Veraneo

JUANJO GARC?A DEL MORAL Hace dos semanas que lleg¨® el verano y, con ¨¦l, los primeros veraneantes. Pero la primera oleada fuerte lleg¨® este fin de semana. Con el veraneante cambia el paisaje; de s¨²bito la playa tambi¨¦n se llena entre semana. Es un reencuentro -casi la misma gente cada verano- que permite verificar la aparici¨®n de otro miembro en esta familia, un cambio en la composici¨®n de aquella; comprobar que han engordado, o adelgazado, que tienen mejor o peor cara, que han variado sus costumbres. Ya ha venido el escritor que, siempre con un libro entre las manos, pasea playa arriba, playa abajo. Est¨¢ tambi¨¦n la periodista del coraz¨®n que el a?o pasado cambi¨® sus costumbres y vino en agosto. Ha llegado el ensayista de blanca tez que s¨®lo se deja ver cuando el sol est¨¢ bajo y que pasea por la orilla como si tuviera prisa. Y, en fin, tambi¨¦n ha hecho su aparici¨®n aquella se?ora de la pamela, en otros tiempos blanco de las miradas y el deseo de los adolescentes, que no ha resistido muy bien el paso del tiempo. Este a?o, en cambio, no ha venido la familia finesa, y te preguntas qu¨¦ habr¨¢ pasado. La segunda oleada de veraneantes, m¨¢s numerosa, llegar¨¢ en agosto. Son diferentes, pero tambi¨¦n se repiten a?o a a?o. Llegar¨¢ el abogado que usa sombrero de ala ancha para cubrir sus largos cabellos. Tambi¨¦n vendr¨¢n el locutor famoso con su nutrida prole y el presidente de la importante constructora. Y las barbies, y los joserras de la meseta que, a bordo de lanchas y motos acu¨¢ticas, siembran el p¨¢nico entre los ba?istas. Tambi¨¦n vendr¨¢ Josemari, con su nutrido s¨¦quito. Pero ni unos ni otros son verdaderos veraneantes. Los aut¨¦nticos son esos ni?os que no dejas de ver desde finales de junio hasta bien entrado septiembre y que te recuerdan lejanos veraneos llenos de aventuras.