El "encierro" de 3.000 civiles atenazados por el temor a la venganza
La protecci¨®n de las tropas alemanas de la Kfor no es suficiente para tranquilizar a la minor¨ªa serbia en Orahovac
ENVIADO ESPECIALUnos 3.000 serbios permanecen casi sitiados en su barrio de la parte alta de la ciudad de Orahovac, situada 25 kil¨®metros al norte de Prizren, y viven agobiados por la incertidumbre de quedarse a vivir en sus casas y tierras o abandonar Kosovo. Un ret¨¦n de soldados alemanes, de la fuerza internacional de paz (Kfor), controla el acceso al barrio serbio de Orahovac para impedir la entrada de albanokosovares con deseos de venganza. No obstante, los serbios se sienten inseguros y amenazados.
Violeta Vasic, una joven mujer serbia madre de dos hijos, sub¨ªa ayer por la empinada calle adoquinada que conduce al barrio serbio de Orahovac. Violeta lleva en una mano una foto de su padre, Tijomir Miljkovjc, un agricultor de 71 a?os, en la que aparece el anciano el d¨ªa de su cumplea?os ante unos pasteles, con una nieta en brazos y al lado de su mujer. Entre l¨¢grimas, Violeta explica que el pasado mi¨¦rcoles, tres d¨ªas despu¨¦s de la entrada de las tropas de la Kfor, unos individuos del Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n de Kosovo (ELK) secuestraron a su padre, le robaron el tractor e intentaron robarle tambi¨¦n el coche. Desde entonces, no tienen noticias, salvo que el ELK dice que ya lo han liberado. Pero Miljkovjc no aparece.
Violeta es funcionaria administrativa en el tribunal de Orahovac, donde ganaba unos 1.000 dinares al mes (algo m¨¢s de 14.000pesetas al cambio oficial). Su marido trabajaba como inspector fiscal y su sueldo era un poco superior, 1.100 dinares (unas 15.500 pesetas). Los dos nacieron en Kosovo y viv¨ªan en un pueblo cercano a Orahovac, donde tienen cuatro hect¨¢reas de tierra y una casa comprada por 33.000 marcos (2,8 millones de pesetas) a un musulm¨¢n de Bosnia.
Con la llegada de las tropas de la Kfor y el regreso del ELK, los Vesic dicen que fueron atacados, que les quitaron dinero y les destrozaron su coche marca Golf. Protegidos por la Kfor, llegaron a Orahovac, donde se refugiaron en casa de un hermano. Ahora viven all¨ª nueve personas en una habitaci¨®n y no se atreven a salir del barrio.
Violeta asegura que su padre no hizo mal a nadie y, con l¨¢grimas en los ojos, muestra fotos de su hijo con un ni?o albanokosovar de su edad, al que buscaron un tratamiento m¨¦dico en Belgrado. Desesperada, casi grita la mujer: "No hice nada. Nunca hice mal a nadie. Ayud¨¦ a los albaneses. ?Qu¨¦ hice equivocado? A los que hicieron algo malo que los castiguen, pero no a nosotros".
El odio se palpa en Kosovo. Mientras Violeta, su hermano y su marido hablaban con el enviado de EL PA?S, un grupo de j¨®venes albanokosovares los rodearon. Pronto comenzaron a increpar al marido de Violeta y le acusaron de confiscarles la mercanc¨ªa cuando era inspector fiscal. "Era mi trabajo", responde Vesic. El joven alban¨¦s le replica: "Pero a los serbios no se la quitabas". Otro joven alban¨¦s, pelado al cero, le grita que le hab¨ªan puesto la pistola en la frente. Vesic pregunta perplejo: "?Yo?". "T¨², no; la polic¨ªa", responde el joven. Los Vesic se marchan calle arriba.
En la calle se encuentran varias mujeres serbias que comentan la situaci¨®n. Una mujer increpa al periodista: "?Pregunte al ELK d¨®nde est¨¢n los 50 serbios secuestrados en los ¨²ltimos dos a?os!". Un hombre asegura que denunciaron esos secuestros a la comisi¨®n de verificaci¨®n de la Organizaci¨®n para la Seguridad y Cooperaci¨®n en Europa (OSCE), que trabaj¨® en Kosovo hasta un par de d¨ªas antes del inicio de los bombardeos de la OTAN. Afirma el hombre que los verificadores de la OSCE averiguaron que 38 hab¨ªan muerto asesinados, pero no quisieron decirlo para no echar m¨¢s le?a al fuego y crear m¨¢s tensi¨®n.
Los serbios de Orahovac denuncian que desde la entrada de la Kfor se han producido secuestros de serbios por parte del ELK. Aislados en su barrio, elaboran una lista con los nombres de siete secuestrados, m¨¢s dos gitanos cuyo nombre nadie sabe, y piden al periodista que la haga llegar al general alem¨¢n que manda en la zona.
El general alem¨¢n Fritz von Korff se esforz¨® en que los serbios de Orahovac se queden y orden¨® la presencia en el lugar de una compa?¨ªa con 120 efectivos, para protegerlos. A pesar de esto, los serbios no se atreven a salir de su barrio y env¨ªan a mujeres ancianas a hacer la compra al mercadillo del centro de la ciudad.
Los sebios de Orahovac han perdido la esperanza y ya no conf¨ªan en ning¨²n pol¨ªtico, se sienten abandonados por Belgrado.
Un joven moreno, de unos 30 a?os, que se niega a dar su nombre, explica: "Confiamos en los soldados alemanes y por eso nos quedamos aqu¨ª, pero no creo que podamos seguir. La Kfor est¨¢ con los del otro lado. Si ni siquiera pueden proteger a los viejos civiles, ?qu¨¦ podemos esperar?". Una mujer dice que se quiere marchar: "Bajo estas circustancias, no me puedo quedar aqu¨ª. La vida vale m¨¢s que la casa o la tierra. Adem¨¢s, no podemos trabajar la tierra, porque no hay seguridad. No hay lugar para nosotros aqu¨ª. Esto no es vida".
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