Armstrong es el patr¨®n que buscaba el Tour
El corredor norteamericano humilla a Olano en una soberbia contrarreloj y provoca un terremoto en la general
Lance Armstrong ha roto la carrera en una contrarreloj excepcional, rebosante de determinaci¨®n desde que arranc¨® en la rampa de salida. Ahora hay un l¨ªder s¨®lido y un favorito, una referencia incuestionable para todo el mundo. Armstrong es el rival para todos, el patr¨®n que buscaba el Tour. No hay otro. Fue un hurac¨¢n que barri¨® a su paso todas cuantas referencias obraban en los papeles de los directores durante la contrarreloj de Metz. Hubo que hacerlos pedazos y esperar hasta el final para calibrar el tama?o de su embestida, las secuelas que dejaba en la clasificaci¨®n, los efectos del terremoto Armstrong. No se recordaba una actuaci¨®n as¨ª desde los tiempos de Indur¨¢in, una general tan absolutista. La lista de afectados es tremenda, los da?os se cuentan por minutos. Sus te¨®ricos rivales en la monta?a se han distanciado a m¨¢s de cuatro minutos (Dufaux), cinco (Tonkov) o siete (Z¨¹lle, Vinokurov, Virenque o Escart¨ªn). Pero si alguien debe sentirlo en primera persona, si alguna v¨ªctima tiene derecho a portada, es Abraham Olano, humillado en su condici¨®n de contrarrelojista y campe¨®n del mundo en vigor de la especialidad. Verse superado en plena carretera fue un golpe moral dif¨ªcil de digerir, una herida que tardar¨¢ en curarse.
La actuaci¨®n de Armstrong tiene un efecto multiplicador por el simple hecho de que se nos presenta como un corredor nuevo, del que no tenemos otras referencias que su combate contra una terrible enfermedad. No vale simplificar el fen¨®meno dando por sentado que es un ciclista que acaba de alcanzar la madurez (cumplir¨¢ 28 a?os en septiembre). No es exclusivamente un hombre rehabilitado. No es s¨®lo un deportista ahora sano. Ayer era un fuera de serie que no se parec¨ªa al Armstrong de hace cuatro a?os: no ha existido una progresi¨®n en el tiempo, un verle venir por el horizonte. Ha sido un salto brusco, desde una interrupci¨®n dram¨¢tica hasta un ascenso al estrellato. No hab¨ªa referencias a mano para pronosticar un dominio tan aplastante en la contrarreloj. Era l¨ªcito, incluso, dudar de sus posibilidades en las distancias largas: hab¨ªa perdido frente a Olano en las dos contrarreloj de la pasada Vuelta y en el pasado Mundial; se clasific¨® despu¨¦s de Z¨¹lle en la Vuelta. Pero lo ha hecho y basta. Ha dado el salto y aqu¨ª est¨¢ Armstrong. Y se antoja invencible porque viene de donde viene: si su resistencia en la monta?a sigue la misma conducta de ayer, si su poder¨ªo frente a los Alpes y los Pirineos es el que se adivina por la potencia con que movi¨® ayer la bicicleta, no hay m¨¢s debate en este Tour que especular sobre sus acompa?antes al podio. No se tardar¨¢ mucho en saberlo: habr¨¢ cien ojos observando si da alguna muestra de debilidad.
La contrarreloj tuvo as¨ª una lectura muy simple. La atenci¨®n estaba centrada en Olano, Armstrong y Z¨¹lle, con Julich en la rec¨¢mara. El recorrido llamaba la atenci¨®n sobre lo bien que se adaptaba a las condiciones del corredor espa?ol. De haberlo podido dise?ar ¨¦l mismo, habr¨ªa elegido un trazado como el de ayer: carreteras anchas y despejadas, subidas levemente progresivas, pocas curvas, una recta interminable al final acompa?ada de un ligero viento en contra, la distancia necesaria para una gran exigencia, para romper la resistencia de quienes no son verdaderos especialistas, para alejar intrusos. No era una contrarreloj t¨¦cnica, no hab¨ªa obst¨¢culo que no se pudiera resolver a base de potencia. Z¨¹lle hab¨ªa mostrado el camino tres horas antes y establecido un tiempo de referencia, un list¨®n para especialistas. Z¨¹lle hab¨ªa servido el cara a cara. Olano no ten¨ªa excusa.
Pero Olano fall¨®. Fue al suelo en una curva, discurri¨® de m¨¢s a menos. Fue un detalle que no quisiera ver el recorrido por la ma?ana, que no quisiera tener conciencia de la peligrosidad de cierta curva, que despreciara la atenci¨®n hacia todos los entresijos de una contrarreloj. M¨¢s pareci¨® que la responsabilidad le pesaba: sus mejores contrarreloj las ha hecho a la contra, cuando deb¨ªa luchar contra alguien superior, cuando el foco de atenci¨®n estaba en otro lado. L¨¦ase con Indur¨¢in, por ejemplo. Pero Olano no es el mismo si se le apunta con el dedo. En sus actuaciones en el Tour es ya toda una evidencia. Su perfil ha quedado definido: la responsabilidad le come por dentro.
La crono qued¨® perfilada desde la primera referencia. Cierto, Olano iba como Z¨¹lle, pero Armstrong se disparaba (kil¨®metro 9). Olano empeoraba respecto a Zulle, pero Armstrong volaba (kil¨®metro 26). Una ca¨ªda precipit¨® los acontecimientos: en el mismo campo de visi¨®n estaban Olano y Armstrong, con todo lo que ello significaba, que el americano se hab¨ªa comido los dos minutos de diferencia que les separaron en la rampa de salida. No mucho m¨¢s tarde, le perdi¨® de vista y el efecto psicol¨®gico debi¨® de ser terrible. Quiz¨¢s no tuviera ox¨ªgeno para pensar, pero s¨ª para sentir, tan patente, tan dolorosa, tan p¨²blica, la derrota.
El Tour se ha convertido en un camino de penalidades para Olano. No tiene terreno, no tiene liquidez, casi se ha quedado sin ahorros para administrar. La l¨®gica le sit¨²a a la baja, lo que no sucede con los dem¨¢s. Es el caso de Z¨¹lle, quien ahora puede especular con el podio a pesar de todo lo que le ha pasado. No gan¨® la etapa, es cierto. Est¨¢ a siete minutos de Armstrong, s¨ª, pero ha dado buena cuenta de todos los dem¨¢s, ha ganado radio de acci¨®n. Hombres como Virenque, Escart¨ªn o Tonkov se han puesto a su altura y Z¨¹lle no se siente inferior frente a ellos en la monta?a. Olano no le preocupa demasiado, dada su debilidad en las cumbres. Julich ha dejado de ser rival como consecuencia de una ca¨ªda que le llev¨® al hospital (sufre contusi¨®n en las costillas) y provoc¨® su retirada. El Tour tiene ya un patr¨®n, lo que andaba buscando desde hace una semana. La carrera est¨¢ definida, los papeles adjudicados, el favorito camina a la vista de todos, vestido de amarillo. Es un hombre nuevo, al que se conoce poco en estas lides. Un hombre que acaba de cruzarse de cara con su futuro. Es Armstrong.
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