Videncias y evidencias
Los videntes antiguos, aun sin convenio colectivo, gozaban de una consideraci¨®n, de un respeto, de un horario de trabajo incluso. Ahora est¨¢n a sueldo de Rappel, Flora Pino o Aramis Fuster, por quienes son azotados, como en galeras, cuando no logran retener al cliente m¨¢s de seis minutos al tel¨¦fono. Trabajan en jornadas de hasta 18 horas diarias, encerrados en s¨®tanos sin luz, sin ventilaci¨®n, separados unos de otros por mamparas, y comparten un peque?o retrete cuya descripci¨®n les ahorramos. Puro siglo XIX, pues, desde el que le cuentan a la gente el XXI. UGT ha puesto una denuncia para ver si se arregla el asunto sin advertir que el asunto es estructural. De hecho, estos pobres videntes telef¨®nicos son captados para los Rappel, las Aramis o las Floras por empresas de trabajo temporal, y la vocaci¨®n de las ETT, como todos sabemos, no es otra que la de recuperar la tradici¨®n del esclavismo, tan en desuso, al menos en Europa, desde los principios de este siglo que agoniza atiborrado de dioxinas y bebidas carb¨®nicas enf¨¢ticas. Si UGT acepta la existencia de las ETT, y parece que s¨ª, no deber¨ªa extra?arse de que los videntes por cuenta ajena trabajen en las condiciones que trabajan. Como dir¨ªa Abel Matutes, no se pueden hacer tortillas sin romper huevos. Nuestros sindicatos andan un poco despistados. Pero lo mejor de todo es que, seg¨²n recog¨ªa este peri¨®dico, UGT se quejaba tambi¨¦n de que el asunto era un fraude, ya que los temporeros no sab¨ªan nada del tarot. Y aqu¨ª es donde uno comprend¨ªa de repente c¨®mo era posible que, habiendo sindicatos, hubiera tambi¨¦n empresas de trabajo temporal, lo que en principio parece una contradicci¨®n insostenible. Y es que un sindicato de clase que cree que hay gente que de verdad puede leer el destino en el tarot, a condici¨®n de haberlo estudiado concienzudamente, se encuentra tan alejado de una interpretaci¨®n materialista de la historia que pueden colarle cualquier cosa. Incluso una ETT.
Total, que ahora que no creen en Dios ni los obispos, sale UGT y denuncia el fraude de adivinaci¨®n del futuro porque quienes atienden el tel¨¦fono de Rappel no saben suficiente teolog¨ªa (un g¨¦nero fant¨¢stico, seg¨²n Borges). Hombre, hombre, acabar¨¦is exigiendo al Inem que d¨¦ cursos de quiromancia a parados de larga duraci¨®n. Y el Inem aceptar¨¢, pensando que mientras luch¨¢is por defender esas metaf¨ªsicas no os dais cuenta del disparate f¨ªsico que supone la existencia de las empresas de trabajo temporal. Todo est¨¢ previsto.
No vio uno, sin embargo, a los grandes sindicatos de clase en las manifestaciones contra la exclusi¨®n social organizadas hace una semana. Y es que ni estaban ni se les esperaba. A lo mejor hab¨ªan ido a que les leyeran las manos para conocer el futuro, aunque para conocer el futuro no hay m¨¢s que hacer cola durante dos horas en una ETT. As¨ª que muy mal todo.
En cualquier caso, no imaginaba uno que Rappel, adem¨¢s de tonto, fuera un explotador. Uno cre¨ªa que para explotar a la gente era preciso tener cierta inteligencia, y resulta que no. Casi al contrario: el talento es un estorbo, porque segrega una sustancia muy parecida a la de conciencia que no te deja vivir en paz si haces todo el tiempo cosas que no son. Gil y Gil, que es el gemelo asim¨¦trico de Rappel (se visten en el mismo sastre y encargan sus colgantes al mismo dise?ador de joyas), ha hecho su fortuna gracias a una par¨¢lisis intelectual con la que en otras ¨¦pocas de capitalismo menos exacerbado te daban una pensi¨®n vitalicia y te mandaban a casa. Pero los tiempos est¨¢n cambiando, que dec¨ªa Bob Dylan antes incluso de cantar para el Papa (eso es videncia, y lo dem¨¢s son cuentos).
Ya ten¨ªamos en Madrid s¨®tanos de 20 metros cuadrados en los que miles de chinos ilegales nos hac¨ªan pantalones vaqueros de marca a precio de saldo. Y s¨®tanos donde, en jornadas manchesterianas, se confeccionaban rollitos primavera para la comida familiar de los domingos. Y s¨®tanos en donde se prostitu¨ªa toda clase de poblaci¨®n inmigrante a veinte duros la hora. Nos faltaba un s¨®tano donde se cortara y se confeccionara el futuro a la medida. Pero aqu¨ª est¨¢, gracias a la clarividencia, entre otros, de Rappel, Flora y Aramis. Y a la profesionalidad de las ETT, que expenden temporeros como una cadena de producci¨®n escupe tuercas. Pero la preocupaci¨®n de los sindicatos de izquierda es si esos temporeros conocen lo suficiente el tarot para adivinar de verdad el futuro. No necesitan adivinarlo: el futuro son ellos. El futuro, en general, es el siglo XIX. Buenos d¨ªas.
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