LA CR?NICA Estudiar fuera de casa ISABEL OLESTI
La calle del Comer? de Barcelona est¨¢ desierta a estas horas de la noche. Acaba de pasar la brigada municipal, que ha dejado el suelo chorreando -yo no s¨¦ qu¨¦ man¨ªa les da de mojarlo todo-, y la acera, con el polvo y la grasa del d¨ªa acumulados, parece una pista de patinaje. Cuando llego al convento de Sant Agust¨ª, ahora transformado en centro c¨ªvico de Ciutat Vella, mis pies, enfundados en unas tristes sandalias, est¨¢n empapados. Oigo las campanas de Santa Maria del Mar que anuncian las doce: a¨²n tengo esperanzas de encontrar a alguien dentro. La entrada del ex convento est¨¢ iluminada con luces de ne¨®n azulado con ribetes de amarillo que enmarcan la piedra y un simulacro de roset¨®n de un rojo potente. Parece m¨¢s la entrada de una discoteca o de un bar moderno de los a?os ochenta que un centro c¨ªvico. Al fondo se ve recortado uno de los arcos del antiguo claustro, ahora convertido en teatro al aire libre. La verdad es que toda esa escenograf¨ªa invita a entrar en el edificio. Y a eso voy. En el claustro est¨¢n ensayando una obra de teatro. Hay algunos actores en el entarimado; abajo, un chico, pistola en mano, da instrucciones al grupo.Visto desde fuera, se dir¨ªa que les amenaza y me viene a la mente lo de "qu¨¦ dura es la vida del artista", pero la pistola, seg¨²n me explican m¨¢s tarde, es un elemento de la escenograf¨ªa. El grupo no tiene nombre propio porque, dicen, el teatro, en estos d¨ªas, es tan precario que hoy se ensaya Hamlet y ma?ana se dedican a vender jamones. A un lado del claustro se divisa otra entrada: detr¨¢s de un mostrador hay una chica detr¨¢s que habla por tel¨¦fono. Ella es la que controla el ir y venir de estudiantes que a esa hora est¨¢n concentrados en un aula. Se trata de una iniciativa municipal que ofrece espacios p¨²blicos para que de las 21.45 a las 0.45 los que quieran puedan estudiar fuera de sus casas. En este caso la sala de reuniones del centro c¨ªvico Sant Agust¨ª se ha convertido en aula de estudio para los j¨®venes del barrio. Igual que ¨¦ste existen otros 13 puntos repartidos por toda Barcelona. Seg¨²n me informan, el centro Garcilaso, en Sant Andreu, se lleva la palma de convocatoria. Se trata de un macroedificio abierto el mes pasado que ha de convertirse tambi¨¦n en centro c¨ªvico, aunque ahora los estudiantes ocupan literalmente cualquier rinc¨®n disponible. Llevan ya el r¨¦cord del centenar por noche. Tampoco se queda corto el centro cultural Les Corts, ni el instituto de Sarri¨¤ y el del Eixample, que han adaptado un espacio para estas noches estudiantiles. Este jueves no est¨¢ muy concurrido el Convent de Sant Agust¨ª, y los estudiantes, a esa hora, tienen m¨¢s ganas de hablar que de pelarse los codos delante de un libro. Pilar es una estudiante de odontolog¨ªa asidua de cada noche. "En mi casa no har¨ªa nada y aqu¨ª se crea un ambiente que te lleva a trabajar; lo malo es ese horario que empieza tan tarde". Lo mismo dice Laia, enfrascada en una pila de apuntes de la selectividad. "Yo me enter¨¦ hace pocos d¨ªas porque en este barrio la difusi¨®n no ha sido muy buena. El horario tampoco me parece bien, pero es una buena idea venir aqu¨ª porque en casa, entre la tele y la familia, es dif¨ªcil concentrarse". Al lado de Laia hay un chico silencioso que acaba de cerrar un libro y nos escucha. Es el novio de Laia, que la viene a recoger y aprovecha los ¨²ltimos minutos para leer una novela. Mi instinto curioso me lleva a preguntarle cu¨¢l es el t¨ªtulo; ¨¦l me muestra la cubierta y resulta que el autor es uno de los cronistas de esta santa p¨¢gina, con lo cual entramos a hablar de la obra en cuesti¨®n. Las salas de estudio funcionar¨¢n hasta el d¨ªa 20; pasado San Juan, la oferta se vuelve l¨²dica y aparece Barcelona bona nit, que recoge conciertos, exposiciones, cine, etc¨¦tera, repartidos entre los distritos de la ciudad. Laia comenta que a¨²n le queda lejos la diversi¨®n porque su examen va m¨¢s all¨¢ del d¨ªa 20. Pone cara de circunstancias y mira a su compa?ero: "Mejor nos vamos a dar una vuelta". Y se van detr¨¢s de m¨ª.
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