La negaci¨®n
Grupos y partidos pol¨ªticos ocupan su tiempo en lograr pactos que permitan alcanzar el gobierno a quienes no obtuvieron mayor¨ªa suficiente. Concejal¨ªas y consejer¨ªas est¨¢n en liza. Barajan, mejor que Heraclio, justificaciones para dejar unos socios y tomar otros. Algunas tan esperp¨¦nticas como las del alcalde de Granada. Se queja porque se traslada al ¨¢tico. Otras, como las de Javier Arenas, encierran un lamento. Dice que el PP, a diferencia del PSOE e IU, tiene imposibles las alianzas, ya que carece de una formaci¨®n de referencia. Ser¨¢ en Andaluc¨ªa, porque en Santo?a han pactado con el Movimiento Falangista Espa?ol. Sin embargo, todo pasa a un segundo plano cuando enfrente est¨¢ el GIL. Grupos y formaciones aparcan diferencias ideol¨®gicas. Se unen para que el GIL no gobierne. Esta decisi¨®n, como quieren hacer ver representantes del GIL, no persigue al grupo. El Estado espa?ol -sistema electoral y principios democr¨¢ticos- da carta de naturaleza a partidos que alcanzan representatividad con escasos electores. Son otras las razones, otro el problema. El problema es que donde gobierna el GIL se abandonan las reglas democr¨¢ticas y se usan las v¨ªas de hecho, impidiendo, a trav¨¦s del poder logrado, que oposici¨®n, instituciones y leyes se desarrollen o lo hagan con dificultades. Es la negaci¨®n de la sujeci¨®n de los poderes p¨²blicos a la Constituci¨®n y al resto del ordenamiento jur¨ªdico, base del sistema democr¨¢tico. Estas razones que esgrimen los pol¨ªticos les obligan a que lo que est¨¢n diciendo, lo cumplan. No valen excusas que puedan, donde sea posible, permitir un gobierno que no respeta el Estado de Derecho, porque, entonces, es que no se est¨¢ resuelto a poner t¨¦rmino al juego antidemocr¨¢tico que denuncian. En este enfrentamiento pol¨ªtico no parece necesaria la intervenci¨®n del fiscal Anticorrupci¨®n, salvo que exista un entramado penalmente relevante. Si es as¨ª est¨¢ obligado a probarlo, a contarlo en papel de oficio y no en los medios, pues, de lo contrario, puede servir de factor de confusi¨®n y debilitar un posicionamiento pol¨ªtico firme en defensa de los valores constitucionales.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.