Las cosas de Perico Pastor
Los temas son los habituales: la mujer muy en primer lugar, seguida a notable distancia por figuras masculinas. Luego est¨¢n los objetos de la vida cotidiana -la taza, el libro, las gafas, la sopera, la mesita de noche con la l¨¢mpara- y los que sirven al pintor para su trabajo: pinceles de varios grosores, recipientes para mezclar los colores. Hay, adem¨¢s, cinco cuadros peque?os que retratan una cama matrimonial vac¨ªa y otros cinco de un jard¨ªn sin figura. Preside la exposici¨®n una obra de gran formato (189 por 190 cent¨ªmetros) titulada Sigamos. El pintor extiende ante s¨ª un gran papel blanco: no pintado en blanco, sino dejado en blanco. "Por primera vez he tenido la sensaci¨®n de que me repet¨ªa", dice Perico Pastor (La Seu d"Urgell, 1953), que expone en la Sala Par¨¦s de Barcelona (Petritxol, 5) hasta el 6 de agosto. "Pero luego, una vez colgados los cuadros, he visto que no. Los temas, los objetos, las cosas puede que sean las mismas, pero la mirada ha cambiado". Pastor ha vuelto a realizar su particular tour de force para la Par¨¦s. Lo hizo por primera vez en 1991, ocupando los dos espacios, la planta baja y el primer piso. Repiti¨® en 1996. Ahora ha colgado 73 cuadros m¨¢s. Dos de ellos representan a hombres durmiendo. En el primero se ve una cabeza abandonada sobre una mano: se titula Rendido. El siguiente, vertical, de gran formato, en tonos viol¨¢ceos y negros, con un brillante subrayado azul cobalto, se llama Letargo. "Fue uno de los ¨²ltimos que acab¨¦ para esta exposici¨®n. Es cierto, estaba rendido y s¨®lo deseaba entrar en un largo letargo. Creo que con esta exposici¨®n cierro el ciclo que empec¨¦ en 1991. Qui¨¦n me ha visto y qui¨¦n me ve. Y s¨ª, me siento agotado". Pero Letargo no fue el ¨²ltimo cuadro que pint¨® Pastor para la Par¨¦s. El ¨²ltimo fue Sigamos. "Me pareci¨® un buen toque que fuera precisamente ¨¦ste del papel en blanco. En principio pens¨¦ en pintarlo, como hab¨ªa hecho, por cierto divirti¨¦ndome mucho, con el bol de los colores de Pedra , pero opt¨¦ finalmente por dejarlo tal cual. Ahora no s¨¦ qu¨¦ vendr¨¢ m¨¢s". Algo vendr¨¢: Sigamos es todo un proyecto, si no optimista, s¨ª cargado de conciencia profesional. Las cosas, por m¨¢s que sean las acostumbradas, se meten siempre en la obra del artista de forma imprevisible. Pastor se interroga sobre su naturaleza en un breve texto que escribe en el cat¨¢logo: "En cada exposici¨®n nos pilla el toro de las cosas que nos recuerdan a diario tanto como quisi¨¦ramos olvidar -?c¨®mo es posible que vuelva a aparecer esta mujer?, ?este paisaje?, ?este jard¨ªn?, el ajedrez , la paloma , la camiseta a rayas... En cambio, no podemos recordar lo que ¨ªbamos a decir cuando nos interrumpi¨® la ¨²ltima exposici¨®n: aquello que ten¨ªamos en la punta del pincel, casi goteando sobre el papel". La cotidianidad como fractura, como interrupci¨®n, y a la vez como impulso de la creatividad. Tal vez, tras la ¨²ltima exposici¨®n, lo que queda por decir no sea m¨¢s que "sigamos". ?En qu¨¦ ha cambiado a lo largo de los a?os esa mirada sobre las cosas? Se ha endurecido. Y tambi¨¦n entristecido algo. Sigue la mujer mostrando su sexo enrojecido en algunos de los retratos, pero no ya como gozosa exaltaci¨®n de los sentidos, sino como un estremecimiento imprevisto y turbador. En Baudelaire aparece una figura femenina sentada en la cama, el rostro desfigurado por el inconfundible trazo negro. "Me parece que Baudelaire es el poeta que mejor refleja esa atm¨®sfera entre la sensualidad y el espanto provocado por la misma sensualidad. A m¨ª la reflexi¨®n pausada ante la calavera no me interesa, no la siento. Me interesa la imagen de la muerte cuando te asalta violenta en medio del amor". La misma zozobra recorre ?No crees?, pieza de gran formato, en la que gotas verticales de tinta se desprenden de los perfiles bien trazados de la mujer, como si la figura tendiera a anularse tras sus propios contornos. En Adi¨®s, una mujer en bat¨ªn, muy triste, sostiene una taza blanca. El motivo del bat¨ªn se repite en t¨ªtulos como Precisamente, Vagamente, Voraviu y Frunce, hasta convertirse en s¨ªmbolo de una cotidianidad rota. "He tenido fama de ser un pintor amable, decorativo, que quedaba bien colgado en las paredes. Confieso que esa cr¨ªtica en un determinado momento me pic¨®, pero luego la he aceptado, no me parece nada mal que la gente se lo pase bien viendo una obra m¨ªa colgada en su casa. Sin embargo, me parece que esta exposici¨®n es bastante menos amable en ese sentido. He pasado una etapa dif¨ªcil". Pastor vende. Sus cuadros, entre 100.000 pesetas y 1,7 millones el m¨¢s grande, gustan y se adquieren. "Esto, en este pa¨ªs, est¨¢ mal visto por los expertos, pero yo no me quejo, hago lo que creo que debo hacer. El Museo de Arte Contempor¨¢neo de Barcelona no ha comprado ninguna obra m¨ªa, lleva otra l¨ªnea y yo no tengo nada que decir al respecto. Es m¨¢s, puedo llegar a entenderlo. Es cierto que Miquel Molins se puso en contacto conmigo para que expusiera alguna pieza, pero el asunto no lleg¨® a cuajar. Este museo no se plantea como objetivo documentar la ¨¦poca actual, es m¨¢s de apuesta por determinadas firmas". Perico Pastor es, como queda patente, poco dado a la queja. Su mundo excede de largo las fronteras del milieu pict¨®rico. Para empezar, nunca ha dejado la ilustraci¨®n, que practic¨® asiduamente durante los 12 a?os que residi¨® en Nueva York. Ahora colabora mensualmente en una revista de viajes. "Me gusta el compromiso fijo con un espacio y un tema determinado. Me estimula: cuando me llega la propuesta me pongo de inmediato y no lo dejo hasta tenerlo resuelto". Gran lector, es tambi¨¦n un conspicuo practicante del deporte del remo. El pasado mayo, con una yola a cuatro que representaba al Club Mar¨ªtim de Barcelona, particip¨® en la m¨ªtica regata Voga Longa de Venecia: 40 kil¨®metros de ida y vuelta entre Tronchetto y Torcello. "S¨ª, el Arte, que vive en la misma calle que la Vida, aunque en un sitio diferente, el Arte que alivia de la Vida sin aliviar de vivir, que es tan mon¨®tono como la misma Vida, pero s¨®lo en un sitio diferente". La cita, del Libro de desasosiego, de Fernando Pessoa, encabeza el cat¨¢logo de esta exposici¨®n de Perico Pastor que concluye con el pintor de nuevo encarado a la hoja blanca. Sigamos.
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