Inm¨®vil
Se?or Defensor del Menor: Soy un chico ya mayor (he cumplido 14 a?os), pero quisiera seguir siendo peque?o durante el pr¨®ximo siglo. El rollo de los mayores no me mola demasiado. Por diversas razones, me da pereza crecer, se?or. Ser mayor, en Madrid, significa que te ponen un tel¨¦fono en la oreja y ya no te lo quitan hasta que la palmas. Ni siquiera eso: a un vecino m¨ªo que muri¨® de repente el otro d¨ªa se olvidaron de quitarle el m¨®vil de la chaqueta. En pleno funeral, el aparato empez¨® a cantar desde el ata¨²d. La gente se albort¨®, a la viuda le dio un s¨ªncope y yo estuve a punto de mearme de risa, porque estas cosas me ponen como una moto y no me puedo controlar. El otro d¨ªa le¨ª en la prensa que ¨¦sta es una de las ciudades del mundo donde hay m¨¢s tel¨¦fonos m¨®viles por habitante. Madrid es la capital de los loros. En vez de un madro?o, al oso le tendr¨ªan que poner un m¨®vil, o una lengua como la de los Rolling. La gente habla, y habla, y habla, pero casi nunca con quien va a su lado, sino con alguien que est¨¢ en otra parte. Incluso sospecho que muchas veces conectan con personas inexistentes para no tener que atender a los acompa?antes.
No le escribo para contarle mi vida (estoy limpio de polvo; cultivo cereales, de momento). Quiero quejarme de mis padres. Est¨¢n todo el santo d¨ªa hablando por el bicho ese. Es imposible mantener con ellos una conversaci¨®n m¨¢s de dos minutos seguidos. Cuando quiero decirles algo importante, tengo que llamarles desde un m¨®vil, aunque est¨¦n en la habitaci¨®n de al lado.
Tengo un profesor muy guay que nos ha dicho: "En todo crimen hay un m¨®vil por medio. De hecho, es lo primero que buscan los investigadores de un asesinato". Y tambi¨¦n cita a la Biblia: "En el mucho hablar no faltar¨¢ pecado". O sea, que mis viejos, adem¨¢s de pecadores, andan metidos en cr¨ªmenes de la ma?ana a la noche.
Se?or, obligue usted a mis padres a desconectar el m¨®vil cuando est¨¢n conmigo. Yo quiero ser inm¨®vil.
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