Las tropas rusas llegadas por sorpresa a Kosovo trastocan los planes del despliegue aliado

ENVIADO ESPECIALLos rusos entraron por el portal y bajo una lluvia de flores y se atrincheraron en el aeropuerto de Pristina. Los brit¨¢nicos, por la ventana y en medio de una feroz tormenta. Los franceses se toparon con un campo minado. De los norteamericanos, lo ¨²nico que se sab¨ªa anoche era que, de momento, permanecen en la antesala y sin claros planes de llegar a Kosovo en las pr¨®ximas horas. La decisiva entrada de la Kfor en el impredecible teatro de los Balcanes recordaba ayer escenas de la cl¨¢sica pel¨ªcula Aquellos chalados en sus locos cacharros.

Recibidos como libertadores, los aproximadamente 300 soldados rusos que entraron por sorpresa en la madrugada de ayer en Pristina permanec¨ªan al cierre de esta edici¨®n bien atrincherados en el aeropuerto de la capital de Kosovo. No daban se?ales de moverse. Todo lo contrario, ayer por la tarde dos veh¨ªculos blindados rusos escoltaban a un convoy de siete camiones que penetr¨® el per¨ªmetro ruso. No lejos de all¨ª se instalaron casi 24 horas m¨¢s tarde los brit¨¢nicos. Los camiones estaban cubiertos con capas de lona. Posiblemente transportaban vituallas para lo que se perfila como una larga estad¨ªa rusa. O quiz¨¢ no. Anoche, en la confusi¨®n de Pristina, se rumoreaba que los rusos podr¨ªan reanudar en cualquier momento su misi¨®n de paz en Bosnia y despedirse de Kosovo.

Todo era un enigma pirandelliano. Tropas yugoslavas imped¨ªan el acceso de la prensa al ¨¢rea del aeropuerto, s¨²bitamente convertido en el centro de la tormenta pol¨ªtica que sacude a la Alianza Atl¨¢ntica.

Obviamente, la carrera entre los ej¨¦rcitos que tratan de imponer su protagonismo en la b¨²squeda de paz en Kosovo la ha ganado el Kremlin. Por eso, la mayor¨ªa de la poblaci¨®n serbia de Pristina respiraba ayer un ambiente de festejo, tras una larga noche de algarab¨ªa totalmente inesperada. La primera reacci¨®n brit¨¢nica despu¨¦s del espectacular deb¨² ruso fue despachar una fuerza inicial de 180 hombres del tercer regimiento de paracaidistas y un destacamento del cuerpo de fusileros gurkas a trav¨¦s de la frontera con Macedonia. El contingente pionero aterriz¨® poco despu¨¦s de las cinco de la ma?ana en plena carretera de Kacanick, tras una ¨¢gil maniobra de exploraci¨®n y reconocimiento a cargo de tres helic¨®pteros Puma y dos Mix; luego vino la llegada de los Chinnock, desde cuyos vientres emergieron paracaidistas brit¨¢nicos con grandes mochilas y fusiles autom¨¢ticos Sat565 con miras telesc¨®picas. Tras colocarse las boinas color burdeos qued¨® claro que los brit¨¢nicos se convirtieron en los primeros soldados de la OTAN en pisar suelo kosovar. Si los rusos les ganaron a los brit¨¢nicos, los brit¨¢nicos les ganaron a los norteamericanos, a los franceses, alemanes, italianos, espa?oles y otros concursantes en esta alocada carrera militar pacifista que desintegr¨® totalmente el hasta hace pocos d¨ªas monol¨ªtico concepto de cooperaci¨®n y coordinaci¨®n entre los aliados atl¨¢nticos y Rusia.

Bienvenida serbia

La inesperada llegada de las tropas rusas hab¨ªa provocado de madrugada uno de los giros mas dram¨¢ticos en los ¨¢nimos de la poblaci¨®n serbia tras la capitulaci¨®n de Belgrado. Millares de serbios invadieron la principal calle de la ciudad poco despu¨¦s de que la televisi¨®n de Belgrado anunciara la llegada de los rusos. Los barrios serbios de Pristina temblaron con el tableteo de las ametralladoras disparadas al aire y un derroche de fuegos artificiales: una ensordecedora bienvenida al convoy ruso -entre 30 y 40 veh¨ªculos- que se desplaz¨® desde su base en Bosnia-Herzegovina, donde formaba parte del contingente de paz. Desde las cabinas de los blindados y camiones se asomaban perplejos y sonrientes los rostros de los soldados rusos. A los lados del camino, una multitud entusiasta de ciudadanos serbios les arrojaba flores. "?Yugoslavia, Rusia!", coreaban. Parejas de j¨®venes enarbolaban banderas de ambos pa¨ªses y danzaban en la calle. Docenas de personas se encaramaron a los blindados para abrazar a los rusos.

Los brit¨¢nicos tuvieron su parte de drama y suspense. Primero, un encontronazo con un grupo de oficiales yugoslavos que interrumpi¨® su avance hacia Pristina con un ef¨ªmero desd¨¦n. La resistencia de los serbios, que llegaron en un Mercedes Benz blanco descapotable sin matr¨ªcula, dur¨® pocos minutos. Al ver la columna de tanques Chalenger, numerosas plataformas m¨®viles de lanzamiento de misiles y los ¨¢giles carros de asalto optaron por la cortes¨ªa.

Un capit¨¢n serbio se acerc¨® al comandante de la columna brit¨¢nica, un joven oficial pelirrojo llamado Andy Redding, de York. El militar serbio se ofreci¨® d¨®cilmente a indicarle d¨®nde permanec¨ªan algunos soldados yugoslavos y d¨®nde hab¨ªa minas. Redding se lo agradeci¨®, se subi¨® al tanque y desde la torreta se despidi¨® con un saludo militar.