La rebeli¨®n de los ciudadanos
Lo m¨¢s llamativo de la legislatura iniciada el 3 de marzo de 1996 ha sido la situaci¨®n de aparente debilidad del PSOE y de aparente fortaleza del PP. Los socialistas perdieron las elecciones por 300.000 votos y tras una "conspiraci¨®n" que roz¨® el "chantaje" al cuerpo electoral. De acuerdo con lo que han venido reflejando todos los estudios de opini¨®n, el casi empate del 96 se mantuvo pr¨¢cticamente intacto durante los dos primeros a?os de la legislatura y solamente en el tercero parec¨ªa que el PP consegu¨ªa despegarse algo. Nada hab¨ªa, por tanto, ni en el comportamiento real y efectivo del cuerpo electoral en 1996 ni en la estimaci¨®n de dicho comportamiento hecha por los estudios de opini¨®n, que justificara la interpretaci¨®n de la realidad en clave de debilidad del PSOE y fortaleza del PP. Y, sin embargo, as¨ª se ha venido interpretando de manera reiterada. El PSOE estaba desahuciado para las pr¨®ximas elecciones. El PP ten¨ªa garantizada la victoria, no siendo descartable, incluso, que alcanzara esta vez la "mayor¨ªa suficiente". Esta contradicci¨®n entre la apariencia y la realidad es la que han hecho saltar por los aires los ciudadanos el 13-J con su comportamiento electoral. La ley reguladora de toda democracia es la legitimidad que se obtiene a trav¨¦s del apoyo ciudadano en los diversos procesos electorales. En torno a ella gira todo. Sin ella no se puede explicar de manera objetiva y razonable. La vigencia de esta ley es la que se ha hecho visible el 13-J.
El 13-J los ciudadanos han venido a recordar que el PP y el PSOE siguen contando con un apoyo bastante parecido en la sociedad espa?ola y que no hay raz¨®n alguna para pensar que unos est¨¢n extremadamente fuertes y otros extremadamente d¨¦biles. La ventaja alcanzada por el PP en la consulta del 13-J no permite predecir cu¨¢l va a ser el resultado del partido que finalizar¨¢ con las pr¨®ximas elecciones generales. Todav¨ªa queda mucho partido por disputar. Ahora que estamos en tiempo de NBA podr¨ªamos decir que la primera mitad termin¨® empatada, que en el tercer cuarto pareci¨® adquirir ventaja el PP, pero que fue recortada al final del mismo. Y que en el cuarto cuarto puede pasar de todo.
El cuerpo electoral ha venido a poner a todo el mundo en su sitio. Todo lo que se ha dicho y escrito sobre la fortaleza del PP y la debilidad del PSOE lo han desmentido los ciudadanos de la misma manera que lo desmintieron en 1996. Antes del 3-M, los analistas, casi de forma generalizada, anticiparon una victoria por "mayor¨ªa suficiente", que no se vio confirmada en las urnas. Despu¨¦s han interpretado la legislatura como si hubiera ocurrido lo que ellos dijeron que iba a ocurrir y no lo que hab¨ªa ocurrido en realidad. Era el cuerpo electoral el que se hab¨ªa equivocado al votar y no ellos.
La soberbia de los analistas pol¨ªticos de este pa¨ªs merecer¨ªa ser objeto de estudio. Seguir ordenadamente lo que se ha escrito en los diferentes peri¨®dicos y revistas desde 1993 deparar¨ªa no pocas sorpresas. La distancia entre lo que se ha dicho que iba a ocurrir y lo que despu¨¦s ha ocurrido ha sido tan extraordinaria y, sobre todo, tan reiterada, que uno no acaba de entender c¨®mo hay gente a la que no se le cae la cara de verg¨¹enza. Es posible, incluso, que haya quien considere esa manera de proceder como s¨ªntoma de objetividad y de independencia de criterio.
Antes de hablar de la "clase pol¨ªtica" (t¨¦rmino horrible que deber¨ªamos desterrar), no estar¨ªa mal que quienes nos dedicamos a reflexionar sobre ella reley¨¦ramos lo que hemos escrito antes. ?O es que no tenemos ninguna responsabilidad que exigirnos a nosotros mismos cuando nos equivocamos de manera inequ¨ªvoca y reiterada?
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