Reventa
Algunos aspectos de la reventa que seguramente no son conocidos por la mayor¨ªa del p¨²blico. Reventa es palabra que no suena bien, aunque su significado no es otro que vender algo que se ha comprado con anterioridad. Toda la actividad comercial en todas las partes del mundo en el que vivimos est¨¢ llena de ejemplos. Los grandes negocios siempre se han basado en comprar barato y vender caro. Mas, ?cuidado!: el que compra una entrada para un espect¨¢culo y la vuelve a vender a precio superior es considerado casi como un delincuente. Hace unos a?os, los agentes de la autoridad sorprendieron en los alrededores de la plaza de toros de Pamplona a un conocido reventa que estaba haciendo un favor a unos turistas que acababan de llegar a la ciudad y que, naturalmente, ni hab¨ªan hecho cola, ni hab¨ªan adelantado dinero, ni se hab¨ªan preocupado por nada. Detenido el presunto revendedor, fue conducido a comisar¨ªa e interrogado. El hombre trataba de defenderse. Hac¨ªa continua referencia a los grandes hombres de negocios. En aquellos d¨ªas estaban de actualidad geniales directores de banco. Argumentaba que a estos se?ores la sociedad les reconoc¨ªa el m¨¦rito y la visi¨®n de haber comprado a precio bajo y vender por otro que nada ten¨ªa que ver con el que hab¨ªan pagado, por supuesto, con notable y favorable diferencia que les reportaba beneficios millonarios y les reputaba fama de genios de las finanzas. "A m¨ª, por vender siete entradas para sacarme el pan, me tratan como delincuente", dec¨ªa el reventa.
En 1967, cuando se ampli¨® el aforo del coso se produjo el mayor n¨²mero de lutos de la historia en las familias pamplonesas. Muchos ven¨ªan a la administraci¨®n de la Casa Misericordia para justificar que no iban a retirar el abono para aquel a?o, pues se ten¨ªan que ausentar por haber perdido a un familiar, pero ped¨ªan que se les reservara el derecho para el pr¨®ximo. La pretensi¨®n era no quedarse con entradas en la mano si, a causa de la ampliaci¨®n, no se agotaban las localidades como hasta entonces ven¨ªa ocurriendo; y si se agotaban, garantizar que al a?o siguiente seguir¨ªan disponiendo del abono. No se les admiti¨® la estratagema y no renovaron el derecho. Como consecuencia se pudo atender la petici¨®n de nuevos abonos y uno nos asegur¨®: "Ya ten¨ªa ganas, hombre, porque don Fulano -un prohombre pamplon¨¦s- todos los a?os me hac¨ªa ir el d¨ªa de San Pedro a tomar caf¨¦ a su casa y me vend¨ªa las entradas con un 20% de recargo.
Otro a?o apareci¨® por la administraci¨®n de la Casa "un se?or bien" que se interes¨® por saber qu¨¦ dificultades exist¨ªan para conseguir dos abonos. Cuando se le contest¨® que nos encontr¨¢bamos con serios problemas, insisti¨® en si pod¨ªamos informarle d¨®nde podr¨ªa hacerse con dos y si sab¨ªamos cu¨¢nto dinero de m¨¢s se pod¨ªa pedir. Luego nos enteramos de que lo que trataba era de saber lo que podr¨¢ pedir por vender los dos que ten¨ªa a su nombre.
Un industrial que no andaba bien con sus negocios vino a preguntar si era cierto que se vend¨ªan abonos con "pasa". Cuando le dijimos que algo de esto hab¨ªa llegado a nuestros o¨ªdos, pregunt¨® si conoc¨ªamos a alguien que comprara, pues sinceramente aquel a?o andaba mal de medios y no quer¨ªa desaprovechar la ocasi¨®n que le brindaba ser abonado. En la oficina le se?alaron que alg¨²n revendedor profesional podr¨ªa estar interesado. Su contestaci¨®n fue: "S¨ª, ?pero ser¨¢ golfo!". Se?or, te damos las gracias porque no nos has hecho revendedores como ¨¦sos.
Ignacio C¨ªa es director de la Casa Misericordia de Pamplona.
Babelia
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