza internacional que entrar¨¢ en Kosovo para permanecer all¨ª largo tiempo-, est¨¢ claro que se va a requerir bastante dinero. Habr¨¢ que aumentar la dotaci¨®n de la UE, lo que supone un esfuerzo adicional de los Estados miembros. Europa debe inspirarse en algo que fue el centro del Plan Marshall: la obligaci¨®n de las partes de cooperar y democratizarse para recibir dinero. Ha llegado la hora de empezar a reconstruir.
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