Un toro entre la multitud
La ganader¨ªa debutante de Adolfo Mar¨ªn protagoniza un encierro r¨¢pido con un recorrido atestado
?Cuarto encierro o segundo chupinazo? Apenas marcaba el reloj las siete de la ma?ana, el aspecto de la plaza del Ayuntamiento se asemejaba a una manifestaci¨®n a favor del calor humano. Cuantos m¨¢s apretados, mejor. Al grito de ni una farola sin escalar y ni un adoqu¨ªn sin pisar, el recorrido del encierro se convirti¨® en la m¨¢s gr¨¢fica ilustraci¨®n de aquello de donde pacen tres rumian cuarenta. Mientras, en los corrales de Santo Domingo, hab¨ªan pasado la noche los seis toros de Adolfo Mart¨ªn. Ajenos a lo que se coc¨ªa fuera, esperaban su ansiado deb¨² en los sanfermines. Cuentan los encargados de su custodia que toda la noche se pudo o¨ªr un run-run de intranquilidad en la manada. Les hab¨ªan hablado de que en Pamplona se venera al toro. "Y date", se dec¨ªan unos a otros, "nosotros somos toros". Acostumbrados a la paz de la dehesa, mal entend¨ªan la mucha inquietud que se respiraba en el ambiente. La noche fue m¨¢s eterna que nunca. Todo alrededor, ruido de bandas, vasos y jerigonzas. Era (contin¨²a si¨¦ndolo) fin de semana.
A las ocho, como siempre, el cohete hizo pum; la puerta de los corrales, pam, y... a correr. Lo que se encontraron delante los bureles de C¨¢ceres... de traca (pum, pam y catacloc, todo junto). Ante la incr¨¦dula visi¨®n animal se levantaba un s¨®lido y compacto muro humano sin fisura alguna.
S¨®lo tres minutos
El universo entero desde Constantinopla a Estambul estaba all¨ª: en los encierros de Pamplona. M¨¢s que fin de semana (a¨²n lo es) parec¨ªa el fin del mundo. No lleg¨® a los tres minutos el tiempo que la manada unida utiliz¨® para cumplir el recorrido. Los laterales luc¨ªan atestados. Ni una sola oportunidad para un mozo en apuros. Los toros fueron zarandeados, manoseados, magreados y... ni por esas. Ellos a lo suyo, ¨²nicamente pendientes de que la pesadilla acabara cuanto antes. El ¨²nico momento de peligro lo protagoniz¨® un cabestro en la empinada ascensi¨®n de Santo Domingo. M¨¢s acostumbrado a semejante bullicio, tom¨® el camino recto y arroll¨® a dos mozos. Las carreras de los m¨¢s osados se saldaban a trompicones a pie de asfalto. S¨®lo al final de Mercaderes y en la primera mitad de Estafeta se pudieron ver algunas bellas y templadas arrancadas al hilo de los pitones. El resto, puro conglomerado de cuerpos, y no todos frescos y lozanos. La noche hab¨ªa sido larga y el fin de semana (que todav¨ªa dura), pura dinamita.
Al principio de la calle de Estafeta, uno de los toros qued¨® rezagado. En su paciente trotar y su mirada baja no era dif¨ªcil leer el signo de la decepci¨®n. Pudo derrotar contra todo, enfurecerse, clamar al cielo o entonar el estribillo de la Guerra de las Galaxias. Nadie le hubiese reprochado tan agresivas actitudes a tenor del escarnio padecido. Sin embargo, gracias a San Ferm¨ªn, sigui¨® a lo suyo ajeno al hecho de que era (dura hasta ma?ana) fin de semana.
Acababa el encierro e I?aki Gonz¨¢lez, David y tantos otros intercambiaban ara?azos, golpes y chichones. Todo ello provocado por los empujones y tropiezos. Lo m¨¢s peligroso en el encierro de los toros debutantes de Adolfo Mart¨ªn fue la mucha gente acumulada en el, ya se ha dicho, fin de semana. Hoy, y con los miuras, otra jornada para el atropello.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.