Desbandada serbia en Kosovo
Los albanokosovares reciben con una explosi¨®n de j¨²bilo a las tropas aliadas y sus vecinos huyen presas del miedo
Varios miles de personas convirtieron ayer en una fiesta la ciudad de Prizren, situada al sureste de Kosovo, a 20 kil¨®metros de la frontera con Albania, para celebrar la llegada, la noche antes, de las tropas alemanas. Pero mientras los albanokosovares engalanaban con flores los blindados alemanes, los serbios iniciaban una desordenada desbandada, en la que se entremezclaban v¨ªctimas y verdugos: polic¨ªas que intentaban llevarse coches confiscados y humildes campesinos que hu¨ªan en caravanas con todo lo que pod¨ªan llevar sobre la baca de sus coches, en tractores o camiones, por temor a la venganza de sus vecinos. A ¨²ltima hora de la tarde, autobuses y camiones cargados de serbios cruzaban a gran velocidad el centro de Prizren hacia las salidas de la ciudad. En algunas ocasiones, los serbios dispararon al aire y las tropas alemanas tuvieron que responder, tambi¨¦n con disparos al aire, lo que caus¨® momentos de p¨¢nico en la muchedumbre concentrada para celebrar la llegada de las tropas. El segundo cuerpo expedicionario alem¨¢n, procedente de Albania, lleg¨® por la tarde.
La carretera que une, hacia el norte, Prizren con la capital de Kosovo, Pristina, era ayer escenario de este ¨¦xodo ca¨®tico. Ya no se advert¨ªan gestos de arrogancia. No hac¨ªan el gesto victorioso con el pulgar y otros dos dedos de la mano. En sus rostros se palpaba la derrota y un futuro incierto. Entre los pueblos de Crnoljeva y Dulje, a unos treinta kil¨®metros al norte de Prizren, circulaba con paso cansino una caravana de modestos campesinos serbios que abandonaban sus pueblos. Ven¨ªan de Musutiste, un lugar donde viv¨ªan mezcladas unas cuatrocientas familias de serbios y otras tantas de albaneses.
Jovan Mitic, de 62 a?os, viajaba sin rumbo fijo con sus cinco hijos. El mayor tiene 27 a?os y es padre de dos hijos; el menor, de s¨®lo cinco d¨ªas, va en brazos de su madre. El hijo de Mitic llevaba cinturones con cartucheras llenas de balas pegadas al cuerpo. En algunos de los tractores viajaban hombres con el Kal¨¢shnikov en la mano. "Esto es lo peor que nos pod¨ªa haber pasado y ni siquiera podremos llegar a Serbia, porque los tractores est¨¢n en muy malas condiciones", dec¨ªa Mitic. El campesino serbio explicaba que la noche anterior, al amparo de la llegada de las tropas de la OTAN, los albaneses empezaron a disparar contra ellos y que ahora, presos del miedo, abandonaban sus casas, sin saber ad¨®nde ir¨ªan a parar.
En las caravanas se distingu¨ªan a veces militares y otras polic¨ªas. Hasta un soldado en uniforme caminaba solo por la carretera con la metralleta en una mano y un petate en la otra. No faltaba un coche con un individuo de paisano que llevaba a dos soldados y el veh¨ªculo cargado hasta los topes con los macutos de estos. Ten¨ªa todo el aspecto de ser un padre en el trance de rescatar a un hijo del Ej¨¦rcito yugoslavo. El coche, un viejo Golf, se abr¨ªa paso como pod¨ªa a base de sortear una enorme columna de blindados italianos.
Al mediod¨ªa de ayer, un grupo de civiles, funcionarios policiales serbios, esperaba a las puertas de un edificio en ruinas, donde se hab¨ªa instalado el cuartel general alem¨¢n, la llegada del general de brigada Fritz von Korff. Objetivo: discutir las modalidades de la entrega del poder. La Administraci¨®n serbia ha dejado de cumplir sus funciones, que quedan en manos de los militares alemanes.
El capit¨¢n de polic¨ªa serbio Zoran Savic, de 34 a?os; el comerciante albanokosovar Bajram Gashi, de 44, y el teniente alem¨¢n Patrick Weigand, de 27 a?os, protagonizaron ayer a la entrada de Prizren una escena que resume de forma palpable la situaci¨®n actual en Kosovo. Pretend¨ªa el polic¨ªa Savic, a bordo de un cami¨®n Mercedes en el que se encontraba sentada una mujer rubia, huir de Prizren. El alban¨¦s Gashi le cortaba el paso y argumentaba que ese cami¨®n se lo hab¨ªa confiscado hace cuatro meses la polic¨ªa serbia y pretend¨ªa que el teniente se lo devolviera. Savic aseguraba que la polic¨ªa se lo hab¨ªa entregado ayer. Detr¨¢s del cami¨®n se formaba una cola gigantesca de fugitivos serbios. En el interior de la cabina, la mujer rubia segu¨ªa la disputa. Sobre el parabrisas, una pegatina rezaba: "VJ" (iniciales del Ej¨¦rcito de Yugoslavia).
Mientras, en Prizren se escuchaba un solo grito: "?O-tan, ra-ra-ra!". Unas 5.000 personas se congregaron en el centro de la ciudad con carteles que dec¨ªan en ingl¨¦s: "Bienvenida OTAN" o "Te amo, Ej¨¦rcito alem¨¢n". La avanzadilla de blindados alemanes hab¨ªa entrado la v¨ªspera en medio de un triunfal recibimiento y una explosi¨®n de j¨²bilo popular que continuaba ayer. Prizren, ciudad de 60.000 habitantes, no muestra se?ales de destrucci¨®n. Algunos contaban que hab¨ªan permanecido all¨ª todo el tiempo, sin excesivos problemas. J¨®venes albanokosovares recorr¨ªan las calles y daban vueltas por el centro con la bandera roja y el emblema del ¨¢guila bic¨¦fala de Albania. Se vitoreaba a todo: desde un par de chicas j¨®venes hasta unos individuos que daban vueltas a bordo de un espectacular Alfa Romeo y ten¨ªan un claro tufo rufianesco. Los soldados alemanes se las ve¨ªan y deseaban para controlar a la enardecida muchedumbre.
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