Manolo y el 'polizzioto'
Lluvia torrencial y fr¨ªgida. Pasan 57 minutos desde la llegada de Armstrong a Sestriere. Manolo Saiz y los dem¨¢s directores, prisioneros en sus coches, rodeados de vallas y de callejones sin salida en la meta, esperan pacientemente que llegue el coche escoba y les den permiso para bajar por donde los corredores han subido y refugiarse en sus hoteles. Finalmente, luz verde. El coche del ONCE abre la marcha. Recorre 300 metros y se para. Intenta meterse por un atajo hacia su hotel, sin seguir la ruta oficial. Pero no puede, aunque Valent¨ªn Dorronsoro, el masajista de confianza de Olano, le separa las vallas para que pase. Le cierra el camino un imponente polizzioto, un gigante gallardo de casi dos metros y hombros de luchador. Tambi¨¦n barriguita y bigote. Uniforme y gorra de plato. Discuten y dado que Saiz intenta forzar un hueco, la cosa se pone violenta. Aparta como sin querer a Dorronsoro el carabinieri y se acerca a la ventanilla del director del ONCE.
Con un gesto r¨¢pido, demasiado r¨¢pido para lo que pod¨ªa pensarse de su cuerpo grande, le echa la mano derecha a la pechera al c¨¢ntabro; con la izquierda, agarra el volante y lo gira en la direcci¨®n contraria a la que le quiere imprimir Saiz. "Por ah¨ª no se pasa", vocea en italiano. "Fuera, fuera". Manolo hace adem¨¢n de abrir la puerta y salir del coche y a empujones el uniformado lo reintegra tras el volante. Manolo, sin m¨¢s ganas de discutir, sigue por el camino oficial.
La cosa se quedar¨ªa en an¨¦cdota graciosa o desagradable, dependiendo del lado de la barrera desde el que se apreciase, si no fuera porque el director del ONCE no iba solo. En el asiento de atr¨¢s viajaba Abraham Olano, quien tras cruzar la meta no pudo hacer como sus compa?eros, dar media vuelta y llegar pedaleando al hotel, ya que se tuvo que someter al control antidopaje. Terminado se cobij¨® en el coche del director. Y entre unas cosas y otras, discusiones, chaparrones y orinas, lleg¨® al hotel una hora m¨¢s tarde que la mayor¨ªa. Una hora de regalo al tiempo de recuperaci¨®n. Un tiempo sagrado. Y m¨¢s con lo que se avista en el horizonte.
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