Agua
J. F?LIX MACHUCAM¨¢s claro, el agua... que no tenemos. Est¨¢n los pantanos que nos abastecen al 53% de su capacidad y Evangelina Naranjo, responsable municipal de Medio Ambiente, ha venido a decir que s¨®lo nos queda volumen h¨ªdrico para adobar los whiskys de los fines de semana. Algo es algo. Queda agua para eso y para que las mangueras de Lipasam desperdicien un 1% (?realmente es s¨®lo un 1%?) del agua potable que consumimos. El ¨²ltimo ciclo de lluvias es ya una laguna de nuestra memoria. Para empaparnos de aquellos beneficiosos regad¨ªos hay que irse hasta los pantanos de papeles de las hemerotecas donde, una y otra vez, las p¨¢ginas locales de nuestros diarios recog¨ªan los altos ¨ªndices de metros cuadrados de agua precipitados sobre nuestra provincia. Cay¨® agua por un tubo. Pero por el mismo tubo se perdi¨® el agua que ahora no tenemos. Y por las medidas que avanza Evangelina Naranjo da el p¨¢lpito de que la culpa hay que ech¨¢rsela al gorri¨®n. El gorri¨®n, los periquitos babitiesos de esta historia de secano, somos los sevillanos. Usted, yo y el vecino tenemos la culpa de que hace dos a?os hubiera agua m¨¢s que sobrada para ahogar al Titanic y ahora vivamos al borde de la deshidrataci¨®n municipal. Las medidas que se proclaman tienen por objetivo concienciar al de la piscina, al de la manguera del chal¨¦ adosado, al de la cisterna rencorosa y al del grifo hipotenso. Para nada se vislumbra una m¨ªnima responsabilidad pol¨ªtica. ?Qui¨¦n se acuerda de Melonares? Melones suficientes hay en la pol¨ªtica local como para calar el alcance que ese pantano hubiese tenido en la historia interminable de la sequ¨ªa sevillana. Pero hoy por mis intereses pol¨ªticos y ma?ana por los del de enfrente, Melonares sigue siendo un expediente X del agua paranormal de nuestra pol¨ªtica de ciencia ficci¨®n. Acudiremos, pues, si el dios del agua no lo remedia y no hay piadosa procesi¨®n que nos alivie de tan seco trance, a las estanter¨ªas de las grandes superficies buscando el agua de botella, porque la del grifo saldr¨¢ oscura o perfumada de lej¨ªa, y habr¨¢ que pedirle a Griguol una de sus fastuosas gorras para correr a gorrazos a los que ahora se acuerdan de Santa B¨¢rbara cuando no hay trueno que nos avance una sola gota de agua en mucho tiempo.
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