Vida y bebida
J. M. CABALLERO BONALD O mucho me equivoco o estamos en v¨ªsperas de una nueva fase de la prohibici¨®n, o sea, de otra especie de ley seca como la que asol¨® los Estados Unidos en las entreguerras de los a?os veinte. Lo digo porque las trabas gubernativas referentes a la venta y consumo de bebidas alcoh¨®licas tambi¨¦n empiezan a proliferar de un modo verdaderamente deplorable. De seguir as¨ª las cosas, a lo mejor que resulta la abstemia va a convertirse en un modelo de probidad, por no decir en uno de los s¨ªndromes milenaristas que se avecinan. Qu¨¦ porvenir m¨¢s seco. Recu¨¦rdese que, junto a otros vetos de similar alcance, el Ayuntamiento de Madrid promovi¨® no hace mucho una operaci¨®n antialcoh¨®lica de mucho ajetreo, cuyo eslogan central -"Beber no es vivir"- m¨¢s que una majader¨ªa me pareci¨® un dislate. Ah¨ª queda eso: un aut¨¦ntico agravio a la cultura grecolatina, a la filosof¨ªa de los epic¨²reos, a la medicina tradicional y a los hedonistas de afici¨®n. Que conste que tampoco se me ocurrir¨ªa defender lo contrario, esto es, ir por ah¨ª convenciendo al personal de los beneficios notorios que reporta el alcohol, o ciertos alcoholes. No soy tan insolente. Desde Gonzalo de Berceo a ?ngel Gonz¨¢lez lo que siempre se ha defendido, que yo sepa, es que la vida y la bebida pueden aliarse de lo m¨¢s bien. Eso es todo. Pero resulta, y a eso es a lo que iba, que el Gobierno andaluz, a trav¨¦s de su Consejer¨ªa de Asuntos Sociales, acaba de iniciar otra nueva campa?a encaminada a prevenir a los j¨®venes sobre los venenos que comparecen en la bebida. Lo que se plantea coincide, en principio, con cualquier otro programa de semejante enfoque, pero hay algo que se contradice con el tono habitual de monserga. Por ejemplo, la sugerencia de que los j¨®venes renuncien a la peligrosa groser¨ªa del botell¨®n y mantengan con el alcohol unas relaciones m¨¢s juiciosas, literalmente "un consumo responsable". No acabo de cre¨¦rmelo. Adem¨¢s, entre las propuestas consignadas en la campa?a en cuesti¨®n, se aconseja la alternancia de la bebida con la comida, el repudio de brebajes impredecibles y el sano h¨¢bito de beber "poquito a poquito". Tambi¨¦n se recuerda que el abuso -no el uso- del alcohol "reduce la excitaci¨®n en las relaciones sexuales", con lo que la campa?a m¨¢s que al rosario en familia -que ser¨ªa lo suyo- se aproxima loablemente al fomento general del disfrute. Iniciativas como ¨¦sta le devuelven a uno la confianza en ciertos organismos p¨²blicos, aunque se denominen de forma tan panor¨¢mica como Asuntos Sociales. Supongo que lo que no es un asunto social es una s¨ªntesis de la nada. En cualquier caso, me congratulo de que esa campa?a no sincronice con ninguna sanidad militante, sino que divulgue simplemente unas recomendaciones sobre el venerable y acreditado negocio de "saber beber". Aunque s¨®lo sea en t¨¦rminos de sociolog¨ªa cultural, me parece muy bien que cesen las prohibiciones burocr¨¢ticas en este sentido: el que sabe beber, sabe vivir. Seguro que nadie se tom¨® ni siquiera una copa durante las componendas poselectorales reci¨¦n consumadas. Si no, no se explican tantas obscenidades como se han perpetrado a escala municipal. Salud.
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